Ha entrado en vigor en Austria la ley que permite la creación de televisiones privadas. Era el último país de la Unión Europea que mantenía el monopolio público de la televisión hertziana. Pero está por ver que haya suficiente publicidad para hacer rentable la televisión privada.
La autorización de la radio y de la televisión privadas en todo el territorio estaba en el programa de la coalición del partido democristiano y del partido liberal que gobierna desde febrero de 2000. Austria sólo tenía cadenas privadas por cable y por satélite. Privatización y despolitización son las dos ideas madres de esta reforma, que pone fin a una era de treinta años de predominio socialdemócrata sobre la televisión pública (ORF). Un complejo sistema de control pretendía garantizar la objetividad de la televisión estatal. Pero, de hecho, había un reparto de influencias entre socialdemócratas y democristianos, que gobernaron muchos años en coalición.
El hecho de que sea posible legalmente la creación de cadenas privadas no quiere decir que haya muchos candidatos. El problema es que, según los expertos, en las actuales circunstancias no hay inversión publicitaria suficiente para hacer rentable una cadena privada. A fin de garantizar un volumen mínimo de publicidad a eventuales concurrentes, la nueva ley restringe los posibles acuerdos de colaboración entre la ORF y los grupos de prensa. Las dos cadenas de la ORF se financian en un 65% con fondos públicos y el canon que deben pagar los usuarios, y en un 35% por publicidad (con un máximo de 30 minutos diarios).
El gobierno asegura que la nueva ley despolitiza la televisión pública, donde, como en otros sectores estatales, los puestos de responsabilidad se repartían según las cuotas de poder de los partidos. El Consejo de Vigilancia de la ORF se compondrá de 35 miembros -seis de ellos elegidos por el público en votación por correo o por Internet-, y no será posible ser miembro de las instancias de control y ejercer a la vez funciones en un partido político.