Profesores de las facultades de Medicina de Roma firman una declaración sobre «el embrión como paciente»

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Roma. «El embrión como paciente» es el título de la declaración firmada por catedráticos de las cinco facultades de Medicina existentes en Roma, estatales y no estatales, en la que afirman que el feto o embrión es un verdadero sujeto, «protagonista de su existencia biológica». Los profesores basan sus afirmaciones en los conocimientos científicos disponibles actualmente y llegan a la conclusión de que hay que tratar al embrión inspirándose en los mismos principios éticos que rigen la actuación con los demás pacientes.

Los docentes universitarios, que son los responsables de las áreas de neonatología en sus respectivos centros, presentaron esta declaración en la conclusión de un simposio nacional que se celebró el pasado 2 de febrero en la Universidad La Sapienza, de Roma. Lo que proponen ahora es convocar un simposio europeo sobre el mismo tema, de modo que los científicos puedan ofrecer sugerencias concretas, en este campo, para la redacción de la Constitución europea.

En la declaración se pone de manifiesto que diversas vías, como la investigación científica ordinaria, el proyecto genoma humano, el estudio de la embriogénesis y de las bases moleculares de las diversas enfermedades, así como la profundización en las dimensiones psicológicas de la vida prenatal, «ofrecen evidencias concordantes que llevan a considerar la vida humana como un continuo que tiene en la fase embrionaria y en el envejecimiento el inicio y la conclusión de su recorrido natural».

El documento dice que «el nuevo concebido se presenta como una realidad biológica definida: es un individuo totalmente humano en desarrollo, que autónomamente, momento tras momento, sin ninguna discontinuidad, actualiza la propia forma, realizando -a través de una actividad intrínseca- un diseño que está presente en su mismo genoma».

«El embrión -añade- se manifiesta desde el primer momento protagonista de su existencia biológica. Nos encontramos ante un verdadero y propio protagonismo biológico, que se manifiesta en la precisa dinámica de la implantación, en la orientación de los procesos de activación genómica de los distintos tejidos y órganos, en el diálogo bioquímico, inmunológico y hormonal que caracterizan la placentación».

La declaración se refiere luego a los estudios y aplicaciones de los últimos veinte años, cuyos resultados confirman «una increíble colaboración del feto» en el tratamiento de algunas patologías. Se enumeran después algunas de esas enfermedades en las que se trata al no nacido como paciente, con unos «resultados inesperados hasta hace pocos años». Los docentes indican que esas importantes conquistas científicas «se deben desarrollar en el respeto de la individualidad del embrión, prestando atención a la salud completa de la madre y en una visión que tenga presente el devenir del nuevo individuo».

Los profesores romanos subrayan que los actuales conocimientos científicos y sus aplicaciones tecnológicas corroboran «la vida que se inicia en el embrión, la unicidad de este nuevo ser viviente, que comienza su interacción con el ambiente, primero en el seno materno y luego en el mundo externo, en un devenir único y específico». Y eso, precisan, que el campo de la investigación científica sobre las relaciones del embrión con el ambiente materno y social está solo en los comienzos.

Como conclusión, los firmantes de la declaración afirman que los positivos logros de la medicina embrio-fetal son un estímulo para seguir progresando en la investigación. Los profesores se comprometen en concreto a «curar el embrión inspirándose en los mismos principios ético-deontológicos propios de cualquier otra intervención sanitaria, garantizando así la misma dignidad debida a todo paciente y las condiciones humanas para crecer y desarrollarse». Se obligan también a «difundir en la cultura científica y sanitaria las exigencias de la vida embrionaria»; «a sensibilizar a los responsables de la sanidad pública para crear las estructuras necesarias» que permitan la asistencia materno-embrionaria; a «relanzar la enseñanza de la embriología en el itinerario universitario del personal médico»; a «favorecer las investigaciones interdisciplinares», de modo que «el embrión sea conocido y acogido en su inviolable dignidad»; y, por último, se comprometen a «prestar atención a la divulgación de las informaciones que tienen como referencia el embrión y el feto, de modo que la cultura del embrión como ‘sujeto’ se pueda difundir en la sociedad italiana y europea». Diego Contreras.

EE.UU.: Seguro médico para la atención prenatal

El Departamento de Sanidad de Estados Unidos planea reformar el programa de ayuda sanitaria infantil para que los Estados puedan incluir también la atención prenatal al niño aún no nacido. La acción ha sido criticada por los grupos pro-aborto, que ven ahí una maniobra para sentar un precedente legal que permita considerar al feto como persona.

El State Children’s Health Insurance Program (S-CHIP) ofrece ayudas a menores de 19 años cuyas familias tienen pocos ingresos, pero no suficientemente bajos como para acogerse a Medicaid, el programa federal de salud para los más pobres. Según Tommy Thompson, secretario de Sanidad, Medicaid da cobertura a muchas mujeres durante el embarazo, pero hay «decenas de miles cada año que no pueden acogerse a Medicaid hasta después del parto». Además, alrededor de 11 millones de mujeres en edad fértil carecen de seguro sanitario. Por eso, el gobierno quiere ampliar el número de beneficiarios (S-CHIP es un programa de ayudas a la infancia, no a los padres ni a las embarazadas).

A pesar del número de mujeres sin asistencia social durante el embarazo, las asociaciones abortistas se han manifestado en contra del plan. Según Gloria Feldt, presidenta de Planned Parenthood Federation of America, «se trata de una maniobra para cambiar la ley del aborto por la puerta falsa» (The Wall Street Journal, 1-II-2002). Thompson afirmó, sin embargo, que el plan pretende «ayudar a las madres pobres y ofrecerles cuidados médicos que son absolutamente necesarios en esa etapa». Y añadió que «imaginarse otra intención es distorsionar el objetivo de la reforma».

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