Turquía: el inmovilismo está en la vieja guardia kemalista

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Para comprobar que no necesariamente las ideologías secularistas promueven la libertad civil, mientras la religión se opone a la apertura, no hay que pensar en los regímenes comunistas. Turquía ofrece otro destacado ejemplo actual de lo contrario. Allí la democratización viene del movimiento islámico, y la principal fuerza inmovilista está en el campo del laicismo.

En las dos últimas semanas el gobierno turco del partido islamista Justicia y Desarrollo (AKP) ha decidido eliminar sendas restricciones a la libertad, impuestas por el secularismo reinante desde Atatürk. Una es el artículo 301 del Código Penal, que prohíbe denigrar la “identidad turca”, así como los tres poderes del Estado y las fuerzas armadas o los cuerpos de seguridad. Otra es la prohibición del “hiyab” o velo “islámico” en la universidad.

Sin insultar a la nación

El artículo 301 se viene utilizando contra los intelectuales que critican públicamente el régimen turco. Los casos más célebres son el del premio Nobel Orhan Pamuk, por referirse a la matanza de armenios en 1915-16 en una entrevista concedida a una publicación suiza (los cargos fueron finalmente retirados), y el del periodista de origen armenio Hrant Dink, condenado por expresiones similares a seis meses de prisión y asesinado poco después, en enero de 2007 (fue rehabilitado a título póstumo por un tribunal de segunda instancia).

El gobierno no se ha sentido fuerte, pese a la decisiva mayoría obtenida en las elecciones de julio pasado, para eliminar el artículo, y ha preferido preparar una reforma que está demorándose en enviar al Parlamento. Cambiando “identidad turca” (“turquidad”, literalmente) por “nación turca”, cree evitar un término abstracto y difícil de definir que es un coladero. Pues es comúnmente admitido que el problema, más que en el artículo mismo, está en el uso que hacen de él las organizaciones nacionalistas, iniciadoras de la mayor parte de los casos. La complicidad del sistema judicial, bastión -junto con el ejército- de la vieja guarda kemalista, facilita que las denuncias prosperen.

La reforma del artículo 301 sería por lo menos un avance de gran valor simbólico que podría anotarse el gobierno islamista en su historial de defensor de los derechos civiles. Sin embargo, ese precepto es solo el más conocido de casi cuarenta restricciones de la libertad de expresión vigentes en la legislación turca.

El velo en la Universidad

El levantamiento del veto al hiyab para las alumnas universitarias se hará con el apoyo del Partido del Movimiento Nacionalista, un pequeño partido con el que el gobierno de Erdogan tendrá la mayoría necesaria para cambiar la Constitución. La principal fuerza de oposición, el kemalista Partido Popular Republicano (CHP), ha advertido que recurrirá al Tribunal Constitucional (TC) si la propuesta se aprueba.

La reforma supone modificar dos artículos de la Constitución y uno del reglamento universitario para permitir el libre uso del velo por parte de las estudiantes. Los cambios especifican que “nadie puede ser privado de la educación por ninguna razón” y que “el modo de vestir es libre en las universidades”, pero también especifican que en el caso del uso del velo la cara deberá quedar visible para que se pueda reconocer la identidad de la persona.

Esta reforma cuenta con apoyo popular. Según una encuesta realizada en 2006 por la Fundación Turca de Estudios Económicos y Sociales, dos de cada tres mujeres se cubren la cabeza para salir de casa. En cambio, los laicistas como el líder del CHP, que equipara la autorización del hiyab con una ataque “contra los mismos fundamentos de la república secular de Atatürk”, resultan ya trasnochados.

Contra la reforma se ha manifestado el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Yasar Büyükanit, otro de los puntales del secularismo, quien ha dicho: “la nación entera sabe cuál es nuestra posición sobre el velo, no hay necesidad de repetirla”. A su vez el Consejo de Rectores Universitarios condenó la reforma en un duro comunicado asegurando que el uso del velo llevará inevitablemente a Turquía a convertirse en un “Estado religioso”.

También hay resistencia en parte de la población. Una multitudinaria concentración (de 40.000 a 60.000 personas) celebrada en 2 de febrero ante el mausoleo en Ankara de Kemal Atatürk, mostró su repulsa a los cambios que promueve el gobierno.

Todavía “la vieja guardia, que declara profesar los valores occidentales pero no quiere las libertades que traerían, pone obstáculos en el camino de la población creyente agitando el espantajo del extremismo religioso”, dice la periodista Sabrina Tavernise, del International Herald Tribune (25 enero 2008).

Sin embargo, los islamistas no favorecen las libertades por igual en todos los terrenos. Los cristianos siguen estando discriminados en Turquía, aunque muchos conceden que el gobierno del AKP les trata mejor que los predecesores laicistas.

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