El 10 de diciembre de 2025, los niños menores de 16 años en Australia empezaron a tener problemas para acceder a sus cuentas en ciertas redes sociales. Ese día, se implementó la primera ley en el mundo que obliga a compañías como Meta, Tiktok, Snapchat o Reddit a impedir que los adolescentes menores de esa edad tengan una cuenta en sus plataformas. Aunque la norma ha causado mucha polémica y preguntas, varios países están mirando de cerca cómo se aplica y los avances que pueda lograr para la protección de los menores.
“Es el paso más grande dado hasta ahora en el movimiento internacional para proteger a los niños de los daños, a escala industrial, causados por las compañías de redes sociales”, señaló Jonathan Haidt, autor de La generación ansiosa y quizás la voz más reconocida entre quienes luchan contra los potenciales daños de estas plataformas. Las restricciones buscan proteger a los menores de las “presiones y riesgos a los que los usuarios pueden ser expuestos mientras tienen una sesión iniciada en sus cuentas de redes”, según explica el eSafety Commity, el organismo gubernamental independiente creado por el gobierno de Australia para regular la seguridad digital.
La responsabilidad cae en las compañías, que pueden recibir multas de hasta 25 millones de euros por infracciones repetidas o graves, no en los padres o en los niños. La lista de las plataformas que deben efectuar las restricciones no está cerrada y puede cambiar, según ha explicado la comisión. Por ahora, se limita a plataformas estrictamente sociales (Facebook, Instagram, Snapchat, Threads, TikTok, Twitch, X, YouTube, Kick y Reddit) y excluye a páginas de gamming como Roblox o Discord, pues no se considera que tengan como único propósito establecer la interacción social en línea de dos o más usuarios, uno de los criterios establecidos para caer bajo esta ley.
El detonante
En la era paleolítica de internet, en 1998, se aprobó en el congreso de Estados Unidos la Children’s Online Privacy Protection Act (COPPA), según la cual se establecía que la “mayoría de edad” en internet se alcanzaba con 13 años. A esa edad, los niños podrían establecer un contrato (aceptar los “términos y condiciones”) con las páginas y servicios en línea. Este criterio es el que ha regido internet desde entonces, y la mayoría de compañías siguen manteniendo la “regla del sub-13”. Sin embargo, no es un secreto para nadie que niños menores de esta edad hacen parte activa del ecosistema digital, muchos en redes sociales.
Los padres, cuya presión ha sido imprescindible para aprobar la ley, recelan tanto de los contenidos tóxicos presentes en las redes como del tiempo que sus hijos gastan en ellas
Según un estudio realizado por el eSafety Commity a principios de 2025, el 96% de los niños australianos entre 10 y 15 años usaba redes sociales. Tampoco es un secreto para nadie los riesgos a los que se exponen al estar en estas plataformas. El mismo estudio encontró que un 71% de ellos decía haber encontrado contenido violento (entiéndase por esto contenido misógino o que incitara al suicidio o a los trastornos alimenticios) en estas plataformas, el 52% reportaba haber sido víctima de ciberbullying en algún momento, y el 25% declaró haber recibido mensajes de odio dirigidos a ellos. Y, lo más alarmante, el 14% afirmó haber sentido acoso sexual por parte de adultos.
Estos datos no reflejan, sin embargo, otra de las preocupaciones más urgentes de los padres cuyos hijos están creciendo con las redes sociales, que tiene que ver con la cantidad de tiempo que estos pasan en ellas. En concreto, con cómo esto está deteriorando su capacidad de atención y sus relaciones sociales en la vida real. Según escribió el Primer Ministro australiano Anthony Albanese en una columna de opinión donde aclaraba por qué Australia decidió tomar esta dirección, la decisión de cambio fue impulsada principalmente por padres. Padres que han visto en sus hijos las consecuencias de un uso inadecuado de estas plataformas a temprana edad, pero también aquellos que no se atreven a poner límites a sus niños por miedo a que se conviertan en los “raritos”.
Los demás países toman nota
No son solo los padres australianos los que están preocupados. Tampoco son los únicos en haberse movilizado. En España, iniciativas como “Adolescencia libre de móvil” han logrado cambios sociales importantes. Esta plataforma, que nació gracias a las conversaciones informales entre padres en los parques o los patios, logró que más de 600 familias se organizaran y pactaran no darle un móvil a sus hijos antes de los 16 años. Sin embargo, este tipo de proyectos siempre se quedaban en eso, en movimientos civiles que no se traducían en un cambio legislativo o con garantías de ser duradero.
Ahora, después de que Australia diese el paso, otros países han empezado a contemplar seriamente la posibilidad de hacer lo mismo. En España, por ejemplo, se empezó a hablar de efectuar un bloqueo similar al del país de Oceanía a partir de 2026. Singapur, Malasia o Nueva Zelanda también han declarado sus intenciones de hacer un cambio inspirado en la nueva legislación australiana, y el Parlamento Europeo propuso en noviembre considerar, en todos los países miembros, los 16 años como la edad mínima para acceder no solo a las redes sociales, sino también a plataformas “en las que se comparten videos u ofrecen chatbots de compañía”.
La potestad que se concede a las plataformas para establecer el método de bloqueo es uno de los puntos flacos de la ley
Antes de dar ese paso, sin embargo, países como España se quieren asegurar de que algunos de los puntos más débiles de esta medida ya asumida por Australia están cubiertos. Uno de ellos es la forma a través de la cual se va a verificar que quienes creen sus perfiles en redes sean efectivamente mayores de 16 años. El sistema de verificación es uno de los aspectos más criticados del bloqueo, ya que delega en cada compañía los métodos a través de los cuales lograrlo (algunas lo están haciendo con sistemas de verificación facial; otras, por monitoreo de la actividad del usuario, entre otras metodologías). Algunos de los críticos también señalan que al establecer este bloqueo, los adolescentes recurrirán a otro tipo de plataformas menos conocidas y reguladas, donde estarían aún menos protegidos.
Cabos sueltos
Sin embargo, la crítica más contundente para esta ley puede ser la escrita por Tyler Cohen en un análisis para The Free Press, en donde señala que lo que los niños pueden perder al ser bloqueados de estas plataformas es mucho más que los beneficios que esta medida les traería. Dice Cohen que si bien es cierto que hay datos que demuestran los perjuicios que conllevan estas tecnologías, estos son más bien modestos. Así pues, explica, por cambios tan pequeños como la mejora de 0,08 desviaciones estándar en las notas de las niñas noruegas a las que se les prohibió ver pantallas, se está evitando que millones de adolescentes accedan a contenido con potencial educativo importante. Cohen se pregunta: “¿No quisieran que un Albert Einstein joven estuviera viendo, o incluso creando, videos sobre ciencia? La verdad es que yo sí”.
A este tipo de crítica, sin embargo, quienes han apoyado la ley contestan que no se trata de evitar que los adolescentes puedan consumir los videos, posts o información que se publican en estas redes, lo que se busca prohibir es que los menores tengan una cuenta en estas plataformas. Se quiere protegerlos de entrar en un contrato (al firmar los “términos y condiciones”) con estas compañías antes de cumplir los 16 años, asegurándose que no están siendo explotados por “prácticas empresariales perjudiciales y engañosas”, según escribió Andrew Leigh, miembro del parlamento australiano, en el Substack After Babel. Mientras, el primer ministro Albanese dice en su columna que “desde el principio se ha sabido que este proceso no será cien por ciento perfecto, pero el mensaje que envía esta ley será cien por ciento claro. De la misma forma que el país pone a los 18 años como la edad para empezar a beber, porque como sociedad reconoce los beneficios de esta medida tanto para la comunidad como para el individuo”.