No es la razón, sino las emociones las que mueven el mundo. Así lo cree Giorgio Nardone, fundador del Centro de Terapia Estratégica. La ciencia las explica, pero no las comprende porque su visión es insuficiente, reduccionista. De ahí que haga falta una visión integral. Las experiencias emocionales determinan nuestras experiencias vitales de manera decisiva; incluso detrás de las decisiones aparentemente más frías y racionales (de índole militar o económica, por ejemplo) late una emoción.
Las emociones siguen lógicas diferentes al razonamiento: por eso es necesario conocer sus mecanismos de funcionamiento, que es lo que explica Nardone en este pequeño pero sustancioso libro. Para empezar, no debemos reprimirlas, sino orientarlas y utilizarlas. Es lo que hizo ante la crecida destructiva del río Amarillo el joven Yu el Grande, regente de la antigua China: en vez de levantar presas y murallas, mandó cavar zanjas y canales para que el agua fluyera. Luego ordenó construir los primeros molinos para aprovechar la fuerza del agua. Es una perfecta analogía de lo que tenemos que hacer con nuestras emociones.
Las emociones son como un tigre que llevamos dentro. ¿Qué podemos hacer con ese tigre para no ser devorados por él? Domesticarlo y liberarlo para poder cabalgar sobre él. La clave está, según el autor, en “hacernos amigos de nuestras emociones primarias y aprender a gestionarlas transformándolas en nuestro punto fuerte más importante”. Saber gestionarlas nos permite nada más y nada menos que “transformar nuestros límites en recursos”.
Ese tigre salvaje adopta cuatro formas: el miedo, el placer, el dolor y la ira. Nardone nos da pistas de cómo gestionar esas emociones primarias. El miedo se anula con sus propios excesos, es decir, hay que sentir miedo para aprender a superarlo. El placer lo podemos controlar solo si sabemos que nos lo podemos permitir regularmente. El dolor, como la fiebre respecto al cuerpo, nos facilita la curación; por eso, debe ser escuchado, orientado y utilizado, pues cicatriza las heridas. La ira, por fin, la hemos de descargar hacia una dirección que nos permita dejarla fluir sin causar daños irreparables.
Este enfoque terapéutico pretende abordar las emociones como una integración entre nuestra psique y el mundo, de modo que, cuando sean un impedimento para el desarrollo personal, seamos capaces de llevar a cabo un “cambio estratégico”, por usar el título de uno de los libros de Nardone. Con las emociones deberíamos llegar a hacer lo que hizo Bodhidharma, el fundador de las artes Shaolin, quien amaestró de tal manera a un tigre que consiguió que lo llevara sobre su grupa.