A la hora de interiorizar el miedo ante un riesgo, la alarma que muestran los demás influye casi siempre en la reacción de la persona individual. Los mecanismos pueden ser variados, tal como destaca Cass R. Sunstein.
Cascadas sociales. Anécdotas que parecen significativas y ejemplos ilustrativos se transmiten fácilmente de boca a oreja y desencadenen un proceso social. Las personas que participan en este proceso amplifican a su vez la señal recibida y la transmiten. De este modo se puede transmitir la creencia de que un riesgo es bastante serio, aunque no lo sea, o de que un tratamiento médico es necesario, como a veces sucede con modas en el ámbito sanitario.
Polarización en el grupo. Cuando las personas con ideas afines deliberan entre sí, generalmente terminan por aceptar una versión más extrema de sus opiniones iniciales. Si uno está inseguro de lo que piensa tenderá a moderar sus opiniones; sin embargo, si ve que otros comparten su opinión, es probable que, por contagio emocional, cobre más confiaza y adopte una postura más extrema.
Medios de comunicación y grupos de interés. La atención de los medios de comunicación a los riesgos no es independiente de su deseo de atraer audiencia. Acentuar el peligro tiende a aumentar los niveles de audiencia, por lo cual a menudo se pierde de vista la probabilidad. A su vez, conscientes de la importancia de la cobertura de los medios, los grupos organizados trabajan para dirigir la atención pública hacia riesgos que a ellos les preocupan.
Predisposiciones de la gente. Todos tenemos tendencia a buscar información que confirme nuestras hipótesis originales más que lo contrario.