Acoso sexual en la ONU

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Contrapunto

Si se supiera que un alto cargo de Naciones Unidas presiona a una funcionaria para obtener sus favores a cambio de un ascenso, inmediatamente sería destituido por acoso sexual. Pero si un organismo de la ONU fuerza a millones de mujeres y de hombres a organizar su natalidad de acuerdo con sus dictados, so pena de negarles la ayuda al desarrollo, es un benefactor de la humanidad. Esto lo estamos comprobando desde hace tiempo, siempre que organismos como el Banco Mundial condicionan sus créditos a países pobres a la adopción de políticas de control de la natalidad. Y la presión se ha endurecido a raíz de la campaña organizada con vistas a la Conferencia sobre Población y Desarrollo que la ONU celebrará en El Cairo el próximo septiembre.

Para legalizar el aborto a petición, sus partidarios acuñaron el eslogan: «¡Hay que sacar al gobierno de la alcoba!». Pero ahora resulta que los gobiernos deben tomar cartas en el asunto, para incluir el aborto como un elemento generalizado de la política de población.

Los que temen el crecimiento demográfico son precisamente los países ricos del Norte, donde el problema no es el aumento de la población, sino justo lo contrario. Por eso cuando hablan de «estabilizar» la población, en realidad pretenden imponer al Sur la población que ellos juzgan conveniente. Curiosamente, ahora que la planificación central de la economía ha caído en descrédito, se mantiene, en cambio, la idea de que los gobiernos de los países en desarrollo deben planificar la natalidad. Este afán planificador refleja la acostumbrada arrogancia. Se ha comprobado que es perjudicial que el gobierno decida, en vez de los agricultores, si han de plantar arroz o cereales; pero parece que la autoridad sabe mejor que la gente el número de hijos que le conviene tener.

La manía planificadora es tanto más sospechosa cuanto que procede de organismos que al mismo tiempo propugnan en la economía las privatizaciones y el libre juego del mercado. Así, el Banco Mundial acaba de anunciar su intención de aumentar los créditos ligados, en los sectores sociales, a políticas demográficas. En los últimos cinco años, los préstamos de este tipo han pasado ya del 6% al 16% de su cartera. Lo que distingue a este acoso sexual es que se anuncia a bombo y platillo.

Ignacio Aréchaga

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