Andy Garcia, antes padre que actor

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El actor y productor cubano Andy Garcia (La Habana, 1956) habla de su familia y comenta algunos aspectos del cine de Hollywood en una entrevista de Cristina Carrillo de Albornoz para El Semanal (31 agosto 2003), suplemento dominical de varios periódicos españoles.

Ciudadano norteamericano (en 1961 llegó a Miami con su familia, que huyó de Cuba), Garcia se casó con Marivi Lorido en 1982. El matrimonio tiene cuatro hijos. El célebre actor cree que «cuando uno es padre no puede llevar una vida de gitano ambulante. Si hubiera aceptado todos los buenos papeles que me han ofrecido, habría fracasado como padre, y eso es lo último que desearía. La paternidad es la actividad de la que más orgulloso me siento». Sobre su modo de vida Garcia señala que «Los Angeles, como cualquier ciudad grande del mundo, ofrece posibilidades para todos los gustos y tipos de vida, desde la más agitada a la más tranquila. La mía es calmada. La vida del actor no es como en las revistas. Eso es ridículo; nadie vive en una nube rosa, todo es mucho más complejo».

Garcia, que tiene fama de elegante y atractivo, es conocido también por su renuencia a escenas con desnudos. «Prefiero interpretar las escenas de amor de la manera más elegante posible. Creo que el cine de hoy es demasiado obvio y prosaico. No es mi estilo y nunca lo será. Ver a dos personas desnudas haciendo el amor en una película carece de todo romanticismo. En el cine de hace cincuenta años todo era más delicado y eso obligaba al espectador a poner en marcha su imaginación. El romance, el interés, estaba justamente en ese proceso». La periodista apuntilla: «¿Entonces, no cree en el socorrido concepto de ‘lo exige el guión’?». «No, el guión no exige nada; es sólo una guía y los escritores fallan a menudo cuando escriben esa parte. La tensión de los personajes, el juego de miradas, esa tensión es lo que debe mostrarse. Cuando se consuma una relación y se rompe la tensión a uno le dan ganas de separarlos. La industria del cine de Los Angeles tiene la falsa idea de que las secuencias eróticas venden, pero en realidad lo que vende es una buena película. A la gente no le hace falta eso; es más, personalmente me sobra. Es un paréntesis y cuando llegan esas escenas de dos que van a divertirse pienso enseguida: ¿cuándo continúa la película?».

Cuando la periodista le recuerda su preocupación por la elegancia, en la vida y en el aspecto, Garcia reconoce que «es producto del ejemplo familiar. Mi abuelo, mi padre y mi tío eran muy elegantes. Ellos pensaban que es un deber serlo. Y lo reflejaban en dos ámbitos: su manera de ser y su manera de vestir. Como padre me siento responsable de seguir esa tradición de generaciones que es la imagen de una cultura. Pero hoy creo que se ha degradado mucho tanto la forma de vestir como la forma de comportarse. Se ha perdido el respeto y el gusto por hacer las cosas de manera digna. Para mí la dignidad es la guía de la vida. Me inculcaron la idea de la corrección y la llevo muy dentro. Siempre procuro presentarme de acuerdo con las circunstancias. Es como un homenaje a la gente que vino antes que uno».

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