·

Dos competidores son multitud

publicado
DURACIÓN LECTURA: 14min.

La televisión de pago europea tiende al proveedor único en cada país
La abundancia de opciones en el menú televisivo no significa necesariamente pluralidad de proveedores. En Europa, la televisión de pago tiende de hecho a los monopolios nacionales. En España e Italia, las dos plataformas de cada país aspiran a la fusión. En Gran Bretaña ya queda solo una. En Alemania la única existente está al borde la quiebra. La razón es la misma en todos los casos: los mercados europeos no dan para tanta oferta de canales, o al menos no para hacer rentables las astronómicas inversiones, en derechos del fútbol y del cine, que los operadores hicieron para atraer más audiencia que los competidores.

La cuestión es si la reducción de operadores supone merma de la competencia, en perjuicio del público. La duda resulta más acuciante si se tiene en cuenta que en las plataformas de los distintos países están a menudo los mismos grupos. En la compleja trama de empresas y participaciones cruzadas, Vivendi y Murdoch aparecen por casi todas partes.

Los operadores replican que la pluralidad que importa es la de contenidos, y los contenidos proceden de muy distintos cocineros: las plataformas solo distribuyen paquetes de programas, comprados a otros en buena parte. Dicho esto, añaden que las fusiones y quiebras obedecen a la pura lógica comercial: las dificultades de las plataformas muestran que no hay sitio para dos en un mismo mercado.

Italia: fusión paralizada

En abril del año pasado las plataformas italianas Telepiù, de la maltrecha multinacional francesa Vivendi Universal, y Stream, de News Corp. (el grupo de Rupert Murdoch) y Telecom Italia, firmaron un acuerdo de fusión. Ambas suman 2,1 millones de abonados (1,4 millones de Telepiù y 700.000 de Stream) y grandes pérdidas: más de 500 millones de euros en 2000 (200 y 300 millones, respectivamente). Confiaban en poder enjugarlas al reunir, mediante la fusión, los derechos de todos los clubes de la liga italiana y los de la Liga de Campeones europea, amén de otros activos. Según el acuerdo, Telepiù pagaría 390 millones de euros por su competidor; pero, al sumar la deuda de Stream, la factura se elevaba por encima de 500 millones.

La autoridad italiana de la competencia paralizó la fusión para examinarla. Se ha tomado mucho tiempo: el pasado 13 de mayo dio por fin luz verde. Pero impuso condiciones rigurosas, que impedirían al conglomerado explotar en exclusiva los dos ingredientes estrellas del menú de pago: el fútbol y el cine.

Así, la autoridad de la competencia prohíbe que la nueva plataforma establezca contratos de más de dos años con los clubes de fútbol que participan en la Liga italiana (primera y segunda división), la Liga de Campeones, la Copa de la UEFA y la Copa de Italia: o sea, todos los partidos por los que un espectador estaría dispuesto a pagar. También exige conceder derecho de rescisión unilateral de contratos tanto a los clubes de fútbol como a las productoras cinematográficas, sin compensación y sin más requisito que avisar con seis meses de antelación.

Otras condiciones afectan especialmente a Vivendi, que tiene intereses en otros sectores del negocio televisivo italiano. En concreto, la multinacional francesa no podrá participar en la televisión digital terrestre, de modo que tendrá que vender Prima TV y Europa TV. Además, deberá permitir a otros operadores distribuir sus programas por vías distintas del satélite. Y en estos otros medios de difusión, deberá renunciar a su actual exclusividad de derechos.

Vivendi, un gigante endeudado

El objeto de estos y los demás requisitos es, según la autoridad italiana, favorecer la entrada de nuevos operadores en la televisión de pago y el desarrollo de otros sistemas de transmisión.

Pero ¿acaso van a entrar otros competidores, para perder dinero, como nosotros hasta ahora?, pregunta Vivendi. El grupo francés arrastra una deuda de 31.300 millones de euros, consecuencia de la febril expansión que transformó lo que era una muy rentable empresa de distribución de agua corriente en un colosal conglomerado de comunicación. Tras la crisis en Canal+ Francia y la caída de sus acciones, Vivendi no está para más riesgos. Considera excesivas las condiciones impuestas para la fusión, porque -sostiene- no aseguran la viabilidad del proyecto a medio plazo, y ha decidido renunciar. El asunto está en el aire, pues Stream no se resigna a seguir perdiendo dinero y afirma que Telepiù no tiene derecho a anular el acuerdo.

España: los enemigos se unen

También quieren fundirse las dos plataformas españolas de televisión de pago vía satélite: Canal Satélite Digital (Groupe Canal+, de Vivendi, y PRISA, editora del diario El País) y Vía Digital (Telefónica, DirectTV, RTL, Televisa y otros). Eran acérrimas enemigas desde que Telefónica decidió irrumpir en el negocio, que hasta entonces tenía en solitario Sogecable, la empresa propietaria de Canal Satélite Digital (CSD) y Canal+, la versión terrestre. Compitieron duramente por los derechos del fútbol, que se repartieron tras una puja que llevó los precios a la estratosfera.

Pero los enemigos se fueron acercando, al comprobar que se estaban causando una sangría recíproca que no beneficiaba a ninguno. Hace cuatro años hubo un primer intento de fusión, que fracasó. Finalmente optaron por juntar sus derechos sobre espectáculos deportivos en una sociedad gestora común, Audiovisual Sport, que sin embargo nunca ha ganado dinero. Los espectadores de pago no han sido suficientes para compensar los elevados derechos sobre los partidos de fútbol, ni siquiera cuando juega el Real Madrid, el equipo de mayor audiencia, con una media de 100.000 compradores en la modalidad de pago por visión. En otros casos, la audiencia no basta ni para recuperar lo que cuesta desplazar las cámaras al estadio.

Así, CSD, con 2 millones de abonados, dio el año pasado, por vez primera, modestos beneficios (2,8 millones de euros). Por su parte, Vía Digital, con 806.000 abonados, nunca ha dejado de perder (334 millones de euros en 2001).

El reciente acuerdo de fusión, anunciado a principios de mayo, supone que Sogecable queda al mando y Telefónica se retira al segundo plano, aunque la dirección será compartida. Los actuales accionistas de Sogecable tendrán el 77% de la nueva sociedad, y el resto será para los de Vía Digital. Parece que Telefónica quiere frenar sus aventuras en los medios de comunicación, emprendidas por el anterior presidente después de que se privatizase la compañía, que en su origen era el monopolio estatal del teléfono. Según los términos del acuerdo, Sogecable adquirirá el 40% que Telefónica (a través de Admira, su grupo de empresas de comunicación) tiene en Audiovisual Sport, de modo que controlará el 80% del mercado español del fútbol por televisión.

Límites legales

El acuerdo ha de ser sometido a examen por parte de las autoridades de defensa de la competencia, tanto de España como de la Unión Europea. La autoridad comunitaria tiene primero que decidir si la fusión está supeditada a su visto bueno, cosa que sucede cuando el volumen de negocios rebasa 5.000 millones de euros en total y 250 millones dentro de la Unión Europea.

En España, la fusión tiene otras implicaciones. La Ley de Televisión Privada (1989) prohíbe que cualquier sociedad que sea titular de una licencia o controle una titular participe en otra concesionaria. Pero Telefónica posee el 47% de una televisión privada terrestre, Antena 3 TV. La fusión supondría que Telefónica participaría, a través de la nueva plataforma única de pago, en Sogecable, titular de otra concesión. La defensa de Telefónica es que no controlará Sogecable, sino que tendrá una participación minoritaria.

Los operadores creen que la ley no responde a la realidad actual del negocio televisivo. Por eso -según el diario El Mundo (23-V-2002)- Uteca, la patronal de la televisión privada integrada por Canal+, Antena 3 TV y Telecinco (Mediaset, de Berlusconi), ha propuesto al gobierno que se reforme la ley, para que se permita a un mismo socio estar en más de una cadena y se suba o suprima el límite accionarial, que actualmente es el 49%.

Las autoridades españolas de la competencia examinarán también las implicaciones de la fusión en la oferta de contenidos. Podrían obligar, por ejemplo, a facilitar el acceso a otros proveedores de canales de televisión o de servicios interactivos. El proceso de autorización durará meses.

En cualquier caso, la competencia en la televisión de pago española ya se ha reducido con el cierre de Quiero TV, la primera cadena digital terrestre, que el año pasado perdió 216 millones de euros.

Gran Bretaña: Murdoch se queda solo

BSkyB, la televisión de pago (por satélite) propiedad de Rupert Murdoch, se ha convertido en la única televisión de pago en el Reino Unido, tras el hundimiento de ITV Digital (terrestre), la plataforma promovida por Carlton y Granada (la BBC tiene también una plataforma digital, pero gratuita). El difunto competidor dejó de emitir a principios de mayo.

ITV Digital quiso dar la réplica a BSkyB, pero llegó tarde a los derechos del fútbol. Para atraer espectadores, no le quedaba más que la segunda división, y contrató la exclusividad a precio de oro. Como en otros países, se ha comprobado que los partidos no valen tanto. Pocos abonados pagaban para ver a los equipos de segunda, de suerte que -como ha dicho algún analista de inversiones- a ITV Digital le habría salido más barato pagar a sus suscriptores el viaje y la entrada al estadio que servirles los partidos a domicilio. Así, la desaparecida plataforma no ha podido competir con BSkyB, que -con 5,5 millones de abonados- la triplicaba en clientela.

La caída de ITV Digital supone una grave crisis para los clubes de fútbol que le vendieron los derechos (ver servicio 53/02). El dinero que no llegarán a cobrar es ahora un agujero en sus presupuestos, inflados con expectativas. El gobierno ha prometido un plan de ayudas para recolocar a los jugadores que van al paro.

Tras la desaparición de su competidor, en mayo Murdoch recibió otra buena noticia. El gobierno anunció que rebajará los límites legales a la concentración de la propiedad, de modo que News Corp. podrá cumplir su ambición de expandirse a la televisión terrestre mediante la compra de Channel 5.

Alemania: Kirch se tambalea

En Alemania la cuestión no es si habrá competencia, sino si sobrevivirá la televisión de pago. El futuro de este negocio depende del grupo Kirch, que se tambalea peligrosamente. En abril, Kirch Media, una pieza clave del conglomerado, se declaró en suspensión de pagos, después de intentar sin éxito que su socio Murdoch inyectara capital para reducir la deuda. A principios de mayo, llegó el turno a Kirch Pay-TV, matriz de Premiere (por cable), la única televisión de pago que existe en Alemania. De momento, la plataforma sigue emitiendo, pero necesitará que la compre el grupo de Murdoch, que tiene el 22%, o tal vez Bertelsmann, otro socio.

Premiere tiene 2,4 millones de abonados, pocos en un país de 82 millones de habitantes. Pierde unos 2 millones de euros al día. El año pasado registró unas pérdidas, antes de impuestos y del pago de intereses, de 989 millones de euros, con una facturación de 813,1 millones, ligeramente inferior a la del año anterior. ¿A qué se debe su fracaso, si está sola en el negocio?

Premiere tiene que competir con una muy bien implantada red de cable, que distribuye un amplio menú de canales abiertos. Su baza está en las emisiones exclusivas de cine y fútbol. Tiene 11.000 películas y 40.000 horas de series de televisión, y posee los derechos de transmisión de la Bundesliga y de los mundiales de 2002 y 2006. Pero Premiere no ha podido explotar sus exclusivas como quisiera, pues las autoridades alemanas le han forzado a compartir los derechos de los partidos de interés nacional. Y los restantes no atraen suficientes compradores.

La competencia es posible en Francia

Pero hay todavía una notable excepción a la cadena de pago única. En Francia conviven dos plataformas que emiten vía satélite: CanalSatellite (Canal+ y Lagardère), con 1,5 millones de abonados, y TPS (de la privatizada TF1, la Banca Suez y el canal generalista M6), que tiene 950.000 suscriptores. Pero ninguna de las dos son muy boyantes: CanalSatellite gana poco y TPS todavía pierde. Pero subsisten quizá porque no han adoptado estrategias tan agresivas como las televisiones de otros países. Desde hace más de dos años comparten los derechos del fútbol en virtud de un acuerdo con el que lograron contener los precios. También comparten canales en la distribución por cable.

En fin, la televisión de la abundancia requiere abundancia de espectadores. Y los mercados europeos, limitados a las fronteras de cada idioma, son demasiado pequeños para absorber una plétora de cadenas como la de Estados Unidos.

¿Hay futuro para la televisión digital terrestre?

La televisión digital terrestre (TDT) tiene mejor futuro de lo que podrían dar a entender los recientes fracasos de ITV Digital en Gran Bretaña y Quiero TV en España. Así lo cree la Unión de Radiodifusores Europeos (UER) en un informe que publicará en los próximos días. «El fracaso de ITV y Quiero es el fracaso de dos modelos de negocio bajo unas concretas condiciones de mercado», opina Jean Stock, secretario general de la UER. «Pero este informe deja claro que hay un cierto número de enfoques innovadores en otros lugares de Europa que pueden tener éxito». Quiero TV ha anunciado su decisión de cerrar con unas pérdidas de 500 millones de euros. ITV Digital ha cesado sus operaciones y su licencia volverá a la autoridad reguladora del Reino Unido.

El informe, realizado por Alexander Shulzycki, analista de medios de la UER, destaca algunas lecciones que hay que aprender de la experiencia pasada. La TDT debe evitar la confrontación directa con las televisiones de pago por cable y por satélite y abstenerse de distribuir gratuitamente los descodificadores. La bajada del precio de estos aparatos los hará cada vez más accesibles a la mayoría (en Francia, por ejemplo, pronto costarán unos 150 euros). Además existe un estándar técnico que convence a la mayoría de los operadores.

El informe destaca que casi todos los países europeos habrán lanzado la TDT antes de 2005, aunque no todos lo harán de la misma manera ni siguiendo necesariamente el modelo de televisión de pago de ITV y Quiero. En Holanda y Portugal habrá TDT antes de fines de 2002, con plataformas sostenidas por una amplia coalición de pesos pesados del mercado. Francia lanzará una TDT de 33 canales en otoño de 2003, incluidos canales abiertos.

En cualquier caso, el estudio considera que en la difusión de la TDT no serán muy influyentes la interactividad, el acceso a Internet y otras posibilidades que ofrece. El estudio de la UER observa también que será necesario un periodo más largo de cohabitación entre la televisión digital y la analógica (modelo actual). Los plazos fijados por los gobiernos para el «apagón analógico» no se ajustan a las condiciones reales del mercado. España tiene previsto poner fin a la TV analógica en 2012, Francia en 2013.

Tanto si se pasa más pronto o más tarde a la televisión digital, hay que llenar los canales de contenidos. Y aquí surge una vez más el choque entre el dominio del mercado por EE.UU. y la defensa de la producción europea en nombre de la «excepción cultural», que se resiste a tratar los productos audiovisuales como mera mercancía. El desequilibrio en los intercambios entre América del Norte y Europa en este campo puede advertirse en los datos que publica el Anuario del Observatorio Europeo de lo Audiovisual, en su edición 2002.

Con cifras de 2000, el desequilibrio de los intercambios audiovisuales a favor de Norteamérica alcanza 8.200 millones de dólares (un 14% más que en 1999). Aunque la difusión de programas norteamericanos en las cadenas europeas ha disminuido en volumen, los ingresos americanos por derechos de televisión han aumentado un 15,9%. Datos que alimentarán la polémica sobre la protección a la producción europea.

El instrumento jurídico básico para esta protección es la directiva de la UE «Televisión sin fronteras», adoptada en 1989 y actualmente en proceso de revisión. Según este texto, los Estados miembros de la UE deben velar para que «siempre que sea posible» las cadenas de televisión reserven a la producción europea «una proporción mayoritaria de su tiempo de difusión». Esta disposición ha sido objeto de duras polémicas y particularmente criticada por EE.UU., que quiere que a la producción audiovisual se apliquen las mismas reglas que a cualquier otro producto según las normas de la Organización Mundial del Comercio (libre circulación, respeto íntegro de la cláusula de nación más favorecida…).

Sin embargo, la actitud proteccionista que está adoptando la Administración Bush en otros productos (agrícolas, acero) y las posibles represalias europeas, debilitan la postura americana cuando invoca el libre comercio para los productos audiovisuales.

Javier Táuler

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.