Pulseras Rojas

TÍTULO ORIGINAL Polseres Vermelles

PRODUCCIÓN España - 2011

DURACIÓN 45 min.

CREADORES

GÉNEROS

PÚBLICOJóvenes

CLASIFICACIÓNLenguaje soez

ESTRENO24/01/2011

Steven Spielberg y Martha Kauffman (productora de Friends) han comprado los derechos de esta serie catalana para hacer una versión norteamericana. No es extraño que el director de E.T. y productor de Los Goonies se haya fijado en esta serie de los creadores de la película Héroes, muy cercana al universo adolescente spielbergiano. Lo extraño es que sea un director norteamericano quien señale Pulseras rojas como una de las grandes series españolas, la mejor sobre adolescentes desde Verano azul, de Antonio Mercero.

Adolescencia en un hospital

La historia que cuenta Pulseras rojas tiene bastante que ver con la biografía de su creador. Albert Espinosa (Barcelona, 1974) padeció tres cánceres que le hicieron pasar la adolescencia en un hospital (de los 14 a los 24 años). Perdió una pierna en un día de Sant Jordi. Años después, en misma fecha, Espinosa logró ser el autor que más ejemplares vendió en la feria del libro catalana con su novela Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven (ver Aceprensa, 27-06-2011).

Entre estos dos acontecimientos, Espinosa ha alternado la literatura con el cine. Ha dirigido (No me pidas que te bese porque te besaré) y escrito guiones para otros directores como Antonio Mercero (Planta 4ª, en la que ya se trataba la temática de la serie) y Pau Freixas (Héroes).

“En el hospital tuve tres cánceres, perdí una pierna, un pulmón y medio hígado. Pero fui feliz. Para mí la muerte puede dar mucha vida, y las pérdidas mucha ganancia. Yo tenía amigos, familia y sentido del humor y eso me salvó. En los hospitales la gente no se muere de cáncer sino de aburrimiento”. Estas frases resumen una vida y el tono de una serie que trata sobre algo inicialmente tremendo: las graves enfermedades de un grupo de adolescentes.

Pau Freixas es un director que engrandece a su guionista. Ya lo hizo en Héroes, premiada por el público en el Festival de Cine de Málaga de 2010, y vuelve a hacerlo en Pulseras rojas

Optimismo y veracidad

La serie desprende optimismo y veracidad, elementos difíciles de conjugar. Siendo una serie de temática tan dolorosa, apenas hay lágrimas. Lejos de la autocompasión, cada personaje muestra las lógicas dudas y temores, pero no se queda ahí. Los pulseras rojas (por la que recibe cada uno cuando le operan) son unos adolescentes con recorrido y matices: nada que ver con la tópica visión reduccionista que suelen mostrar con demasiada frecuencia el cine y la televisión: fugados de cerebro y saturados de testosterona.

Esto no se lograría sin un guión magnífico que entretiene con las aventuras del grupo en el hospital (Espinosa es ante todo un gran narrador) y emociona sin trampa ni cartón. “La vida es más real en los hospitales”, sentenció una persona sabia que conocí, y Espinosa parece compartir esta idea.

“La gracia de este mundo es conocer a personas que te cambian la vida, perlas y diamantes que están ahí, esperando que las descubras”. No es solo una cita bonita, sino un modo de dibujar a unos personajes que Espinosa admira con sus defectos, sus momentos insoportables y también sus aspectos entrañables de heroísmo hospitalario. Lo dice muy claro la madre de uno de los pulseras: “Mi marido no viene nunca a ver a mi hijo… Pero él se lo pierde, aquí los dos estamos creciendo. Hay quien cree que sólo se crece fuera. Pero aquí se crece más y más rápido”.

La serie muestra con una emoción sincera la grandeza del espíritu humano que en medio de las dificultades saca lo mejor de sí mismo

Actores jóvenes bien dirigidos

Por otro lado, Pau Freixas es un director que engrandece a su guionista. Ya lo hizo en Héroes, premiada por el público en el Festival de Cine de Málaga de 2010, y vuelve a hacerlo en Pulseras rojas. Si en Planta 4ª o No me pidas que te bese porque te besaré había grandes aciertos de Espinosa, también había caídas de ritmo y varias concesiones a la zafiedad que dañaban el tono elegante y amable de la historia. En Pulseras rojas, Pau Freixas pule estos detalles y acierta con la planificación visual. Hay grandes espacios donde resaltan los colores claros, y la fotografía difuminada expresa a la perfección el alma de la historia: esperanzas de una juventud que marcará para siempre a los personajes. Por otro lado, Freixas confirma su maestría en la dirección de actores jóvenes y hacerlos actuar con naturalidad y simpatía.

Pero lo que más se agradece de la labor de Freixas es que sabe situar la cámara a la distancia justa para no manipular las emociones del espectador. En un contexto en que hubiese sido fácil los primeros planos de lágrima fácil, el director opta por una cierta contención visual y unas interpretaciones más basada en miradas matizadas que en gestos grandilocuentes. De esta manera la serie es muy sugerente de principio a fin.

Dios ausente

Es una lástima que la profunda trascendencia de la serie no refleje también el conflicto religioso que provoca el dolor. En la serie hay un limbo y una mención a los ángeles, pero Dios no aparece ni siquiera como una posibilidad, algo que resulta tan chocante como el abuso de lenguaje irreverente del personaje de Lleó (Álex Monner). No es un problema propio de esta serie, sino del cine español en general y del doblaje de las películas extranjeras. No me resultaría extraño que la adaptación norteamericana no sólo no incluyese blasfemias, sino que probablemente alguno de los personajes hable de Dios con naturalidad.

Esto no quiere decir que la serie no desprenda un profundo humanismo cristiano basado en la caridad, el sentido del compromiso en la amistad, el dolor asumido que puede convertirse en una fuerza purificadora… Todo lo contrario: la serie muestra con una emoción sincera la grandeza del espíritu humano que en medio de las dificultades saca lo mejor de sí mismo, lo que le hacer ser verdaderamente libre y espiritual, capaz de trascendender lo material (el cuerpo enfermo hace a los chicos mirar de otra manera al mundo y a los demás). Incluso en su acercamiento a la sexualidad se agradece que los personajes tengan el pudor del que sabe lo que vale su intimidad.

La música de la serie es obra de grupos catalanes. Las canciones son una manera inteligente de oxigenar la historia con reflexiones necesarias sobre la vida de los personajes. Aunque Sense tu del grupo Teràpia de Shock (magníficamente utilizada en el clímax del primer capítulo) es la canción que más ha trascendido, cada capítulo tiene un par de temas muy bien insertados, como La meva terra és el mar de Lax’n’Busto, El teu tresor de Lluís Cartres o Puc ser jo de Whiskyn’s. Las estrofas de estas canciones suenan el tiempo necesario y no, como es habitual en tantas series españolas, el tiempo que dure la canción (algo que acaba ralentizando la narración y aburriendo al espectador con escenas innecesariamente alargadas).

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