Científicos piden investigar con embriones sin limitación alguna

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El reconocimiento legal de la investigación con embriones humanos ha provocado enseguida que algunos científicos reclamen la abolición de las cortapisas éticas en este campo. En recientes declaraciones, el británico Robert Edwards, «padre» científico de la primera niña nacida por fecundación «in vitro» en 1978, mantiene que «no debe haber límites a las investigaciones sobre el embrión», y René Frydman, especialista en procreación asistida, propone modificar la legislación francesa de modo que «sea posible crear embriones para investigar». También se abre paso la idea de pagar a mujeres para obtener óvulos con que investigar.

La evolución en torno al uso de embriones humanos con fines de investigación sigue la línea habitual: tras la autorización «con estrictos controles», viene el descenso por la pendiente resbaladiza hacia el uso sin «obstáculos a la ciencia» y la previsible comercialización.

Robert Edwards lo dice con claridad en unas declaraciones a «Le Monde» (1-02-2007). Frente a la concepción francesa que reflexiona previamente sobre lo que debe estar autorizado o no en la investigación biomédica, Edwards mantiene que «no debería haber límites a la investigaciones científicas sobre el embrión rigurosas y honestas. Después habría que confrontar los resultados obtenidos en debates con filósofos, bioéticos y representantes de la sociedad para tomar decisiones sobre lo que debe o no autorizarse».

Pero da la impresión de que habría que poner las menos restricciones posibles, ya que Edwards recurre al conocido argumento de que, si no lo permitimos, siempre habrá otros países con menos escrúpulos éticos. «Cuando a un joven investigador se le prohíbe trabajar, se va a otra parte. Ya hay investigadores que van muy rápido y muy lejos en la India, en China o en Japón». No mencionó a Corea.

La posible deriva eugenésica del diagnóstico prenatal -criticada en Francia por Didier Sicard, presidente del Comité Consultivo Nacional de Ética (ver Aceprensa 18/07)- no le inquieta: «Tenemos derecho a evitar tales nacimientos [de bebés con anomalías genéticas]. Soy partidario del uso de todo lo que pueda conferir mejores aptitudes a los embriones fecundados y cultivados ‘in vitro'».

El «último» tabú

En nombre de la mejora de las técnicas de fecundación «in vitro», el ginecólogo René Frydman defiende que la ley francesa autorice la creación de embriones con fines de investigación. ¿No es una nueva trasgresión sobre la vida?, le preguntan en una entrevista en «La Croix» (8-02-2007): «Es el último tabú, en efecto. Pero, miremos las cosas de frente. Todos los días se destruyen embriones que no tienen posibilidad de desarrollarse, así como embriones congelados que no son reclamados por sus progenitores. En la investigación que planteo, se necesitarían pocos embriones».

Esto permitiría evaluar, por ejemplo, si un embrión creado tras la congelación de ovocitos (por ejemplo, si la madre se va a someter a un tratamiento contra el cáncer) puede ser viable. Antes, dice, se congelaban los embriones para reimplantarlos sin investigación previa, «¡pero hoy día tenemos un nivel ético más alto!».

Desde el punto de vista de Frydman, no debería haber obstáculos para estas investigaciones, ya que el estatuto del embrión varía en función, no de lo que es, sino del proyecto de los demás sobre él: «Si el embrión responde a un proyecto parental, lo que prima es eso, es decir, el respeto al hombre y a la mujer que han dado origen al embrión. Si no hay proyecto parental, si el embrión no está destinado a convertirse en un hijo, puede ser objeto de estudios preimplantatorios. Lo que prima entonces es el proyecto de investigación».

Compraventa de óvulos

Si lo que priman son los resultados, es inevitable que se abra paso la comercialización. Ya en una entrevista anterior, Frydman proponía abandonar en Francia el «principio sacrosanto de la gratuidad de la donación de ovocitos» (cfr. «Le Monde», 2-11-2006). Ponía como ejemplo a seguir el de algunos países vecinos: «Numerosas mujeres van al extranjero, sobre todo a España y Bélgica, para beneficiarse de una donación de ovocitos, a partir de donantes remuneradas con unos 900 euros, lo que asegura una oferta notable».

Pero ahora la investigación va a competir con la procreación artificial para comprar los óvulos de mujeres dispuestas a sacrificarse por la ciencia.

En Gran Bretaña, la Autoridad de Fertilidad Humana y Embriología (HFEA) acaba de autorizar que las mujeres donen sus ovocitos para investigación y ser remuneradas por ello. Se pagará a las mujeres hasta 250 libras -375 euros- más gastos de desplazamientos. Los óvulos se utilizarán para crear por clonación embriones de los que se obtendrían células madre para desarrollar tejidos.

En Gran Bretaña se había autorizado ya remunerar a las donantes de óvulos destinados a la procreación por fecundación «in vitro», pero hasta el momento no se permitía hacer lo mismo para investigación.

La HFEA insiste en que no se trata de compraventa de óvulos. Como precaución suplementaria, los equipos que investigan con células madre embrionarias no podrán estar en contacto con los médicos que reciben a las mujeres que quieren donar sus óvulos.

Otros científicos se han manifestado en contra. Aducen que los supuestos avances que pueden procurar las investigaciones con células madres embrionarias se han exagerado, y subrayan los riesgos de salud que se hacen correr a las mujeres con la invasiva intervención para obtener sus óvulos.

Además, la remuneración puede ser suficientemente atractiva para que mujeres con menos recursos, también extranjeras, vendan sus óvulos, con lo que se abre así el camino a otro tipo de explotación de la mujer.

Lo que no está claro es por qué se sigue hablando de «donar» óvulos, cuando a la vez se dice que el único modo de tener una oferta suficiente es pagar por ella.

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