·

Boko Haram: un nombre comodín para una vieja rivalidad

publicado
DURACIÓN LECTURA: 11min.

Lagos. Los nigerianos oían a menudo noticias de explosiones de bombas ocurridas en otras partes del mundo, como Israel, Irak o Pakistán, sin creer que tal fenómeno llegase nunca a suceder a la vuelta de la esquina. A pesar de contar con una numerosa población musulmana, la sensación general ha sido siempre que o bien el extremismo no ha alcanzado niveles tan elevados, o que los nigerianos no tienen inclinación al suicidio.

La cuestión es si existe un único Boko Haram o hay una proliferación de grupos criminales que actúan bajo este nombre en el norte

Esa percepción no tardó en cambiar debido al atentado con bombas sufrido por el edificio de las Naciones Unidas en la capital de la nación el 26 de agosto de 2011; y a un ataque idéntico lanzado contra el cuartel general de la policía nigeriana. Aun entonces, a muchos les cupo la duda de si los perpetradores podían ser nigerianos o personas infiltradas desde países vecinos. Y dado que las víctimas eran agentes de seguridad y empleados del gobierno y de la ONU, los sucesos conservaban una cierta lejanía e irrealidad; dicha situación duró hasta el día de Navidad de 2011.

Cuando los fieles salían de la misa dominical, una bomba, colocada en un automóvil aparcado en el exterior de una iglesia católica cerca de Abuja, la capital del país, estalló y mató a más de cuarenta personas.

El origen de Boko Haram
Junto con estos ataques, un nuevo grupo islámico ha ido situándose en primera línea. Su nombre es Jama’atu Ahlis Sunna Lidda’awati wal-Jihad, que en árabe significa “Personas Comprometidas con la Propagación de las Enseñanzas del Profeta y la Yihad”. Boko Haram es el apodo que los habitantes de la zona le han dado desde entonces, y que significa: “La educación occidental está prohibida”. El grupo quiere implantar la ley y las costumbres islámicas en toda Nigeria, afirmando que el gobierno y las leyes seculares actuales son diabólicos y que los militantes del grupo tienen la obligación, impuesta por el islam, de convertir a todos los demás a la doctrina de Mahoma.

No toda crisis norte-sur tiene en Nigeria un origen religioso: hay una rivalidad entre dos grupos étnicos

Boko Haram fue fundado en 2002 por un ideólogo musulmán llamado Mohamed Yusuf. Al principio participó en una sucesión de ataques violentos contra la policía y el ejército, que resultaron en brutales enfrentamientos.

El 30 de julio de 2009, un grupo de soldados al mando de un coronel irrumpió en un lugar donde Mohamed Yusuf estaba oculto. Se solicitó la ayuda del ejército porque la policía se mostró impotente. Yusuf fue arrestado sin ofrecer gran resistencia. Algunos fusiles AK-47 y armas antitanques también fueron aprehendidos en el escondite de Yusuf. Cuando fue entregado a la policía, Yusuf parecía gozar de una salud de hierro y no había lesiones visibles en su persona. Antes de transcurridas veinticuatro horas, Mohamed Yusuf falleció estando custodiado por la policía. Cinco agentes del cuerpo están procesados por la muerte del detenido.

Se especula con la posibilidad de que Mohamed Yusuf fuera asesinado siguiendo órdenes de personas que ocupan altos cargos, las cuales habrían querido impedirle que revelara los nombres de los patrocinadores de Boko Haram.

¿Es un grupo o son varios?
Boko Haram juró vengar el asesinato de su cabecilla y emprendió una serie de ataques contra instalaciones policiales, que provocaron la muerte de varios agentes de policía en el norte del país. El ataque con bombas contra la ONU fue el primero realizado contra instalaciones no policiales. Con el ataque del día de Navidad a una iglesia católica se ha extendido una comprensible aprensión acerca de su cambio de motivos.

En el norte de Nigeria existen una pobreza y un subdesarrollo indignantes, así como una enorme distancia entre los extremadamente ricos y las personas normales

¿Existe un único Boko Haram o bien hay ahora una proliferación de grupos criminales que actúan bajo este nombre en el norte, al igual que numerosas bandas del Delta del Níger emplean a menudo el nombre del grupo más tristemente célebre (MEND) para perpetuar la violencia? ¿Está Boko Haram enfrascado en una lucha política o religiosa? ¿Hay políticos de la zona norte que están patrocinando la violencia en su región para crear problemas al presidente, cristiano, que actualmente ocupa el cargo? Las fuerzas de seguridad nigerianas, ¿desconocen verdaderamente la identidad de quienes patrocinan y perpetran la violencia?

Nigeria es un país complejísimo donde nada es lo que parece a primera vista. Una combinación de falta de información exterior, corrupción interior, ausencia de transparencia y pereza mental por parte de muchos, hace que cuando sucede algo en Nigeria, se produzca un precipitado intento de etiquetarlo y así dejar que las noticias sigan rodando. Al ser un país con un número igual de musulmanes y cristianos, el mundo no tarda en clasificar como religiosos cuantos conflictos existan, estableciendo un paralelismo con sucesos semejantes acaecidos en otras partes del mundo. La propia historia reciente de Nigeria, con su guerra civil a finales de los años sesenta del siglo XX, no parece favorecer a su imagen, sin que importe que dicha guerra civil tuviera un origen principalmente étnico.

Acontecimientos recientes han llevado a muchos a preguntarse si el país no estará encaminándose lentamente hacia otra guerra civil, o hacia algo incluso peor, a saber, una guerra de religión. Por más que pueda parecer que los indicios externos, especialmente si se contemplan aisladamente, señalen esa dirección, una breve ampliación de los antecedentes, así como la conciencia de la complejidad de este país, contrarrestarían este temor, llevándonos a decir que la situación ni es así ni ha llegado todavía a ese punto.

La compleja estructura política de Nigeria
Hay ciertas personas del norte de Nigeria que se consideran con el derecho inalienable de gobernar este país (un estado septentrional incluso luce en las matrículas de los vehículos el lema “nacidos para gobernar”) y, en consecuencia, cuando alguien que no sea nativo del norte (habitualmente, un cristiano) llega al poder, se sienten obligados a hacer cuanto puedan, ya sea para arrebatarle el poder o, si el plan fracasa, para organizar una nueva estructura en pos de un equilibrio de poder.

Nigeria, un país que contiene a más de doscientos cincuenta grupos étnicos, es gobernado en virtud de un sistema federal en el que el poder descansa en un poderoso centro. Nigeria cuenta con treinta y seis estados y un Territorio de la Capital Federal, Abuja, situado en el centro geográfico y, hasta cierto punto, religiosamente neutral. No obstante, los estados no gozan de autonomía regional, a diferencia de lo que sucede en España o en los estados que constituyen los EE.UU.

La mayor parte de los ingresos del país proviene del petróleo, puesto que Nigeria es el sexto productor mundial. Estos ingresos son administrados por el gobierno federal, situado en el centro, que distribuye cuotas entre los estados. El ejército está controlado desde el centro y la policía es de carácter nacional, igualmente controlada desde el centro. Lo que esto significa es que el puesto de presidente de Nigeria lleva anejo un enorme poder, y que quienquiera que lo controle, controla la totalidad del país.

Peligro de conflicto civil
Teniendo en cuenta que la estructura del país y sus líneas divisorias fueron fijadas unilateralmente por la antigua potencia colonial, prestando escasa atención a la diversidad de los pueblos, Nigeria está, desde su independencia (1960), sumida en una “lucha” por la integración interna, que condujo a una guerra civil (1967-1970), y a las constantes dudas acerca de si el país permanecerá siempre unido.

Cualquiera que hoy en día examine el caso de Nigeria podría fácilmente llegar a la conclusión de que, aparentemente, los sucesos actuales son muy semejantes a los que precedieron a la guerra civil: asesinatos basados en identidad étnica, represalias, éxodo masivo hacia las regiones de origen, etc. El requerimiento de Boko Haram a los cristianos del norte para que abandonen la región, y el dirigido a los musulmanes del sur para que regresen al norte, tiende a dar credibilidad al antedicho temor.

En una entrevista recientemente concedida a la BBC, el premio Nobel nigeriano Wole Soyinka concedió que no resultaba exagerado comparar los tiempos actuales con el final de la década de los sesenta. Según él, por más que haya habido desacuerdos entre musulmanes y cristianos, el hecho de que algunos musulmanes hayan abierto fuego, sin mediar provocación, contra cristianos desarmados e inocentes, es un indicio de que “se ha alcanzado un cierta y funesta encrucijada”.

El norte reclama el poder
Cuando Olusegun Obasanjo llegó al poder como presidente civil en 1999, fueron muchos los que en el Norte se sintieron incómodos teniendo a un cristiano a la cabeza del país. La herramienta de ‘equilibrio de poder’ de la que entonces se valieron fue la declaración de la sharía (ley islámica) en algunos estados del norte. Fue una afirmación de que los musulmanes no aceptaban ser gobernados por las leyes civiles (seculares) del estado, y de que preferían serlo por el Corán. Muchos pensaron que lo que verdaderamente rechazaban era a un presidente cristiano, a la vez que lamentaban su pérdida del control del poder central. Mientras que el mundo entero era presa de la inquietud, el entonces presidente Obasanjo comprendió en qué consistía realmente el gesto y aseguró a todos que la tormenta pasaría, lo que efectivamente sucedió

Actualmente, no puede uno dejar de preguntarse si la presente amenaza de Boko Haram no será más que otro intento de restablecimiento del “equilibrio del poder” por parte de algunos políticos del norte.

Quizá haya que recurrir a un ejemplo para demostrar que no toda crisis norte-sur tiene en Nigeria un origen religioso. La ciudad de Jos, situada en el estado nigeriano de Plateau, es el punto de ignición de muchas de las crisis entre cristianos y musulmanes de las que frecuentemente se informa, y de las que los nigerianos saben que obedecen a una evidente lucha entre dos grupos étnicos: los denominados “indígenas” (que, casualmente, son en su mayoría cristianos), y los llamados “colonos” (por cierto, de mayoría musulmana). Han estado luchando durante las elecciones para determinar quién ocuparía puestos políticos, porque los “indígenas” no reconocen los derechos de los “colonos” a ocupar cargos semejantes, por más que éstos ya lleven establecidos en Jos cerca de cien años.

El papel de la religión
Pero, ¿quiere esto decir que la religión nunca desempeña papel alguno en ninguna de estas crisis? Lo hace en cierta medida. Wole Soyinka cree que los “soldados” de esta guerra “religiosa” son los protegidos de algunos políticos del norte ambiciosos de poder. En el preciso momento en que el poder escapa de sus manos, recurren a los jóvenes para sembrar el caos.

En el norte de Nigeria existen una pobreza y un subdesarrollo indignantes, así como una enorme distancia entre los extremadamente ricos (la mayoría de los políticos) y las personas normales, extremadamente pobres y carentes de instrucción.

Con semejante nivel de necesidad, los escasos empresarios y políticos acaudalados que hay en el norte tienen a su entera disposición a muchos jóvenes musulmanes que dependen de ellos para ganarse la vida. Así se establece una relación entre protegido y protector. Cuando éstos son políticos que tienen un motivo de queja de esa naturaleza, les resulta fácil convencer a estos “almajiris” (1) de que sus enemigos políticos lo son al mismo tiempo de la religión que comparten: el islam. Como quien paga, manda, estos “almajiris” se convierten en un sumiso ejército en manos de un gladiador político sin escrúpulos. No es de extrañar, pues, que, aunque el motivo pueda ser político, la herramienta del combate pueda a menudo ser la religión.

Soyinka cree, además, que actualmente estos políticos parecen haber perdido el control sobre sus antiguos secuaces, muchos de los cuales son ahora independientes e incluso algunos tienen educación universitaria. Viendo la disparidad en cuanto a riqueza que los rodea, y habiendo calado las mentiras con las que los han cebado sus antiguos patronos, esta nueva generación de fundamentalistas islámicos (que se considera utilizada y desechada por los políticos) actúa ahora guiada por sus propias ideas.

* * * * *

El pasado 14 de enero, la policía nigeriana detuvo al sospechoso de haber planeado y organizado el ataque con bombas del día de Navidad. Se informó de que, sorprendentemente, al mismo día siguiente de su detención se había escapado de la policía a plena luz del día y estando aún esposado. Un inspector de policía ha sido arrestado en relación con tan inverosímil huida. Semejantes noticias alimentan las sospechas de cuán alto pueden estar quienes patrocinan esta violencia, sospechas recientemente corroboradas por el presidente Goodluck Jonathan, quien declaró que Boko Haram se había infiltrado en todas las esferas del gobierno.

Traducción: Paulino Serrano

_________________________

(1) Jóvenes estudiantes musulmanes enviados por sus familias a estudiar en internados islámicos, pero sin facilitarles medios de subsistencia. Frecuentemente recurren a la mendicidad. (Nota del Traductor.)

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.