¿Volver a trabajar en la oficina? Es lo que, pasados los días más oscuros de la pandemia, no pocas empresas exigieron a sus teletrabajadores. Así lo hizo saber, por ejemplo, Elon Musk a los empleados de SpaceX: o se mantenían “40 horas como mínimo” cada semana en su puesto físico, o a la calle. Hoy, sin embargo, a lo que se ve, el tono de muchos jefes ya no es tan imperativo.
Pasado el tiempo, la rareza de quedarse trabajando en casa durante meses ha ido dejando de ser tal. Según datos ofrecidos por el portal Statista, el porcentaje de quienes trabajan a distancia se incrementó mundialmente del 20% en 2020 al 28% en 2023. En EE.UU. constituyen casi el 23% de la fuerza laboral, mientras que en la UE (también por debajo de la media), Eurostat señala como punteras a Irlanda, con el 20,6%; a Finlandia, con el 19,6%, y a Bélgica, con el 13,8%. España apenas llega al 7,8%.
En cuanto a los que más se acogen a esta modalidad, están en primer lugar –comprensiblemente– los empleados de la industria de las tecnologías de la información, con un 67% de ellos sentados frente al ordenador en su hogar o en otro sitio, no en la oficina (o al menos, no todo el tiempo ahí). Otros sectores con alta incidencia son el de las finanzas y los seguros, el inmobiliario y el del entretenimiento, con mayor o menor presencia en dependencia de si se desarrolla como teletrabajo full-time o híbrido (parte en la empresa, parte en casa).
Según un sondeo reciente, solo el 44% de los teletrabajadores estadounidenses regresarían a la oficina a tiempo completo si se lo pidieran
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A día de hoy, a diferencia de lo que sucedía en la “era pre-covid”, cuando el trabajo a distancia no había sido “ensayado” en tan gran magnitud como obligó la pandemia, muchas empresas ya lo conocen y se permiten tener más “mano izquierda” en este asunto, porque perciben una especie de win-win. Un sondeo temprano (de 2022), realizado por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) del Reino Unido a una muestra de empresarios, reveló que, en opinión de casi el 80% de estos, el teletrabajo favorecía el bienestar del personal, así como contribuía a reducir los gastos generales (49,1%) y a aumentar la productividad (48,3%), por lo que se dijeron favorables a implementarlo durante más tiempo.
También sucede en EE.UU. Recientemente, una investigación de la Universidad de Stanford y de la Reserva Federal de Atlanta arrojó que, de unos 1.000 ejecutivos de compañías a los que entrevistaron, apenas el 12% dijo que tenía pensado dar marcha atrás a sus políticas de teletrabajo en los siguiente doce meses. Según los encuestados, incluso si el país cayera en recesión o se duplicaran las tasas de paro, no cambiarían de estrategia, pues han visto el fruto en forma de una menor tasa de renuncias y de mayor productividad. “Pase lo que pase, el trabajo desde casa llegó para quedarse”, dijeron.
Claro que si el jefe está contento con que el subordinado se quede en casa, quizás este lo esté más. En un sondeo realizado a finales del año pasado, solo el 44% de los teletrabajadores a los que se les preguntó dijeron que regresarían a la oficina a tiempo completo si se lo pedían. El resto aseguró que recogería sus cosas y se marcharía.
En casa se está mejor, definitivamente. O quizás sea mejor sin el “definitivamente”.
Algunos hándicaps
Las ventajas de simplemente pasar de la habitación al despacho contiguo para trabajar parecen bastante obvias. Además de a los empresarios, la ONS sondeó a un amplio grupo de trabajadores británicos, que mencionaron, como ganancia del teletrabajo, una mayor flexibilidad de cara a la conciliación familiar-laboral (78%), el tener menos distracciones (53%), la facilidad para terminar los encargos más rápidamente (52%), una mejora del bienestar personal (47%), etc.
También hay quien piensa lo contrario. Una parte importante de los encuestados percibió desventajas, como la dificultad para trabajar de modo coordinado con otros colegas (48%), el distraerse más fácilmente (26%) o una menor sensación de bienestar (19%). Esto último llama la atención porque, aunque a primera vista no tener que desplazarse de casa es eso: bienestar, ventaja “neta”, no siempre la percepción se corresponde exactamente con la realidad.
Un equipo de la Universidad Nueva de Lisboa constató la división de opiniones en una reciente investigación realizada con una muestra de más de 1.000 trabajadores de 25 empresas instaladas en Portugal. Por una parte, la mayoría de los consultados dijo tener una perspectiva positiva del teletrabajo, y para ilustrarlo mencionó el aspecto de la mejor concentración en las tareas, así como el del ahorro de tiempo que implica no tener que desplazarse.
Pero, por otra, afloraron hándicaps en la salud física y psicológica. Según informaron a los encuestadores, el cambio del puesto de trabajo por la casa había incidido en un incremento del consumo de tabaco (un 5,5% más) y de alcohol (un 4,5% más), así como en la asunción de patrones de nutrición negativos (un 10,1% más). Otras huellas en lo físico incluían dolores de espalda (lo informó el 12% de los consultados), de cuello (11%), problemas oculares (11%), fatiga (9%), de apetito (5,4%) y dolor de cabeza (5%).
Trabajar aislado de los compañeros y sin las condiciones materiales necesarias «puede generar problemas de salud mental y conductas poco saludables”
Además, el 11,4% dijo haber experimentado una mayor dificultad para conciliar el sueño, y casi el 18% dijo sufrir de estrés laboral; el 11%, de ansiedad, y el 10,8%, problemas de concentración. Más de un tercio de ellos refirieron un mayor sentimiento de soledad y de tristeza. En términos generales, el 16% de los participantes dijo que su salud se había deteriorado a raíz de empezar a teletrabajar.
El resumen de los hallazgos del equipo portugués es solo uno entre muchos que convalidan las observaciones registradas en un documento de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2021, a raíz del boom del trabajo remoto. Según apuntaban los expertos, las condiciones en que se realiza este tipo de labor pueden no estar cumpliendo con los estándares de salud y seguridad de los puestos de trabajo tradicionales, lo que trae como derivación trastornos músculo-esqueléticos, fatiga visual, heridas, etc., sin contar los efectos psicológicos.
“Trabajar en un entorno digital, aislado físicamente de los compañeros de trabajo, sumado a las posibles dificultades para gestionar el equilibrio entre la vida laboral y privada en instalaciones fuera del control directo del empleador, puede generar problemas de salud mental y conductas poco saludables”, advierten los expertos de la OIT.
Más comprometidos, sí, pero…
Quizás las consecuencias negativas deriven no tanto de trabajar desde el dormitorio, desde una biblioteca pública o sentado en una piedra, apoyada la espalda en la Gran Muralla china, a miles de kilómetros de casa, sino de… hacerlo así todo el tiempo.
Un estudio de Gallup, State of the Global Workplace, publicado este año y con datos de los cinco continentes, revela que quienes trabajan a distancia muestran un mayor compromiso con sus tareas laborales y con el progreso de su empresa que quienes están todo el tiempo en la oficina. Un 31% de los teletrabajadores a tiempo completo se dijeron activamente comprometidos, frente a solo el 19% de los que acuden presencialmente a su puesto.
Pero el mayor compromiso no implica estar mejor en lo personal. Según los datos registrados por la agencia, los teletrabajadores full-time tienen menos probabilidades de prosperar en sus vidas en general (36%) que los empleados que no están aherrojados al escritorio de la oficina ni al ordenador de mesa en casa, y que pueden combinar su labor presencial con el teletrabajo (42%). Así y todo, sin embargo, los remotos a tiempo completo tienen más probabilidades de prosperar que quienes no pueden permitirse salir físicamente de la empresa (30%).
Los investigadores de Gallup hallaron que los teletrabajadores que jamás acuden a su oficina tienen mayor propensión que los híbridos y los presenciales a informar haber sentido ira, tristeza y soledad –la distancia física puede generar distanciamiento mental, apuntan, al faltar “las amistades, los almuerzos en equipo, las historias compartidas y la camaradería que ofrecen el trabajo presencial y el híbrido”–. Asimismo, manifiestan más estrés que los presenciales, lo que se achaca, en alguna medida, a la “demasiada autonomía” de que gozan. “Gestionar el tiempo de forma independiente y coordinar el trabajo con otros puede resultar difícil si no hay límites claros”, acotan los autores.
El bienestar, en el justo medio
Así, pues, ¿dónde se estará mejor: en casa o en la oficina? Siendo que el teletrabajo es una variante relativamente reciente y que la senda está aún por desbrozar, algunos ven la solución en el justo medio: en el trabajo híbrido, que sería “lo mejor de ambos mundos”, según los autores de un estudio publicado por The Review of Economics and Statistics, del MIT.
El equipo de investigadores, de Harvard y Columbia, indagó en la interrelación existente entre el tiempo de trabajo presencial y el bienestar psicológico del trabajador, así como su desempeño laboral. “Los trabajadores –afirman– que pasaban un promedio de dos días a la semana en la oficina reportaron un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal, mayor satisfacción laboral y menor aislamiento de sus compañeros, en comparación con quienes pasaban más o menos días en la oficina”. Y en cuanto a rendimiento, ni un punto menos. “Los empleados en la condición híbrida intermedia no recibieron calificaciones de desempeño diferentes a las de sus compañeros que pasaban más o menos días en la oficina”.
También valdría que los empleadores tomaran nota de las recomendaciones que ha ido haciendo la OIT para facilitarles la vida a aquellos que se han ido a casa con un portátil a tiempo completo –estarán “muy comprometidos”, pero el 57% de ellos cambiarían de ocupación si se les presentara la oportunidad, dice Gallup–. Sería oportuno que les dieran el equipamiento adecuado, que mantuvieran con ellos el contacto necesario para reducir el impacto psicológico de su lejanía respecto a otros trabajadores, que les crearan las condiciones materiales para que preserven la salud, que les respetaran sus horarios y días de descanso…
Que recordaran, en fin, que detrás de la pantalla del monitor en que aparecen textos, tablas, gráficos o curiosos diseños, hay una persona. Ni más ni menos.