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En España se intenta excluir a la enseñanza diferenciada

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Mientras en otros países se amplía la oferta educativa pública

Con la idea de aumentar la oferta educativa en la enseñanza pública, el gobierno de EE.UU. ha anunciado cambios legales que eliminan muchas de las restricciones que hasta ahora impedían crear escuelas públicas donde chicos y chicas estudien separadamente. Este tipo de colegios había casi desaparecido después de que una ley de 1972 (conocida como Título IX) prohibiera la discriminación por razón de sexo. Esta disposición no veta la educación diferenciada, pero se ha aplicado de tal manera que en la práctica ha hecho muy difícil la existencia de colegios no mixtos en el sistema público. En el sector privado sigue habiéndolos.

La Ley de Educación aprobada en 2001 bajo la Administración Bush abrió la puerta a una nueva interpretación del Título IX (cfr. servicios 179/01 y 122/02). Ahora el gobierno ha hecho pública su propuesta de normativa, abierta a discusión pública durante 45 días, y se espera que dentro de pocos meses se adopte la nueva regulación. Esta mayor apertura hacia la enseñanza diferenciada cuenta con apoyos tanto entre políticos republicanos como demócratas, entre ellos el de Hillary Clinton y otras senadoras.

Que los padres decidan

«No pretendemos indicar que ningún niño determinado deba ir a una escuela de enseñanza separada», se explica desde el Departamento de Educación. «Son los padres y los educadores los que tienen que decidirlo. Pero actualmente no tienen la posibilidad de tomar tal decisión, incluso aunque piensen que es apropiada para sus hijos».

La regulación propuesta permite que las escuelas públicas, sin dejar de ser mixtas, establezcan algunas clases de enseñanza separada voluntaria cuando exista un motivo pedagógico; por ejemplo, si la experiencia indica que pocas chicas eligen cursos de informática, se les puede ofrecer clases de ese tipo para ellas solas. Pero siempre habrá la opción de estudiar lo mismo en otra clase de enseñanza mixta.

Los distritos escolares pueden también crear escuelas solo para chicos o para chicas, sin necesidad de particular justificación pedagógica. La única condición es que ofrezcan cursos, servicios e instalaciones «sustancialmente iguales» en otras escuelas del distrito, escuelas que pueden ser mixtas o no. Es decir, un distrito puede crear una escuela solo para chicas sin que tenga que ofrecer otra solo para chicos.

Las charter schools -escuelas públicas autónomas financiadas por el Estado pero de iniciativa de profesores o padres- podrán establecer clases separadas sin someterse a otras condiciones.

Los más beneficiados

La idea directriz del Departamento de Educación es que también dentro de la enseñanza pública puedan encontrar su lugar aquellos alumnos a los que les favorece un ambiente de enseñanza diferenciada. El secretario de Educación, Rod Paige, declaró al Washington Post (8-III-2004) que su opinión de que las clases diferenciadas para chicos y chicas pueden ayudar a algunos estudiantes se vio reforzada tras visitar una escuela para chicas en Nueva York, la Young Women’s Leadership School. Las jóvenes -que habían obtenido resultados insatisfactorios en escuelas mixtas a las que asistían anteriormente- hablaban con entusiasmo de su nuevo entorno educativo.

Según William Raspberry, comentarista del Washington Post, la discusión basada en cuestiones de principio sobre la coeducación corre el riesgo de perder de vista tres puntos importantes: 1) la educación diferenciada es mucho más accesible para los alumnos de clases medias y altas que van a escuelas privadas que para los alumnos con menos ingresos, que van a escuelas públicas; 2) los que proceden de familias con menos ingresos y viven en entornos problemáticos son los que mejoran más sus resultados al asistir a clases solo para chicos o solo para chicas; 3) dado que la enseñanza pública es mixta, quienes más podrían beneficiarse de la educación diferenciada son quienes más difícilmente pueden acceder a ella. Por este motivo Paige insiste en que lo que se pretende no es prescribir, sino permitir la elección: «Queremos un sistema que pueda educar a todos nuestros hijos».

De hecho, los cambios adoptados en distintos países en los últimos tiempos van en la línea de introducir mayor flexibilidad dentro de la escuela pública para que puedan existir modalidades de educación diferenciada, allí donde se vea necesario. Por ejemplo, en Alemania, desde 1998, varios Länder ofrecen clases de matemáticas y ciencias solo para chicas, pues se ha comprobado que esto favorece que se orienten más hacia las ciencias. En Australia, donde en la enseñanza pública hay escuelas de educación diferenciada, el gobierno aumentó su número en 2001 pues resultaban insuficientes para la demanda de las familias.

En otros sitios, como en Francia, el debate se ha abierto a raíz del libro del sociólogo Michel Fize, Les pièges de la mixité social, quien afirma que la coeducación no es un dogma sino un instrumento pedagógico que debe ser juzgado por su eficacia (cfr. servicio 120/03).

Los adeptos del modelo único

En contraste con esta ampliación de las opciones educativas en la enseñanza pública, en España los gobiernos regionales dominados por el Partido Socialista quieren reducirla incluso en la privada. Así, han anunciado que retirarán la financiación pública a los colegios privados concertados que no son mixtos, una medida aplaudida por los sindicatos de izquierdas. De este modo se politiza un asunto -la elección entre enseñanza mixta o diferenciada- que debería ser estrictamente pedagógico y dejado a la libre elección de las familias.

La razón aducida es que la enseñanza diferenciada supone una «segregación por razón de sexo». Jugando con un término equívoco, se da por supuesto que la separación equivale a un trato de inferioridad. Pero ¿los padres que escogen estos colegios para sus hijos lo hacen para que reciban un trato inferior? En realidad, nadie se ha atrevido siquiera a decir que estos alumnos estén peor formados; más bien las calificaciones sugieren lo contrario.

Tampoco puede decirse que haya una discriminación para terceros. El asunto se planteó ya ante la Audiencia Nacional, que, en sentencia de 20-XII-1999, señaló que el hecho de que «en un centro docente se impartan enseñanzas solo a niños o solo a niñas no puede considerarse discriminación por razón de sexo desde el momento en que los padres o tutores pueden elegir, dentro de un entorno gratuito de enseñanza, entre los diversos centros existentes en un territorio».

Oferta plural

Se trata de facilitar la libertad de elección, con una oferta en la que existan diversos modelos. José Luis García Garrido, catedrático de Pedagogía en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), subraya esta idea en ABC (24-II-2004): «Es absurdo pensar que en las sociedades abiertas en las que hoy viven nuestros hijos, la escuela diferenciada pueda constituir una amenaza de segregación sexual o social. Es hipócrita afirmar, como hacen algunos que en cambio apoyan la existencia de hogares (me resisto a llamarles familias) homosexuales y unisexuales, que las escuelas tengan que ser necesariamente mixtas».

«La familia sí que es esencialmente coeducacional; en ella sí que es totalmente necesaria la presencia de ambos sexos, al menos en principio. Pero no la escuela. La escuela puede serlo o no serlo. El serlo tiene sus ventajas y sus inconvenientes, como también los tiene el no serlo. Si numerosos padres y madres, bien democráticos ellos y contribuyentes del Estado en países democráticos, piensan sinceramente que lo que conviene a sus hijos o hijas es una escolaridad diferenciada, no entiendo que haya que obligarles a aceptar por narices, o mediante presiones económicas, su asistencia a una escuela mixta».

Resulta curioso que determinados partidos políticos pretendan obligar a los padres a elegir solo lo que ellos piensan, eliminando de un plumazo dogmático -por decreto- el pluralismo de la oferta educativa.

Juan Domínguez

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