El cine ante la violencia actual

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48 Festival Internacional de San Sebastián
San Sebastián. La 48 edición del festival donostiarra no pasará a la historia ni por la calidad de su Sección Oficial ni por el acierto de su palmarés. Menos mal que los Premios Donostia a Michael Caine y Robert De Niro aportaron glamour; que las retrospectivas de Carol Reed, Bernardo Bertolucci y la Generación de la Televisión fueron muy buenas; y que las secciones paralelas Zabaltegi y Made in Spanish mantuvieron un alto nivel. En todo caso, las numerosas películas proyectadas dan luces sobre los temas que preocupan a los cineastas en este cambio de siglo.

Si en la edición de 1999 dominó el cine realista de temática social, este año el conjunto ha sido más variado. De todos modos, en muchas películas se sigue apreciando un tono crítico hacia los valores dominantes en la sociedad actual y, en concreto, hacia la violencia e insolidaridad que genera el desconcierto moral de tanta gente.

Raíces de la violencia

Varios films afrontan el tema en el contexto de conflictos sociales de ámbito general. Dejando a un lado el magnífico documental La espalda del mundo (ver pág. 3), la mejor de esas producciones es Las flores de Harrison (Harrison Flowers), del francés Elie Chouraqui, que ambienta la bella historia de amor conyugal entre una periodista y un fotógrafo en el dantesco marco de la guerra de Bosnia. Otro chico de la prensa -Said Mekbel, asesinado en Argel por fundamentalistas islámicos- protagoniza Les diseurs de vérité, del argelino-holandés Karim Traïdia.

Otro conflicto en un indefinido país islámico marca a los personajes de la espléndida película sueca Before the Storm (Före Stormen), del joven iraní Reza Parsa. Entrecruza los dramas de un chico de 12 años, que hiere gravemente a un compañero, y de un taxista iraní, ex combatiente por la independencia de su pueblo, y ahora felizmente casado, al que sus antiguos camaradas exigen un último atentado. Ambas tramas muestran cómo las raíces de la violencia son similares en todas los culturas. También recrea el último trabajo de un delincuente retirado la durísima Sexy Beast, del inglés Jonathan Glazer.

El terrorismo aparece como tema central en El viaje de Arian, interesante debut del español Eduard Bosch. Con fría crudeza e incómoda ponderación, describe la conversión de una joven activista de Jarrai en terrorista activa de ETA. Esta banda terrorista es la amenaza permanente del protagonista de Plenilunio, de Imanol Uribe (ver servicio 135/00). Se trata de un policía que persigue en Palencia a un asesino en serie. También de asesinos sistemáticos trata la entretenida Los ríos de color púrpura (Les rivières pourpres), del francés Mathieu Kassovitz, un thriller trepidante sobre dos policías que investigan unos crímenes macabros en el entorno rural de una misteriosa universidad de elite. Otro serial killer -esta vez un anciano traumado por el asesinato de su madre- protagoniza La rata (Le rat), cruda película experimental francesa con la que debutan Christophe Ali y Nicolas Bonilauri.

Otras situaciones degradadas son tratadas en Sangre Viva (Sangue Vivo), del italiano Edoardo Winspeare -sobre un músico de Salento acosado por unos mafiosos-, en Sin dejar huella, vulgar road-movie feminista de la mexicana María Novaro, y en la fallida Punto de mira (One of the Hollywood Ten), de Karl Francis, sobre la caza de brujas que sufrió el director norteamericano Herbert J. Biberman durante el rodaje de La sal de la tierra.

La ciudad hostil

Para denunciar la deshumanización urbana, otros films se centran en los ámbitos limitados de una ciudad, un barrio o una casa de vecinos. Esa cara oscura de ciudades emblemáticas aparece en obras menores, como Tinta roja, del peruano Francisco Lombardi -sobre un cronista de sucesos de Lima-, o Paria, del francés Nicolas Klotz, insufrible periplo por las zonas marginales de París.

Aportan mucho más dos películas alemanas ambientadas en Berlín. De ellas destaca England!, de Achim von Borries, en la que un moribundo soldado ruso encuentra un foco de solidaridad en la ciudad alemana. Menos original resulta Alaska.de, discreta opera prima de Esther Gronenborn, sobre las tragedias de una adolescente en un suburbio berlinés. En el ámbito inglés, destaca Purely Belter, de Mark Herman. A pesar de sus salidas de tono, resultan entrañables estas andanzas de dos chavales de un barrio pobre de Newcastle, que hacen de todo para hacerse socios de su equipo de fútbol. De todos modos, en este apartado, la película más poderosa es la mexicana Amores perros, de Alejandro González Iñarritu. Con vigor y hondura -aunque con gran crudeza- entrecruza tres tragedias, marcadas por la violencia endémica de México D.F.

Y dentro de la ciudad y el barrio, las casas de vecinos, presentadas como un foco de violencia. Es el tema de La comunidad, la gruesa película de Álex de la Iglesia (ver pág. 4). Y también lo es del singular film coreano Perro ladrador, poco mordedor (Barking Dogs Never Bite), con el que debuta Bong Joon-ho. Describe el destino paradójico de un joven obsesionado contra los perros de sus vecinos. También entra en un patio de vecinos la comedia francesa Cuando seamos mayores (Quand on sera grand), de Renaud Cohen, fresco y bastante frívolo análisis sobre la tolerancia y las relaciones interraciales.

El amor tiene muchas caras

Otras películas tratan la agresividad en el matrimonio y en las relaciones amorosas. Sobresale la magistral Infiel (Trolösa) dirigida por Liv Ullmann a partir de un guión autobiográfico de Ingmar Bergman. Se trata de una disección lúcida y demoledora de los efectos destructivos de la infidelidad matrimonial y el divorcio. Esos efectos son tratados también por In the Mood for Love, de Wong Kar-Wai. En ella, este director de Hong Kong desarrolla con exquisita sensibilidad una dramática historia de amor, similar a la de Breve encuentro, de David Lean.

Una perspectiva más compleja y optimista aporta Pleno verano (A la verticale de l’été), del vietnamita Tran Anh Hung, un sutil retrato de las relaciones sentimentales de tres hermanas que preparan el aniversario del fallecimiento de su madre. También una ceremonia fúnebre es la excusa narrativa de El camino a casa (Wo de fu qin mu qin), del chino Zhang Yimou, magistral contrapunto de todo lo dicho hasta ahora, pues narra una bellísima historia de amor y fidelidad conyugal (ver servicio 135/00). Ha sido la mejor película proyectada en San Sebastián.

También cabe citar aquí otro film ambientado en China, Tigre y Dragón (Crouching Tiger, Hidden Dragon), del taiwanés Ang Lee. Es una curiosa película de artes marciales que emplea como hilo narrativo una trágica historia de amor imposible. También es trágico -y tedioso- el obsesivo amor de una mujer hacia su marido muerto, descrito por el francés François Ozon en Sous le sable. Más interés tiene el romance en dos épocas que viven un chico y una chica en Aunque tú no lo sepas, opera prima del español Juan Vicente Córdoba. A partir de un relato de Almudena Grandes, ofrece un cine intimista bien escrito, dirigido e interpretado.

Desconciertos sentimentales

A pesar de sus premios, tiene mucho menos interés el esperpéntico acercamiento a la bigamia y a la miseria rural que plantea el mexicano Arturo Ripstein en La perdición de los hombres, así como la cruda recreación en México del mito de Medea que el propio Ripstein ofrece en Así es la vida. De todos modos, la nota hedonista en este ámbito romántico la dan Woman on Top, de Fina Torres -sobre una mujer que seduce a los hombres a través de sus guisos-, y Antes que anochezca (Before Night Falls), indigesta biografía del escritor cubano homosexual Reinaldo Arenas, dirigida por el singular Julian Schnabel.

También es criticable por su inmoralidad la premiada comedia francesa Nacional 7 (Nationale 7), de Jean-Pierre Sinapi, tramposo retrato de las obsesiones sexuales de unos paralíticos cerebrales. Puestos a juguetear con el amor y el sexo, es más inteligente y divertida la también francesa Para todos los gustos (Le goût des autres), debut como directora de la actriz Agnès Jaoui. Se trata de una comedia coral que entreteje los desconciertos amorosos de un grupo de personajes de ambientes diversos. Aunque, en este apartado, la palma del humor se la lleva Persiguiendo a Betty (Nurse Betty), de Neil LaBute. Sigue los pasos de una joven romántica que está perdidamente enamorada del protagonista de un culebrón televisivo. El asesinato de su brutal marido, a manos de unos matones, le permite marchar hasta Hollywood.

La familia, mal, gracias

Si se tiene en cuenta el apartado anterior, no es de extrañar que otras películas hayan desvelado los trapos sucios en el interior de las familias. De todas ellas, la mejor es El Bola, brillante debut en el largometraje del actor español Achero Mañas (ver pág. 3), cuyo protagonista es un niño maltratado por su padre. Ese es el eje también de otra notable opera prima: Country, del irlandés Kevin Liddy. Ambientada en los años 70, relata una sobria historia de amor otoñal, iniciación infantil y redención adulta en el seno de la familia del niño protagonista.

Diversas relaciones familiares traumáticas marcan otras películas. En El otro barrio, de Salvador García Ruiz (ver pág. 3), son oscuros secretos. En la excesiva Face, del japonés Junji Sakamoto, son los odios y celos entre hermanas, al igual que en la ampulosa El peso del agua (The Weight of Water), de Kathryn Bigelow, o en la interesante El celo, de Antonio Aloy, que adapta la novela Otra vuelta de tuerca, de Henry James. Por su parte, en la violenta Shiner, del inglés John Irvin, el detonante del drama es la decepción que provoca en un mugriento promotor la derrota de su hijo, joven boxeador.

Como puede apreciarse, de todo ha habido en San Sebastián. Pero parece claro que las sombras han sido mayores que las luces, y que el nuevo milenio comenzará, cinematográficamente hablando, con un rictus de desaprobación hacia el mundo de hoy.

Jerónimo José MartínPalmarés de San Sebastián 2000Premios oficiales:* Concha de Oro: La perdición de los hombres, de Arturo Ripstein.* Concha de Plata al mejor director: Reza Parsa por Före Stormen.* Premio Especial del Jurado: Paria, de Nicolas Klotz.* Concha de Plata al mejor actor: Gianfranco Brero por Tinta roja.* Concha de Plata a la mejor actriz: Carmen Maura por La comunidad.* Mejor guión: Paz Alicia Garcíadiego por La perdición de los hombres.* Mejor fotografía: Nicola Pecorini por Las flores de Harrison.* Premio Nuevos Realizadores: Edoardo Winspeare por Sangue Vivo.* Menciones Premio Nuevos Realizadores: Santi Amodeo y Alberto Rodríguez por El factor Pilgrim, y Salvador García Ruiz por El otro barrio.* Premios Donostia: Michael Caine y Robert De Niro.Premios no oficiales:* Premio Perla del Público: Nacional 7, de Jean-Pierre Sinapi.* Premio de la Juventud: Före Stormen, de Reza Parsa.* Premio anual de la FIPRESCI (Federación Internacional de Prensa Cinematográfica): Magnolia, de Paul Thomas Anderson.* Premio FIPRESCI: La perdición de los hombres, de Arturo Ripstein.* Premio especial FIPRESCI: La espalda del mundo, de Javier Corcuera.* Gran Premio de la OCIC (Oficina Católica Internacional del Cine): Las flores de Harrison, de Elie Chouraqui.* Premio Especial de la OCIC: El Bola, de Achero Mañas.* Premio de la Solidaridad: Paria, de Nicolas Klotz.* Premio del CEC (Círculo de Escritores Cinematográficos) a la mejor película: Las flores de Harrison, de Elie Chouraqui.Claroscuros del último cine español* El Bola* La espalda del mundo* El otro barrio* La comunidad

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