Quienes hayan leído la novela Cisnes salvajes (Circe, 1993), pueden hacerse una idea bastante aproximada del modelo de historia que cuenta esta serie que adapta el best seller Pachinko (Quaterni, 2018). Esta novela torbellino sobre una familia coreana que se traslada a vivir a Japón tras la ocupación nipona de su país se publicó en 2017 en Estados Unidos, y fue finalista del National Book Awards. Su escritora es Min Jin Lee, periodista y escritora coreano-norteamericana, actualmente afincada en Manhattan. Pachinko era su segunda novela, y el título hace referencia a un local de máquinas de apuestas de videojuegos por el que eran conocidos los coreanos que llegaban a Japón. A pesar de que estos locales eran y siguen siendo muy populares, sus propietarios son despreciados como dueños de un negocio que pretende evitar impuestos ofreciendo un ocio adictivo e insano. Esta metáfora sirve para explicar la dificultad para sobrevivir con dignidad en una sociedad marcada por las clases sociales y los estereotipos.
La estructura dramática que planteaba la novela era compleja, con una multiplicidad de personajes e ideas que, sin embargo, se presentaban con una claridad narrativa extraordinaria. La serie ha sabido respetar esa armonía al desarrollar la vida de tres generaciones de una familia que sobrevive ante la adversidad con ese espíritu de esperanza y superación inquebrantable que define al alma oriental.
La creadora de la serie es Soo Hugh, apenas conocida por un fallido acercamiento a la ciencia-ficción titulada Los invisibles (2015). En esta ocasión, ha contado con el apoyo de un guionista y director excelente; Kogonada, un cineasta norteamericano nacido en Corea del Sur acreditado por sus memorables ensayos cinematográficos audiovisuales y una ópera prima desbordante de estilo y sugerencia (Columbus, 2017), que actualmente puede verse en la plataforma Filmin.
Ya desde los títulos de crédito de la serie queda claro que estamos ante una obra de confluencia entre el cine y la ficción norteamericana, y el estilo de los creadores orientales, muy en la línea de películas como The Farewell (2017) o Minari. Historia de mi familia (2020), superando con creces estos dos precedentes tan premiados internacionalmente. Pachinko cuida aún más la puesta en escena, la escritura de guion y la interpretación coral de un reparto excelente para ofrecer una serie con mucha personalidad que bebe de los grandes clásicos del cine con una orientación universal que se transmite en todo momento. Es fácil descubrir en la serie la sencillez de Yasujirō Ozu o Koreeda, la espectacularidad y sugerencia de la planificación de Zhang Yimou, así como el uso dramático del paisaje y las localizaciones de Terrence Malick, la soltura narrativa y melodramática de Hawks o Wyler, o la veracidad de los neorrealistas italianos. Todos ellos han sido estudiados y analizados por Kogonada en su obra previa, y se nota que ha asumido esa herencia con respeto y creatividad.
Pachinko es un dramón con costuras delicadas que refleja la vida como un tejido en el que se superponen tragedias y redenciones, mediocridad rutinaria y heroísmo épico, con un diseño de producción espectacular, interpretaciones minimalistas conmovedoras, y una lírica tan sencilla como sugerente, que ensalza la unidad familiar como la última muralla infranqueable del ser humano.