El anuncio de que desde enero Francia haría obligatorio el teletrabajo al menos tres días a la semana para frenar el avance de la pandemia ha puesto nuevamente el foco en la eficacia de esta modalidad laboral. La medida llega a la vez que un informe de la OCDE que atribuye a directivos y trabajadores una opinión positiva del trabajo en remoto. Los dos colectivos defienden que, con unas pocas medidas correctoras, la productividad de las empresas no tiene porqué reducirse, sino que incluso podría aumentar en un futuro próximo si se generaliza esta práctica.
Esta visión favorable sobre el teletrabajo es una de las principales conclusiones de una encuesta online realizada entre empresarios y trabajadores de 25 países sobre su experiencia del teletrabajo durante el año 2020. Ambos grupos valoran esta práctica “tanto desde el punto de vista de los resultados de la empresa como desde el bienestar de los empleados”, por lo que verían con buenos ojos “un aumento sustancial del porcentaje de profesionales que acogen el trabajo en remoto con relación a los niveles anteriores a la crisis del covid”, según explica la OCDE.
Para los encuestados, lo ideal sería trabajar en remoto entre 2 y 3 días por semana, un día menos de los que impone la regulación francesa. Con esta proporción de trabajo dentro y fuera de las empresas –un sistema híbrido– se lograría un mejor equilibrio entre las ventajas y los inconvenientes que su práctica ha puesto de manifiesto durante la pandemia. Una modalidad laboral que la investigación de la OCDE define de manera amplia, pues incluye “desarrollar trabajo permaneciendo físicamente en casa o en una residencia secundaria, en un co-working o café, y sin estar presente en la compañía o en las instalaciones de un cliente en horario laboral”.
Lo mejor y lo peor
Entre los beneficios del teletrabajo, la encuesta señala la menor pérdida de tiempo en desplazamientos y la disminución de distracciones y errores, lo que repercute directamente en un aumento de la productividad. En cambio, la falta de una comunicación simultánea entre las personas y la mayor dificultad para poner en común conocimientos entre diferentes equipos de trabajo suponen una merma de eficacia, pues inciden negativamente “en la colaboración creativa, la innovación y el crecimiento de la productividad a largo plazo”, según el estudio de la OCDE.
En la relación entre teletrabajo y productividad hay que considerar también otros factores, como, por ejemplo, el sector de la actividad de que se trate. Mientras los profesionales del conocimiento –profesores, investigadores, etc.– declaran abiertamente las ventajas de permanecer en casa para la eficacia del trabajo, en el sector financiero se dan las peores valoraciones. David Salomon, director general de Goldman Sachs en 2021, calificaba el trabajo en remoto para su sector como “una aberración que vamos a corregir”.
La extensión del teletrabajo ha hecho más aceptable la opción de las madres y los padres que recortan sus horas de presencia en la empresa para cuidar hijos pequeños
Los datos recogidos por el informe muestran que, entre las industrias intensivas en conocimiento, teletrabajaba entre el 50 y el 70 por ciento de la plantilla; esa proporción caía hasta el 30% en la industria productiva y al 20% en la construcción. Son precisamente las industrias del conocimiento las que cuentan con mayor proporción de personas dispuestas a trabajar exclusivamente en remoto en el futuro –hasta el 13% de los empleados–, muy por encima de los niveles de sectores como el de la manufactura, donde solo el 3% de los trabajadores estaría dispuesto a esa fórmula de modo completo, cinco días por semana.
La creciente adopción del trabajo flexible también ha reportado beneficios en la imagen general hacia este tipo de contratos, especialmente cuando las empresas partían de cero y tuvieron que comenzar a practicarlo con la extensión del virus. Al experimentar nuevas formas de trabajo, “se ha roto el estigma asociado al teletrabajo”, que predecía menores resultados y una disminución de las oportunidades profesionales entre aquellos padres y madres que optaban por reducir su dedicación tras el nacimiento de los hijos.
Medidas complementarias
El informe de la OCDE revela que existe una gran coincidencia entre empresarios y trabajadores sobre los cambios que deberían incorporarse para lograr un mejor aprovechamiento de las fórmulas de trabajo en remoto. Aproximadamente la mitad de los encuestados destaca la necesidad de “coordinar horarios entre profesionales, dar formación adecuada a los directivos e invertir más en la infraestructura tecnológica y en conseguir mejorar las habilidades digitales”. Las conclusiones de la encuesta también auguran una mayor implementación de estas estrategias correctoras entre las compañías que ya son más productivas actualmente.
Hace solo tres meses, la OCDE publicó también un estudio sobre la evolución del teletrabajo durante el primer año de la pandemia de covid-19 en el que mostraba mayor cautela sobre el futuro de esta fórmula y condicionaba el impacto positivo en la productividad a hallar un equilibrio entre pros y contras de ambos implicados: trabajadores y jefes. Por ejemplo, mientras en Canadá el 90% de los nuevos teletrabajadores aseguraron ser tan productivos como antes, el 10% restante declaró “ejecutar menos trabajo por hora estando en casa que en su lugar de trabajo habitual por la falta de interacción con sus colegas, por el cuidado de su familia, por la falta de un espacio o de equipos de tecnología adecuados”.
Entre las medidas que ese otro estudio proponía, destaca la necesidad de “establecer límites precisos y rutinas que impidan el exceso de trabajo”. La propuesta responde a que trabajadores de varios países apuntan una relación entre teletrabajo y jornadas laborales largas, con más trabajo nocturno y en los fines de semana. Este exceso de teletrabajo “puede suponer un impacto negativo en el bienestar de los empleados y, por tanto, en su productividad”, según la investigación inicial de la OCDE. En Canadá, por ejemplo, más de un tercio de los nuevos adeptos a esta modalidad señalaron haber trabajado durante jornadas más largas; y al menos la mitad incluían a sus jefes en esas prácticas.
La existencia de jornadas más largas para los que no acuden a la empresa bien podría ser la contrapartida del tiempo ganado a los desplazamientos, aunque a la vez reafirma la necesidad de corregir cierto desequilibrio entre la vida personal y profesional. Hasta un 15% de los encuestados en Japón calificó de desventaja “el exceso de trabajo, al borrarse los límites entre trabajo y vida personal”, durante la pandemia.