El Ministerio de Sanidad acaba de publicar la página web quieroabortar.org. Un proyecto que se enorgullece de dar respuesta a todas las preguntas que puedan surgirle a una mujer que se plantea abortar y de luchar contra la desinformación y la manipulación. Y no solo no cumple lo primero, sino que se convierte en una fuente de lo segundo.
Según la visión del Ministerio, todo lo que no sea afirmar en la decisión del aborto es presión, manipulación o afán inquisitorial. Al final, de tanto luchar contra el tabú, han acabado creando los suyos propios. Informar de los riesgos del aborto, que jamás es una intervención no invasiva, recomendar reflexión o plantear alternativas es coaccionar. Y cabe preguntarse: si casi la mitad de mujeres que aborta no lo haría de tener otras circunstancias, ¿no es responsabilidad del Estado ayudar a cambiar las circunstancias?
“Ya no hace falta esperar para abortar!”, ponen así, en modo moderno, con una sola exclamación. Ya se sabe que la estética siempre refleja una ética. Lo que celebramos es lo siguiente: “La ley aprobada el 2023 permite que las mujeres puedan abortar hasta las 14 semanas de gestación justo después de haber tomado la decisión sin periodo de reflexión o espera obligada, como en la anterior ley”.
Es decir, merece exclamación (solo una, eso sí) el hecho de que el deseo de abortar se ejecute de manera inmediata sin ningún tipo de cuestionamiento, evaluación que haga más informado –y, por tanto, más libre– el mero consentimiento expresado. No existe ningún otro procedimiento médico para el que se ensalzaría la falta de deliberación y la consulta de segundas opiniones o alternativas. Lo que en cualquier otro escenario sería considerado como prudencia y deontología, aquí es coacción.
“¿Qué debo hacer si quiero abortar? ¿Abortar es gratuito? ¿Qué pasa si no tengo tarjeta sanitaria? ¿Hasta cuándo puedo abortar? ¿Y si tengo menos de 16 años?” En quieroabortar.org encontrarás la respuesta. Hasta tienen una lista de países a los que puedes viajar para abortar de manera legal a partir de las 22 semanas, un plazo para el que España ya, por fin, cierra la puerta a la posibilidad de terminar con el embarazo. ¿Qué institución en su sano juicio anima a un ciudadano a ir a otro país a cometer algo que es delito en el suyo? El Ministerio de Sanidad.
Para ser una página web informativa, sorprende que se les haya olvidado mencionar las complicaciones médicas y psicológicas que tiene terminar un embarazo, especialmente en un estado avanzado. Se les ha debido de olvidar con tanta preocupación por quitar signos de puntuación. Tampoco han querido incluir el pequeño detalle de que el bebe más prematuro conocido que ha sobrevivido nació el 5 de julio de 2024 en Estados Unidos, a las 21 semanas de gestación.
También se les ha debido de escapar que en todo embarazo interviene una figura masculina. El hombre está totalmente ausente de la página. Para él no hay información ni apoyo ni recursos. Como si no fuera cierto que uno de los principales factores por el que una mujer decide seguir o no adelante con su embarazo es la persona que tiene al lado. Como si no hubiera hombres que se preguntan por qué se puede decidir sobre la vida de ese niño sin él.
En cuanto a las presiones que recibe la mujer, la página parece tener una obsesión por los familiares y seres queridos que, por sus “creencias personales y religiosas” (jamás se asume la posibilidad de que lo que quieran es el bien de la otra persona), quieran empujar a la mujer a tener el bebé. No hay nada de información sobre qué hacer cuando la coacción es la que ha llevado a la clínica abortiva. O cuando detrás de la mujer que pide abortar hay un novio que presiona o, en ocasiones, el perpetrador de una violación.
Lo que sí abunda en quieroabortar.org es un auténtico desprecio por la verdad y un insulto a la inteligencia del ciudadano medio. “La idea de las consecuencias negativas generalizadas que un aborto tiene en el cuerpo de una mujer surge de los tabús y mitos que alimentan el heteropatriarcado”, te explican.
Es una absoluta burla a la realidad de tantas mujeres que alzan la voz todos los días para contar su verdadera experiencia, su dolor, su arrepentimiento, el abandono y aislamiento posterior. Ay, amigas. La culpa es del heteropatriarcado.
Se nota que el Ministerio de Sanidad no ha querido hablar con ninguna de ellas. Ni con ninguna de las organizaciones acofensionales y confesionales, políticas y apolíticas, que tocan la calle todos los días y acompañan esta realidad de cerca. Ellos les podrían haber explicado mucho mejor que las estadísticas del aborto tienen mucho que ver con el miedo. Y que una sociedad que financia ese miedo en vez de buscarle solución es una sociedad que abandona a las mujeres, no las empodera.
Elegir ignorar una parte importante de la realidad tiene un nombre: sectarismo. Y, como siempre, en su afán por sacudirse de encima la verdad que molesta, la ideología acaba llevándose por delante a las personas.
En fin, como página web informativa, deja mucho que desear.