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La televisión pública tiene que ser distinta

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Alfonso Sánchez-Tabernero, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, escribe en El País (Madrid, 21 enero 2001) sobre los rasgos que deben distinguir a la televisión pública de la privada.

(…) Los consejos de administración de las televisiones públicas reflejan la composición de los respectivos Parlamentos, lo que introduce las posibilidades de reforma de las televisiones públicas en un «círculo vicioso»: las minorías de esos consejos reclaman que los Gobiernos no puedan controlar los contenidos informativos, pero sólo pueden hacer efectivo su propósito cuando alcanzan la mayoría en el Parlamento, momento en el que comienza a convenirles que los canales públicos sean dóciles al Ejecutivo.

La televisión pública tiene sentido si se convierte en una voz autorizada en el panorama audiovisual: si proporciona información que no responde directamente a intereses comerciales o políticos, si emite programas diferenciados y de calidad, si es capaz de influir en los estándares profesionales de los canales privados.

(…) Los canales privados no emiten contenido de la mayor calidad posible, sino aquellos que les proporcionan una mejor relación coste-audiencia; en cambio, las televisiones públicas no tienen una presión directa por la audiencia o por la rentabilidad. (…)

Los canales públicos deben poner especial énfasis en programas informativos, culturales, educativos y en otros contenidos que favorezcan la solidaridad y la cohesión social; sin embargo, no pueden ser meros complementos de lo que no emiten los privados, porque se convertirían en ofertas minoritarias, con escasa capacidad de cumplir la función de «referente» para los demás canales.

(…) [La TV pública necesita] financiación menos dependiente de la publicidad. En algunos países -como Gran Bretaña, Japón o Australia-, las televisiones públicas se financian íntegramente mediante impuestos o subvenciones. En otros casos -como Alemania, Canadá y Holanda- se establecen límites estrictos a la publicidad, por lo que este tipo de ingresos no sobrepasa el 30% de los ingresos totales. Italia con el 37%, y Francia, con el 50%, se encuentran en un grado mayor de dependencia publicitaria. En España, la publicidad ha supuesto estos últimos años el 64% de los ingresos de RTVE.

Sólo si los canales disponen de una subvención suficiente y estable dejarán de convertirse en otros competidores más del sector, preocupados por retener su audiencia a cualquier precio. (…)

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