Crédito informal en el Congo

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Iniciativas africanas
Estamos acostumbrados a recibir noticias tristes de África, el continente surcado por guerras y al que nunca se ve llegar el desarrollo. Pero las raíces de los males de África no están en los genes de sus habitantes. Los africanos pueden ser emprendedores, si se les permite poner a contribución su laboriosidad y su inventiva, como ilustran nuestros corresponsales en Kenia y Congo. Silvano Borruso cuenta la historia de una isla de prosperidad surgida en mitad de la sabana, junto a Nairobi. Philémon Muamba Mumbunda muestra cómo la gente de Kinshasa mantiene la actividad financiera y comercial por su cuenta y riesgo, a falta de instituciones formales.

Kinshasa. En la actual situación caótica de la República Democrática del Congo, comprar, por ejemplo, un electrodoméstico -un televisor, un frigorífico…- es difícil o prácticamente imposible para un trabajador medio, por la parquedad de los salarios. Pero tales aparatos son necesarios en la vida de un ciudadano normal. En busca de soluciones para sobrevivir, los congoleños han inventado sistemas de ahorros como el likelemba y el bwakisa carte.

En el likelemba, un grupo de cinco a diez personas aportan cuotas iguales para formar un fondo del que se benefician todas por turno. A cada pago de salarios, cada miembro del grupo cotiza una suma fijada de antemano: el equivalente de 25-50 dólares, por ejemplo. Si el grupo es de cinco personas y la cuota acordada es de 50 dólares, en cada ocasión un miembro -aquel al que le haya llegado el turno- podrá disponer de los 200 dólares aportados por los otros cuatro. Con esta suma puede comprar el electrodoméstico de su elección. Una vez que todos los miembros del grupo hayan disfrutado de sus turnos, recomienza el ciclo. Este procedimiento es usado por congoleños que trabajan para una misma compañía.

Para los que no son empleados de una empresa, sino vendedores callejeros, por ejemplo, o ejercen un oficio considerado informal, existe otro sistema: el bwakisa carte o cotización a la carta. Todos los días, al final de la jornada, el trabajador informal deposita en un comercio cualquiera una suma de dinero que se anota, con la fecha, en un cuaderno o agenda. A fin de mes, el depositante retira su dinero, que durante el periodo el comerciante ha usado para adquirir mercancías con que abastecer la tienda o para otros fines.

Estos son algunos medios entre otros inventados por los congoleños para suplir la ausencia de bancos con vistas a sobrevivir, a la espera de un mañana mejor.

Agua potable para Kinshasa

La ciudad de Kinshasa, con más de seis millones de habitantes, presenta un problema de abastecimiento de agua y bebidas para el consumo humano. En otros tiempos había numerosos quioscos que vendían bebidas y agua mineral producidas por dos grandes compañías de Kinshasa. Pero los quioscos se erigían a menudo al borde de las vías públicas, y el gobernador de la ciudad decidió que fueran derribados. Si a esto se añade la pérdida de poder adquisitivo entre la población, resulta que la venta de estos productos ha venido a ser un tanto difícil.

Así que algunas mamás poseedoras de congeladores o frigoríficos se lanzaron a vender por la ciudad bolsas de agua helada, en cantidad equivalente a dos vasos cada una. Una bolsa de agua cuesta el equivalente de 4 centavos de dólar. Pero, ante las sospechas sobre las condiciones de envase y de higiene en las distintas fases de elaboración, este producto ha acabado por perder aprecio de los consumidores y se ha convertido en «agua de pobres».

Por eso han aparecido algunas pequeñas y medianas empresas que producen bolsas de 60 cl de agua, tratada en conformidad con las normas de higiene de la Oficina Congoleña de Control, que se venden al equivalente de 10 centavos de dólar. Estas empresas han resuelto las necesidades diarias de agua de buena calidad para los habitantes de Kinshasa. En la mayor parte de los casos, las han creado químicos o biólogos que no logran encontrar empleo en las empresas del sector. A menudo, el capital inicial se debe a la solidaridad de la familia.

Pero estas empresas de agua han creado otro problema ambiental: la ciudad se ha llenado de envases desechados. No son biodegradables, y en Kinshasa no hay servicio de recogida de residuos domésticos. Así, las bolsas usadas de agua pululan por la ciudad sin esperanza de que desaparezcan pronto. Un verdadero problema para la ciudad.

Philémon Muamba Mumbunda

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