Gran Bretaña: se endurece la legislación sobre vídeos violentos

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El Parlamento quiere impedir que lleguen a los menores películas inconvenientes por la violencia o el sexo

El brutal asesinato del pequeño James Bulger realizado por dos niños de 11 años el año pasado disparó la preocupación en el Reino Unido sobre los modos de evitar que la violencia televisada contagie a los niños. El debate también ha llegado al Parlamento, y ahora la presión de un tercio de los diputados de todos los grupos ha llevado al gobierno a elaborar un plan que reforzará el control sobre la venta y alquiler de vídeos violentos.

Entre las medidas, el ministro del Interior, Michael Howard, propone aumentar las multas -e incluso castigar hasta con seis meses de cárcel- a los responsables de videoclubs que alquilen a menores películas clasificadas para mayores de 15 ó 18 años. Por su parte, los clientes más jóvenes deberán probar su edad antes de alquilar o comprar vídeos clasificados para mayores de 15 años, de 18 ó como 18 R, y se añadirá una nueva clase, la de mayores de 12 años.

El gobierno piensa también redactar un nuevo reglamento de la Oficina de Clasificación Cinematográfica, el organismo que tipifica las películas por edades e introduce cortes para su consumo familiar. El nuevo reglamento reclasificará algunas películas y negará la clasificación a otras. Así, quien distribuya o venda material «no clasificado» podría ser condenado hasta a dos años de cárcel, en lugar de los seis meses vigentes.

Las propuestas del ministro del Interior son la reacción a una enmienda a la Ley de Justicia criminal que había sido propuesta por el diputado liberal demócrata David Alton, y contaba con el apoyo de 250 diputados. La enmienda, que ha sido retirada, pretendía introducir una legislación incluso más restrictiva que la presentada ahora por el gobierno.

La iniciativa parlamentaria responde a una reciente preocupación expresada así en un editorial del periódico The Times: «Importantes personalidades de la psiquiatría infantil y médicos pediatras están convencidos de lo que padres y profesores han observado tiempo atrás: el comportamiento y las actitudes de los niños se ven afectadas por lo que ven en la televisión. Ciertamente, la gran mayoría de los niños no imita lo que ve; una adecuada supervisión paterna puede inmunizar a los niños de la mayoría de esas perniciosas influencias».

El editorial insiste en que «la videoadicción es parte de una cultura socialmente muy perjudicial en la que la falta de cuidado paterno es endémica». De hecho, la restricción propuesta por el gobierno serviría de poco si los padres no cambian de actitud, puesto que muchos niños tienen acceso indiscriminado a las películas de los canales de televisión retransmitidos vía satélite.

Una encuesta realizada para The Observer refleja que un 70% de los encuestados veía necesaria la censura de los vídeos violentos y un 56% la de los que contuvieran escenas de sexo.

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