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El Parlamento Europeo aprueba las patentes de genes

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El Parlamento Europeo (PE) ha aprobado un proyecto de directiva de la Unión Europea (UE) que permite patentar genes humanos, así como plantas y animales genéticamente modificados, con fines terapéuticos. Si los gobiernos de la UE ratifican la directiva, entrará en vigor el próximo año.

El debate sobre estas patentes ha durado nueve años. La directiva se votó ya en 1995, y el PE la rechazó por considerar que no tenía suficientemente en cuenta los aspectos éticos y que conduciría a la explotación comercial del cuerpo humano (ver servicio 34/95). El nuevo texto incorpora las enmiendas de los parlamentarios para proteger, sobre todo, el cuerpo humano.

La redacción final prohíbe patentar elementos que ya existen en la naturaleza, es decir, simples descubrimientos. Para registrar una patente será necesario demostrar que se ha inventado algo que no existía, aunque sea a partir de material biológico, y su potencial utilidad. Por lo tanto, la nueva ley no permite «patentar la vida», acusación que hacen las organizaciones ecologistas.

La directiva excluye también patentar los procedimientos de clonación de seres humanos; los de manipulación de células germinales humanas; los métodos en que se utilicen embriones humanos; un cuerpo humano entero, cualquiera que sea «el estado de su constitución y su desarrollo»; y, en general, los inventos cuya explotación sea inmoral. Un comité de ética controlará las solicitudes de patentes para asegurar su legalidad.

En cambio, la directiva autoriza patentar un elemento aislado del cuerpo humano o producido mediante un procedimiento técnico, incluido un gen, aunque sea idéntico a un elemento natural. También permite patentar inventos sobre plantas y animales, así como procedimientos de cambio genético de animales, siempre que no se les cause un perjuicio sin utilidad médica.

La decisión del PE resuelve uno de los problemas de la industria biotecnológica. El rechazo de la directiva en 1995 no impedía patentar los inventos de la ingeniería genética, y la Oficina Europea de Patentes (OEP) ha seguido registrándolos. Pero la UE carecía de marco legal común, de modo que los Estados miembros no tenían por qué reconocer las patentes otorgadas por la OEP. Así, las casas farmacéuticas no tenían asegurada la comercialización de sus inventos en la UE, mientras las empresas estadounidenses y japonesas, con leyes nacionales más favorables, ganaban terreno en Europa. De hecho, según la empresa británica Derwent, se han patentado en todo el mundo 1.175 secuencias de ADN: cerca de tres cuartas partes son propiedad de compañías japonesas y estadounidenses.

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