En la presentación a la prensa de este tercer episodio de Padre no hay más que uno, Santiago Segura manifestó que prefería el favor del público a los premios (aunque si venían los dos juntos, no les iba a hacer ascos). Esta frase resume bien una película que busca desde el inicio esa sintonía con el público.

El guion de Santiago Segura y Marta González de la Vega se centra ahora en la preparación de la Navidad y la hecatombe que supone para los niños romper una valiosa figura del belén. Alrededor de este acontecimiento, se irán desarrollando otras subtramas, como la ruptura de Sara con Ocho, la actuación de Rocío en la obra de teatro navideña del colegio y, sobre todo, la relación entre los abuelos de los niños.

Segura ha hecho una película del verano ambientada en Navidad –cosa que provoca un efecto curioso en el espectador– y, además de la referencia explícita a la mítica La gran familia, todo nos lleva a ese cine familiar en el que el protagonismo se lo llevan los niños, la historia que se cuenta y cómo se cuenta.

La película es quizás más episódica que la primera y la segunda, y su desarrollo hace pensar que Segura estaría muy cómodo haciendo crecer a sus personajes al ritmo de una sitcom. Este carácter televisivo añade artificio, especialmente a las tramas adultas, mucho más forzadas que las protagonizadas por los niños. Pero al margen de estas costuras –muy frecuentes, por otra parte, en la comedia familiar española–, hay que reconocerle una vez más a Segura su magnífico “oído” para captar los retos actuales de muchas familias, su ingenio para reírse de algunas modas, como el hilarante episodio de las redes sociales y, sobre todo, su decisión de ir a contracorriente haciendo un cine blanco, naif de puro luminoso, y un elogio a ultranza de la familia. Además de no tener empacho en subrayar el carácter cristiano de la Navidad.

Y hablando de elogios, muy divertido e ingenioso el que Segura hace al cine clásico en el arranque y final de su película. Que una cosa es que uno haga tv movies para entretener al público –cosa loable– y otra que no disfrute con el cine con mayúsculas.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

 

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