El Corán en Guantánamo… y la Biblia en Arabia

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El gobierno de Arabia Saudí es uno de los que han protestado por la supuesta profanación del Corán en Guantánamo, según una información publicada por «Newsweek» y luego rectificada. Pero lo mismo que se atribuyó en una ocasión a militares norteamericanos en Guantánamo es práctica habitual en Arabia Saudí con la Biblia, señala Ali al-Ahmed, director del Saudi Institute en Washington, en «The Wall Street Journal» (20 mayo 2005).

«Yo, que soy musulmán, puedo comprar el Corán en cualquier librería de cualquier ciudad norteamericana, y estudiar su contenido en incontables universidades norteamericanas. Museos norteamericanos gastan millones en exposiciones y celebraciones sobre las artes y las tradiciones musulmanas. En cambio, a mis hermanos cristianos o de otras religiones que viven en Arabia Saudí -de donde procedo- ni siquiera se les permite tener un ejemplar de sus libros sagrados. Es más: el gobierno saudí profana y quema las biblias que sus fuerzas de seguridad confiscan en la aduana o en redadas contra cristianos expatriados que celebran cultos en privado».

En Arabia Saudí, ser sorprendido con la Biblia puede llevar a la muerte, la cárcel o la deportación. En 1993, un musulmán fue condenado como apóstata y ejecutado por poseer una biblia. Todos los años son detenidos o expulsados del país muchos cristianos por practicar su fe.

«Los musulmanes no hemos sido tan generosos como los cristianos y judíos en el respeto a los libros sagrados y símbolos religiosos de los otros. Arabia Saudí prohíbe la importación y la exhibición de cruces, estrellas de David o cualesquiera otros símbolos religiosos no aprobados por la autoridad wahabita», la secta musulmana que impera en el país. A los extranjeros residentes en Arabia Saudí no se permite celebrar sus fiestas religiosas.

«La embajada de Arabia Saudí y otras organizaciones saudíes que operan en Estados Unidos han distribuido cientos de miles de coranes y muchos otros libros musulmanes, incluidos algunos que insultan a cristianos, judíos y otros llamándolos cerdos y monos. Los libros de texto saudíes califican a judíos y cristianos de pervertidos y enemigos eternos. Por contraste, las comunidades musulmanas en Occidente son las primeras en admitir que los países occidentales -Estados Unidos en especial- dan a los musulmanes la mayor libertad y protección, lo cual permite que el islam prospere en Occidente. Mientras, el cristianismo y el judaísmo, ambos originarios de Oriente Próximo, son calumniados merced a la sistemática hostilidad de los gobiernos de Oriente Próximo y sus aparatos religiosos».

La moraleja, concluye al-Ahmed, es sencilla: «Si los musulmanes quieren que otras religiones respeten sus creencias y su libro sagrado, tendrán que predicar con el ejemplo».

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