España: las clínicas abortistas limitan el uso de la RU-486

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Un mes después de introducir en España la píldora abortiva RU-486, las clínicas que realizan abortos afirman que se han generado falsas expectativas y han condicionado el tipo de mujer que puede utilizarla. Lo que se presentó como la solución para quitar dramatismo al aborto, ahora parece reservado a ciertos casos en los que la mujer responde a un perfil muy concreto.

Las clínicas dicen que la demanda en estas primeras semanas ha sido alta, alentada por las expectativas que desató en su día el debate. Pero muchas mujeres han desistido al conocer la aplicación del método y sus contraindicaciones. En la clínica Emecé de Barcelona, explican que la han pedido el 35% de las mujeres que querían abortar, pero han aplicado la píldora sólo en el 20% de los casos; de estos, tuvieron un 20% de fracasos.

El 27 de noviembre de 1997, la comisión de Sanidad del Congreso aprobó una proposición no de ley que instaba al Gobierno a establecer conversaciones con los laboratorios que tenían la patente de la RU-486 para su utilización en los hospitales españoles en los supuestos en que el aborto está despenalizado. Hasta el 6 de julio de 1999, fecha de su aprobación en España y otros 7 países de la Unión Europea (ver servicio 111/99), se podía administrar como medicamento extranjero, si bien sólo se recetó en una ocasión.

Cuando la diputada de Izquierda Unida Ángeles Maestro presentó la proposición, que fue aprobada por los representantes de todos los grupos parlamentarios, afirmó que el interés de introducir esta píldora era eludir «el alto nivel de objeción de conciencia existente entre los médicos de la sanidad pública a la hora de practicar un aborto» (ver servicio 169/97).

Sin embargo, son las clínicas privadas las que están obrando con cautela. En Cataluña, han elaborado un protocolo común para la administración de la píldora RU-486 que limita el tipo de mujer que puede usarla. Así, han acordado no administrarla a las mayores de 35 años y que fumen más de 10 cigarrillos diarios; a las drogodependientes; a las que no estén acompañadas de un adulto durante todo el proceso; a las que vivan a más de una hora de la clínica; a las que presente deficiencias físicas o psíquicas severas y a las que no sean capaces de entender el método y la importancia de seguir todas las instrucciones.

Junto con estas condiciones hay que recordar que el Ministerio de Sanidad exige que la clínica cuente con una Unidad de Cuidados Intensivos y servicio de farmacia, algo de lo que carecen la mayoría de las clínicas privadas que practican abortos.

Además, la RU-486 puede ser peligrosa en alérgicas, en pacientes con insuficiencia suprarrenal crónica o insuficiencia hepática, en casos de malnutrición, en asmáticas severas y en mujeres con alteraciones en la coagulación o que padezcan episodios de anemia.

Las primeras experiencias con la RU 486 hicieron pensar que podría servir para realizar el aborto en un ámbito estrictamente personal. La mujer adquiriría la píldora, se la tomaría, y en su propia casa, tras una regla más o menos abundante, terminaría con ese embarazo no deseado. De esta forma, el aborto por la RU 486 se podría convertir en el más sencillo y eficaz método de planificación familiar.

Sin embargo, la complejidad del proceso, la necesaria supervisión médica y los peligros para la salud (ver servicio 68/99) han provocado que muchas mujeres desechen esta opción y que las clínicas anden con pies de plomo.

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