Células madre: problemas y alternativas

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Una investigación controvertida
Las posibilidades terapéuticas que abren las investigaciones sobre las células madre van unidas a un debate ético. Por un lado están los que defienden que se puede experimentar con células madre procedentes de los embriones sobrantes de tratamientos de fecundación in vitro o de los que se puedan crear con fines experimentales. Por otro, los que consideran que ese uso atenta contra la vida humana -puesto que su utilización supone destruir al embrión- ofrecen la alternativa real y sin problemas éticos de utilizar las células madre de tejidos adultos. Los que optan por la experimentación con este tipo de células, no lo hacen arbitrariamente, sino que tienen sus razones no solo éticas sino también científicas.

La clonación o la experimentación con embriones sobrantes de tratamientos de fecundación in vitro son algunos de los temas que se debaten con más frecuencia en los medios de comunicación. Con este motivo, algunos países están revisando su legislación.

El embrión como materia prima

En España, los partidarios de investigar con embriones humanos presionan para que puedan utilizarse con este fin los más de 35.000 embriones congelados que almacenan las clínicas de fertilidad del país. A finales de octubre, treinta y cuatro vicerrectores de universidades públicas han enviado una carta al ministro de Ciencia y Tecnología, Josep Piqué, pidiendo que se autoricen experimentos con células madre embrionarias «mediante la utilización de embriones congelados disponibles o de aquellos que se puedan generar para su uso en terapia celular». Es decir, se da ahí un paso más, pues se admite la posibilidad de generar embriones ex professo para la investigación. El gobierno es contrario hasta ahora a esta cosificación del embrión humano, y en sus declaraciones públicas opta por potenciar la investigación con células madre adultas.

La polémica ha pasado del terreno científico a la lucha política, hasta el punto de que el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, ha enviado una carta a presidentes de cinco comunidades autónomas gobernadas por socialistas para pedirles que impulsen la investigación con células madre embrionarias en sus territorios, postura ya adoptada por Andalucía.

Para descalificar la postura contraria a la destrucción de embriones con fines de investigación, en España se suele decir que solo responde a la «creencia» religiosa católica de que el embrión es ya un ser humano. Sin embargo, es una postura compartida por gobiernos de países donde no cabe esperar una especial influencia católica.

Debate en la Unión Europea

En la laica Francia el Código de Salud Pública estipula que «está prohibida toda experimentación con el embrión humano». Sin apartarse de esta postura, el ministro de Sanidad del anterior gobierno socialista autorizó la importación de células madre embrionarias, justo antes de abandonar su puesto. Pero, a instancias de la Alianza por los Derechos a la Vida, el Consejo de Estado ha suspendido por cuatro meses esta autorización hasta que se pronuncien los tribunales. Una medida que no ha sido bien vista por algunos científicos franceses, entre ellos cuatro premios Nobel, que reclaman al gobierno que revise la ley de bioética, para autorizar la investigación con líneas de células madre embrionarias ya existentes.

Alemania siempre ha sido el país europeo más reticente a la instrumentalización del embrión, y su legislación solo permite generar los embriones necesarios para implantarlos en tratamientos de fecundación in vitro. Sin embargo, una «solución de compromiso», adoptada por el Parlamento a fines de enero, permite la importación de células madre embrionarias procedentes de cultivos ya existentes (ver servicio 19/02).

Australia ha autorizado la experimentación con embriones humanos sobrantes de la fecundación in vitro, pero no con embriones nuevos, al menos durante tres años. En China se permitirá este año la experimentación con embriones humanos, no solo dentro de los catorce primeros días, sino hasta la cuarta semana. En Estados Unidos la ley no prohíbe la experimentación con embriones; pero Bush decidió que solo habrá financiación con fondos federales para las investigaciones con células madre obtenidas de tejidos adultos y del cordón umbilical y también para las investigaciones con líneas de células madre embrionarias ya existentes, no para la creación de nuevas líneas que impliquen la destrucción de embriones.

En la UE, el VI Programa Marco de Investigación, que durará hasta 2006, no ha incluido en su financiación las investigaciones con embriones congelados. Cuatro países (Alemania, Italia, Irlanda y Austria) han rechazado que el presupuesto comunitario financie este tipo de investigaciones. Sobre esta cuestión habrá una moratoria hasta el final de 2003. En recientes declaraciones, el comisario de investigación, Philippe Busquin, señaló que la Comisión Europea ha decidido remitir a las legislaciones nacionales un tema ético «tan delicado». Por el momento, el Programa Marco excluye financiar la creación de embriones para la investigación, la clonación reproductiva y las actividades dirigidas a modificar el patrimonio genético de los seres humanos.

Alternativas a las células embrionarias

Por otro lado, los que se oponen a instrumentalizar embriones humanos proponen alternativas que ya han empezado a dar resultados, aunque se encuentran en fase experimental, como explica el Dr. Justo Aznar en un reciente artículo (Provida Press, 112).

La utilización de células madre del cordón umbilical y la placenta (ver servicio 136/01) o de médula ósea (ver servicio 114/00) y otros tejidos adultos son alternativas válidas a la utilización de las embrionarias (ver servicio 152/01).

En 1992 se publicaron las primeras experiencias que demostraban que las células madre de tejidos adultos se podían diferenciar en células de su mismo tejido celular (Proc Natl Acad Sci 89: 8591, 1992; Science 255: 1717, 1992; Proc Natl Acad Sci 94: 14832, 1997), es decir, que mostraban más plasticidad de lo que en principio se creía.

En noviembre de 2001, en la reunión anual de la Asociación Americana del Corazón, celebrada en Nueva Orleans, un equipo del hospital Bichet de París, dirigido por Philiphe Menache, presentó la primera experiencia clínica de transplante autólogo de mioblastos, utilizando para ello células madre de músculo del propio paciente (ver servicio 164/01). También en 2001 se dio otro paso importante para tratar a pacientes con infarto, al comprobar que su tejido cardíaco contiene células madre que, adecuadamente estimuladas, pueden crecer y reparar el propio miocardio lesionado (N Eng J Med 344: 1750-7, 2001).

Pero no solo se han podido recuperar tejidos dañados, sino que se ha conseguido también con células madre de otro tejido distinto. En febrero de 2000, Paul Sanberg presentó, en el congreso de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias, experiencias que demostraban que es posible regenerar tejido nervioso deteriorado por un ictus, cuando a los animales se les inyectaban células del cordón umbilical por vía circulatoria (Nature Med 6: 1282, 2000). En diciembre de 2000 se publicaron dos estudios en Science, según los cuales las células madre de médula implantadas en animales se podían transformar en neuronas (Science 290: 1775, 2000, y Science 290: 1779, 2000) (ver servicio 57/01).

Tomadas de la médula ósea

En febrero de este año la Clínica de la Universidad de Navarra realizó la primera cirugía de regeneración cardíaca tras un infarto, mediante la implantación en el corazón de células madre de músculo del propio paciente, una persona de 70 años (ver servicio 130/02). Hasta el momento la técnica se ha aplicado en ocho pacientes.

El pasado junio, la revista Nature (20-VI-2002) publicaba los resultados de un trabajo realizado por el equipo de la doctora Catherine Verfaillie (ver servicio 86/02), directora del Instituto de Células Madre de la Universidad de Minnesota (EE.UU.). En él se revela que en la médula ósea hay un tipo de células madre que presentan gran versatilidad y se multiplican indefinidamente sin perder capacidad de diferenciarse en distintos tejidos (ver servicio 99/02).

En septiembre, un equipo médico del Hospital Clínico de Valladolid, implantó, por primera vez en España, células madre adultas procedentes de la propia médula ósea del paciente (ver servicio 130/02).

Quienes justifican la investigación con embriones alegan que las células madre embrionarias tienen mayor potencial terapéutico que las adultas. Vicente Franch Meneu, en la obra Manual de Bioética (ver servicio 164/01), señala que «este argumento es puramente especulativo, y los hechos científicos cada vez apuntan más en sentido contrario», tal y como hemos ilustrado con algunos de los avances con células madre adultas. Además, continúa Franch, «el proceso de obtención de las células madre embrionarias es mucho más complicado». Requiere los siguientes pasos: donación de óvulos, extracción de óvulos, fecundación in vitro, obtención de masa celular y mantenimiento del cultivo celular. «Si se acude a utilizar embriones congelados sobrantes de la FIV se evitan los tres primeros pasos, pero la descongelación de embriones representa un paso crítico. Si se recurriera a la técnica de la clonación, el proceso es aún más complicado».

En cambio, la obtención de células madre adultas es mucho más directa. En algunos tejidos donde se hallan, la mayor dificultad está en su reducido número. Esto se puede solucionar recurriendo a la sangre que se encuentra en la placenta, rica en estas células.

Javier TáulerLas células madre adultas han permitido más avances en la lucha contra la diabetes

Las investigaciones basadas en células madre de tejidos adultos son las que hasta hoy han avanzado más en el tratamiento de la diabetes y las únicas que han alcanzado la fase clínica. Este mensaje, esperanzador y cauto, fue difundido por la plataforma de científicos y bioéticos «Hay Alternativas», en la mesa redonda celebrada en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid el 14 de noviembre, Día internacional de la lucha contra la diabetes.

Los investigadores participantes en el acto manifestaron que las terapias con células madre adultas empiezan a ser una realidad, mientras que las que implican la destrucción de embriones humanos son todavía meras hipótesis. Sin embargo, estos avances estaban siendo silenciados en España por los que quieren hacer creer a la opinión que lo más avanzado y decisivo es investigar con células madre embrionarias.

El Dr. Pedro Cuevas, del Servicio de Histología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, mostró algunos artículos recientes de revistas científicas (Lancet, Neuroscience, Circulation), que recogen resultados positivos del tratamiento a diabéticos con implantes de células madre adultas de la propia médula ósea o de células de los propios pacientes. Estos son los únicos experimentos que han dada resultados en la práctica clínica, aunque aún no sean definitivos. También citó algunas ventajas de las células madre adultas respecto a las embrionarias: al ser del mismo paciente, no provocan rechazo, cosa que no está garantizada en las embrionarias; de éstas se destaca su mayor versatilidad para producir todo tipo de tejidos, pero es más difícil controlar su desarrollo, por lo que han producido tumores en ensayos con animales; también destacó la mayor sencillez del proceso de investigación con células madre adultas. Y, desde el punto de vista ético, no se basan en la destrucción de embriones humanos.

¿Por qué, entonces, hay tanta presión mediática para que se autorice la investigación con células madre embrionarias? Cuevas acusó a algunas pequeñas compañías de biotecnología que están «inflando la burbuja y vendiendo ilusiones, no realidades», con el objetivo de que suban sus acciones. En cambio, los grandes laboratorios no están invirtiendo en esta línea de investigación, lo cual es un indicio de que no hay resultados muy prometedores. Además, la investigación con células madre está autorizada desde hace tiempo en algunos países, y sin embargo por ahora no se conocen sus avances.

Entre los interesados en la investigación con embriones humanos también se mencionó a las clínicas de reproducción asistida, para las que resultaría un alivio liberarse de los embriones congelados que ya no van a ser utilizados.

Pero, ¿por qué poner reparos a utilizar como materia prima para investigación embriones que nadie quiere? El Dr. Joaquín Ojeda, neurólogo del Hospital Universitario La Paz (Madrid), afirmó que desde el punto de vista ético no es admisible destruir vidas humanas con el fin de investigar para la curación de otras. Hasta ahora, el embrión en fase de blastocisto (7-14 días) es poco conocido, pero cuando se investiga se observa que no es un conjunto amorfo de células. Como titulaba un reciente artículo publicado en Nature (julio 2002), «El embrión: somos como somos desde el momento de la fecundación».

Los ponentes advirtieron que en España algunos científicos, interesados en buscar financiación para su línea de investigación en células madre embrionarias, estaban favoreciendo una presión mediática basada más en hipótesis que en realidades. Y esta presión ha sido capitalizada con fines políticos por la oposición contra el gobierno. Como ejemplo, se mencionó el acuerdo de la Junta de Andalucía con el Dr. Bernat Soria, para la investigación con células embrionarias.

Estos científicos han logrado que el presidente de la Federación Española de Diabéticos se sume a su reivindicación de utilizar los embriones congelados, asegurando que las células madre embrionarias son indispensables en la lucha contra la diabetes. Sin embargo, el Comité Independiente de Diabéticos, representado en la mesa redonda por María del Valle, no comparte esta postura de la Federación y considera que los enfermos no han sido debidamente informados del estado actual de la investigación en este campo. Aceprensa.

El embrión, ¿ser vivo o bola de células?

Para obtener células madre embrionarias hay que destruir ineludiblemente un embrión humano de pocos días. Por ello, la raíz de este debate está en admitir si la vida humana empieza o no con la fecundación. Para algunos, el cigoto es un ser humano vivo que debe ser respetado, y para otros es un simple conglomerado de células vivas, que pueden ser usadas con fines experimentales o clínicos.

En 1996, Angelo Serra, genetista y director durante algunos años del Departamento de Genética de la Clínica Gemelli de Roma, publicó un artículo titulado El estado biológico del embrión. ¿Cuándo comienza el ser humano? (1).

En el artículo Serra se limita a exponer desde un punto de vista exclusivamente biológico los datos esenciales que se conocen sobre el embrión humano en sus primerísimos estadios. «La ciencia (…) puede establecer -como para cualquier otro ser- el momento concreto en el que un determinado ser humano comienza su propio ciclo vital (…) Pero aquí termina su tarea. Sobre esta base, corresponderá luego a las ciencias humanas desarrollar los demás conceptos metabiológicos necesarios para una total comprensión del valor de este minúsculo ser, sobre los que se fundan su dignidad y sus derechos».

Seguidamente Serra comienza a explicar la complejidad de la concepción, en la que destaca tres características principales: coordinación, continuidad y gradualidad.

Coordinación, puesto que «el desarrollo embrional desde el momento de la fusión de los gametos hasta la formación del disco embrional, hacia el 14º día de la fecundación, (…) es un proceso en el que se da un coordinado subseguirse e integrarse de actividades celulares bajo el control del nuevo genoma, modulado por una ininterrumpida cascada de señales que se transmiten de célula a célula y del ambiente extracelular y extraembrional a cada una de las células». «Esta innegable característica -continúa Serra- implica y exige una rigurosa unidad del ser en desarrollo. El embrión humano, incluso en sus más precoces estadios, no es y no puede ser una mera agregación de células ontológicamente distintas, como alguien quisiera sostener. Es, por el contrario, un individuo en el que cada una de las células que se van multiplicando están integradas estrechamente en un proceso».

En este proceso hay continuidad. La multiplicación celular y la aparición de los diversos tejidos y órganos aparecen a nuestros ojos como discontinuos. Sin embargo, cada uno de ellos no es sino la expresión de una sucesión de acontecimientos encadenados el uno con el otro sin interrupción: «Si hay interrupción se da patología o muerte. Esta continuidad implica y establece la unicidad del nuevo ser en su desarrollo».

Por último, «es evidente que la forma definitiva se alcanza gradualmente».

La única conclusión lógica, afirma Serra, es: «Con la fusión de los dos gametos humanos, un nuevo ser humano comienza la propia existencia o ciclo vital, en el que realizará autónomamente todas las potencialidades de que está intrínsecamente dotado (…). El embrión, pues, desde la fusión de los gametos, ya no es un potencial ser humano, sino que es un real ser humano».

Esta conclusión es la misma que señala Juan Pablo II en la encíclica Evangelium vitae (n. 60): «Desde que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegaría a ser humano si no lo hubiese sido desde entonces. A esta evidencia de siempre… la genética moderna otorga una notable confirmación. Demuestra que desde el primer instante se encuentra fijada la estructura, o sea, el programa genético de lo que será ese viviente: una persona, una persona individual, con sus características ya bien determinadas».

_______________________________________(1) En Comentario interdisciplinar a la «Evangelium vitae», B.A.C., Madrid (1996); ver servicio 169/96.

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