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Más grandes, ¿más fuertes?

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Kirch, Vivendi: tropiezos de los gigantes de la comunicación
En los últimos tiempos hemos asistido a un proceso de concentración a gran escala en los medios de comunicación mundiales, con la formación de grandes grupos. Parecía que la suma de fuerzas en un grupo de este estilo iba a producir grandes sinergias y beneficios. Ahora hay signos inquietantes: Kirch Media suspende pagos en una de las mayores crisis de la historia alemana; Vivendi Universal anunció en marzo una pérdida neta de 13.600 millones de euros en el ejercicio 2001, el mayor déficit nunca registrado por una empresa francesa, y su estrategia de expansión se salda con la bajada de su acción en Bolsa. ¿La expansión de estos y otros grandes grupos se les ha indigestado? Se lo preguntamos a Mercedes Medina, profesora de Empresa Informativa de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra.

— ¿Las dificultades de estos grupos indican que estamos ante el fin de una «burbuja» de la comunicación?

— Pienso que no. Me parece que es un proceso natural. Estos grupos crecen comprando otras empresas, con lo que consiguen diversificar riesgos. ¿Que algunas se frustran? Bien, pero son unos grupos lo suficientemente grandes como para perdurar. En el caso de Kirch, por ejemplo, lo que está haciendo es vender algunas de sus participaciones, y parece que una parte de la crisis se debe a la adquisición de derechos de eventos deportivos. Pero luego tiene toda una serie de resortes que compensan en parte ese déficit: el campo editorial, la adquisición de películas americanas, etc. Por eso me parece que su situación actual es un fenómeno natural, que no creo vaya a desembocar en la desaparición de estos grandes grupos.

De hecho, vemos que otros grupos se están fusionando actualmente. Un caso es el de Prensa Española y el grupo Correo en España. Si realmente fuese una tendencia general o una «burbuja» en el mercado de la comunicación, otros grupos no se sumarían a estas alianzas. Otra cosa es que el déficit económico venga propiciado por un afán de invertir únicamente para «estar ahí», por la necesidad de innovar sin tener una estrategia clara. Pero hay otros grupos que tienen muy definidas sus estrategias de inversión. Un ejemplo claro es el grupo PRISA, con sus inversiones en América Latina.

Lo que ocurre es que al ser empresas tan grandes, cualquier cosa que les ocurre parece una debacle. Pero en realidad son movimientos normales de cualquier empresa, y no creo que deban llevarnos a pensar que estos grandes grupos vayan a desaparecer. Más bien al contrario. Me parece que por la tendencia a la globalización, la concentración en grandes empresas informativas es una necesidad en el mundo de la comunicación.

Redefinir estrategias

— Kirch había basado su estrategia en la explotación de la televisión de pago, mediante la compra de derechos de películas y grandes eventos deportivos. Al final, sus expectativas no se han confirmado. ¿Quiere esto decir que la idea de que existen millones de espectadores dispuestos a pagar por ver fútbol y cine es sólo un sueño? ¿O es que el precio era muy alto?

— La inversión en fútbol es un negocio muy arriesgado. Es muy difícil rentabilizar el fútbol en televisión, no sólo en televisión en abierto, sino también en televisión de pago, entre otras cosas porque de todos los partidos de fútbol que se compran, sólo unos pocos interesan realmente al público. En la televisión en abierto se añade la dificultad de la explotación publicitaria del fútbol, ya que en un partido el espacio publicitario es demasiado amplio, y previsible, con lo que tiene un alto riesgo de «escape» de los espectadores. En la televisión de pago tiene unos ingresos fijos, pero sigue pesando la desproporción entre el precio que se paga y la demanda real de espectadores.

En el caso del fútbol, siempre que haya magnates de la comunicación dispuestos a pagar, los derechos van a seguir siendo muy caros. Quizá lo que le ha pasado a Kirch sirva para reorientar este negocio conforme a sus dimensiones reales, que actualmente se han desorbitado. Creo que el error está en considerar el fútbol como un programa de interés general, cuando es algo que tiene su grupo de espectadores. Por eso me parece que el futuro de los programas deportivos es la televisión de pago.

Tamaño y fragilidad

— ¿En qué países se están asentando mejor las plataformas de televisión digital? ¿No tendrían que unirse, en vez de competir?

— Están teniendo problemas en todos los países, pero quizá más en Europa, donde los mercados son muy pequeños y fáciles de saturar, tanto en lo que se refiere a los espectadores, como a la adquisición de derechos, e incluso a la oferta de contenidos. En España, por ejemplo, ha aumentado la oferta a los espectadores, y las posibilidades de elegir son mayores; pero en cuanto a los contenidos, la oferta es prácticamente la misma en las televisiones digitales, abiertas y de cable.

Los mercados europeos son pequeños para soportar dos o tres plataformas digitales. Actualmente en el Reino Unido tiene un endeudamiento muy grande la ITV Digital; en Italia se habla de la fusión de las dos plataformas; en España es clarísimo, con la comparación de Canal Satélite y Vía Digital, y Quiero TV -ahora mismo la están vendiendo-. El problema no radica en el mercado, donde se ve clara la necesidad de fusionarse, sino en la confrontación de intereses políticos y económicos, que en el fondo son los que soportan estas plataformas. Cuando no hay acuerdo en la cúpula, aunque el mercado reclame esas fusiones, no se van a dar, salvo por la vía de la adquisición.

— Se habla mucho, especialmente en Alemania con el grupo Kirch, de las implicaciones políticas en estos grupos. ¿Cómo afecta esto a la objetividad informativa?

— La vinculación de la televisión con la esfera política es clara, sobre todo en Europa, donde la televisión surgió como televisión pública, y por tanto estrechamente vinculada a la política. Con la privatización del sector de la televisión en los años noventa, los poderes políticos vieron una amenaza. En las plataformas digitales los intereses políticos siguen operando. Pero con la proliferación de televisiones de pago, que implica una variedad muy grande de contenidos y una segmentación del mercado, el poder de influir va a ser cada vez menor. En el caso de la información, más que una supuesta neutralidad, me parece que la clave está en saber quién está detrás de cada uno de los medios de comunicación, y saber interpretarla. Por eso creo que en televisión sería bueno que hubiese una definición ideológica más explícita, porque sería un modo mucho más eficaz de informar, y de evitar la manipulación.

— ¿La concentración ha hecho más fuertes a estos grupos, o a algunos, como Kirch, les ha vuelto más frágiles por la necesidad de un endeudamiento desmedido para financiar su expansión?

— Creo que indudablemente les ha hecho más fuertes. El endeudamiento no es de suyo perjudicial, sino que es necesario en una estrategia de expansión, como ha ocurrido con Sogecable y su inversión en Canal Satélite Digital, que sólo después de cuatro años ha empezado a dar beneficios. El peligro está en la posible pérdida de identidad ideológica, que puede hacer más vulnerable la estrategia de expansión.

Hacia una televisión especializada

— Parece que las desmesuradas expectativas en la televisión de pago están en el origen de las dificultades de grandes grupos de comunicación. En una televisión en la que hay cada vez más opciones entre las que elegir de manera gratuita, con la proliferación de cadenas privadas, ¿qué sentido tiene la idea de una televisión de pago a la carta?

— Yo no creo que la televisión de pago sea el talón de Aquiles de estos grandes grupos. Un caso ilustrativo es el de Canal+ en España, que ha superado con creces las expectativas de Canal+ Francia, y me parece un producto de calidad que ha conseguido consolidarse en el mercado, y que ha sido rentable. La televisión a la carta es un negocio muy arriesgado. Me parece que es el futuro de la televisión, pero necesita una mayor adecuación al mercado. Lo que no resulta viable es una televisión de múltiples ofertas a la carta, ya que la producción audiovisual es muy cara; no es como el texto. Por supuesto que la televisión en abierto seguirá existiendo, sobre todo como televisión en directo.

Contra lo que a veces se dice, creo que el público exige cada vez más calidad, y una televisión cada vez más especializada, y que esta demanda ha de llenarla la televisión de pago. Esta adecuación al público irá poco a poco racionalizando la televisión de pago, que actualmente es un poco esquizofrénica. Las televisiones en abierto no ofertan hoy por hoy productos que compitan con las televisiones de pago. Actualmente la televisión pública está demasiado pendiente de la competencia en el mercado, de la imitación, de la copia de ideas. Es monotemática en cuanto a contenidos, está dirigida a un grupo de la población muy determinado, pero faltan por explotar muchos géneros, muchas ideas, muchos formatos… Las televisiones de pago tampoco están aprovechando el gran potencial de la televisión. Seguimos ofertando canales americanos, que han sido los pioneros en el desarrollo de la producción audiovisual, y siguen siéndolo.

La repercusión en España

— ¿En qué medida los problemas de alguno de estos grandes grupos mundiales pueden afectar a medios de comunicación españoles en los que participan?

— Estas crisis en los grupos europeos pueden provocar cambios de accionariado, pero no me preocupan desde el punto de vista del aprovechamiento de las sinergias. Por ejemplo, Kirch, con toda la distribución de sus derechos audiovisuales: esto podría ser una ventaja para Tele 5, pero de hecho Tele 5 no adquiría los derechos de Kirch, sino de otros muchos grupos. También observamos que empresas propietarias de un programa lo venden a televisiones de la competencia, como ocurre con Operación Triunfo, de Endemol, que lo compró Televisión Española, cuando lo lógico es que lo hubiese comprado Antena 3, que es del mismo grupo. Estas decisiones comerciales son ajenas a la propiedad. Por eso creo que estas crisis de los grandes grupos europeos no van a afectar demasiado a empresas españolas. Al contrario, puede ser positiva para el reajuste de los precios abusivos de derechos por los partidos de fútbol.

— ¿Le parece que estamos en camino hacia los monopolios por la mayor concentración de los grupos mediáticos aunque exista competencia entre ellos?

— No pienso que vayamos hacia un monopolio, si bien es cierto que la comunicación está concentrada en muy pocas manos. Ahora mismo los grandes grupos de comunicación en España son cuatro: PRISA, Recoletos, Prensa Española-Correo y Telefónica, que abarcan además diversos sectores: son grupos multimedia, y compiten a nivel local, nacional e internacional. Es un pluralismo relativo. El asunto está, como decía, en identificar qué poderes están influyendo en los medios de comunicación. Así como en prensa esto es sencillo, en televisión se ha considerado siempre como tabú. Pero esto no quiere decir que no existan, sino que operan de modo menos explícito, con lo que el riesgo de deformación informativa es mayor.

Otro asunto interesante es cómo afecta a la calidad de la televisión el que dependa de empresas que no pertenecen al campo audiovisual, como es el caso de Telefónica y Antena 3, donde se acusa una falta de experiencia importante. Otro riesgo es el de perder la identidad ideológica, como ocurre en el caso de Prensa Española-Correo, que tienen que hacer un esfuerzo por llegar a un punto común.

David Armendáriz MorenoLos derechos del fútbol, arma de doble filo

El pasado 8 de abril el grupo alemán de comunicación Kirch Media se declaró en suspensión de pagos. Su deuda asciende a 6.500 millones de euros; cerca de 900 millones corresponden a los derechos televisivos comprados a equipos de fútbol alemanes. Muchos analistas coinciden en que la compra de derechos deportivos tienen bastante que ver con la crisis. En 1996 Kirch pagó 1.683 millones de euros por la exclusividad de los mundiales de fútbol de 2002 y 2006. Cuatro años después desembolsó 1.550 millones de euros por cuatro temporadas de la Bundesliga, una operación posible puesto que en Alemania los derechos de televisión no están sometidos a normativa antimonopolio. En la actualidad, los telespectadores alemanes sólo pueden ver en abierto y en la televisión pública resúmenes de la liga.

El caso Kirch tiene como precedente no muy lejano el del grupo británico ITV Digital, que el 27 de marzo se declaró en suspensión de pagos. La cadena había comprado los derechos televisivos de tres años a los clubes de fútbol británicos por 315 millones de euros. Todavía le faltan por pagar, hasta agosto de 2003, 182 millones. La crisis de ITV amenaza el futuro de numerosos clubes, sobre todo de los de segunda y tercera división. Si ITV no cumple sus compromisos, puede arrastrar en su caída a unos 30 clubes pequeños. Los problemas financieros de los clubes modestos les están llevando a reducir plantillas, y -según el sindicato de jugadores profesionales- ahora unos 500 futbolistas están en paro.

ITV Digital tiene 1,3 millones de abonados. Pero se ha comprobado que los aficionados sólo están dispuestos a pagar por ver a los grandes equipos. Es lo mismo que se advierte en otros países. En España, según datos de Audiovisual Sport, la sociedad propietaria de los derechos de emisión del fútbol de primera división y segunda A, tanto en los partidos de Liga como en los de la Copa del Rey, excepto la final, el 70% de los partidos que se compran a través del sistema de pay per view son para ver al Real Madrid o al F.C. Barcelona. «La gente sólo está dispuesta a pagar por acontecimientos deportivos de alta calidad en los que está interesada, e incluso para esto hay un límite», explica al International Herald Tribune (5-IV-2002) Ian Whittaker, analista de Merrill Lynch.

En Inglaterra sólo pueden verse en abierto y por la BBC los partidos de Copa y los de la selección, además de los resúmenes de cada jornada de la liga inglesa, que ofrece la propia ITV.

En Italia tampoco hay fútbol en abierto. En cada jornada del Calcio se emiten dos partidos en cadenas de pago. El resto se pueden ver en pay per view a través de las dos plataformas digitales, Telepiù y Scream, que entre ambas tienen 2,5 millones de abonados y que actualmente están en proceso de fusión. Cada plataforma gestiona los derechos de determinados clubes y emite partidos diferentes. El Calcio recauda por televisión 430,38 millones de euros. En cuanto a los salarios, en Italia el 80% de los gastos de los clubes se los llevan los jugadores, proporción muy similar a la española.

Los clubes españoles son los que dependen más de los derechos de televisión, con un 51% del total de ingresos. En Francia ese porcentaje es el 41%, en Italia el 35%, en Alemania el 31%, y en Inglaterra el 29%. Pero es la Liga inglesa la que recauda más dinero, unos 1.250 millones de euros.

La locura del mundial

En 1996, el grupo alemán Kirch Media pagó 1.683 millones de euros por la exclusividad de los mundiales de 2002 y 2006. España fue el primer país que se lanzó a la compra. La plataforma Vía Digital adquirió los derechos audiovisuales del mundial de Corea y Japón de 2002 por 180 millones de euros. El resto de operadores europeos no empezaron a comprar hasta dos años más tarde, y la espera les salió bastante rentable. En el Reino Unido, por ejemplo, la BBC y la ITV adquirieron en un mismo paquete los dos mundiales por 225,4 millones de euros. Algo similar hicieron las cadenas alemanas ARD y ZDF, que compraron los derechos del mundial de 2002 y 26 partidos del mundial de 2006 por 127,7 millones de euros. En Francia, TF-1 pagó 168,2 millones de euros y la RAI, 154,4 millones.

En España aún no sabe qué cadena ofrecerá en abierto los encuentros de interés general a los que obliga la «ley del fútbol» (los partidos de la selección española, la inauguración y la final). Televisión Española, la cadena pública ya muy endeudada, ha renunciado a comprar a Vía Digital los derechos, con lo que lo más probable es que los explote Antena 3, la cadena en abierto del mismo grupo que Vía Digital. En cualquier caso, España será el país europeo en que se vean menos partidos en abierto.

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