Tras la muerte de su hijo Martín hace doce años, Diana y Martín decidieron separar sus vidas. Ella siguió trabajando en un proceso de investigación que tenían en común sobre Inteligencia Artificial, y él abandonó su profesión retirándose a vivir lejos de la civilización. Un día los dos deciden reencontrarse en el lugar donde falleció su hijo.
Alberto Gastesi estrenó en 2022 su ópera prima, La quietud en la tormenta, un elegantísimo drama intimista y lírico en blanco y negro que conectaba ficción y realidad. Singular es un considerable salto al vacío del joven cineasta, que se atreve con un creativo relato de ciencia ficción, con algunas similitudes argumentales con series como Black Mirror o películas como Ex machina, pero ofreciendo un enfoque mucho más luminoso y esperanzado.
La puesta en escena, el trabajo de fotografía de Esteban Ramos y la selección de localizaciones es admirable, con un tempo sereno que permite ir poco a poco adentrándose en la psicología de los personajes. El guion teje una compleja telaraña con diálogos sensacionales de una valiosa contención y sugerencia, aunque un exceso de reiteraciones y saltos en el tiempo puede acabar confundiendo y saturando en la parte intermedia del metraje.
En la línea minimalista y metafórica de otros títulos recientes de la ciencia ficción en España, como Eva, de Kike Maíllo, o La paradoja de Antares, de Luis Tinoco, esta producción conecta conceptos existenciales como los de soledad y filiación, con los avances tecnológicos motivados por el descubrimiento de la inteligencia artificial. En ese desarrollo dramático son fundamentales las interpretaciones de Patricia López Arnaiz y Javier Rey, dos actores que desbordan química y ternura. Pero sorprende más aún el trabajo del casi primerizo Miguel Iriarte, que hace una composición muy verosímil que marca el ritmo emocional de la historia.