El genetista Francis Collins, premio Templeton por acercar ciencia y fe

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Francis Collins
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Francis Collins

Francis Collins es médico especializado en genética. Tiene a sus espaldas la investigación y descubrimiento, con otros investigadores, de la causa genética de varias enfermedades hereditarias. Sus descubrimientos están relacionados con su participación en el Proyecto Genoma Humano, es decir, en la secuenciación del ADN de nuestra especie.

La investigación del Proyecto Genoma, que coaligó esfuerzos internacionales, fue financiada en Estados Unidos por el National Human Genome Research Institute, organismo dependiente de los National Institutes of Health (NIH). Collins fue nombrado director de este organismo en el año 1993, como sucesor de James Watson (descubridor de la estructura del ADN, junto con Francis Crick); y llevó a término el Proyecto, con los datos “brutos” en el 2000 y, oficialmente, en 2003, varios años antes de lo previsto.

Conciliar ciencia y religión

En el año 2009, fue nombrado director de los NIH, puesto que ocupa actualmente; su nombramiento para este cargo tiene mucho que ver con su demostrada capacidad para la gestión y para la comunicación institucional, especialmente importante en la sociedad actual; en efecto, hoy el imaginario colectivo atribuye erróneamente a los genes el control del todo el organismo. Collins, como experto en genética, ha debido responder en público muchas dudas de modo convincente y superar las reticencias hacia las nuevas técnicas genéticas.

Pero la adjudicación del Premio Templeton no se debe a sus indudables méritos científicos, sino a sus inquietudes y actividades para conciliar la ciencia con la religión, como muestra su libro The Language of God, rápidamente traducido y publicado en otros idiomas y que en castellano apareció con el título ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe.

Tras la publicación del libro, Collins creó la Fundación BioLogos en 2007, que dirigió hasta su nombramiento como presidente de los NIH en 2009, con el objetivo de investigar sobre la compatibilidad entre ciencia y religión. En su propio nombre está comprendido ese objetivo: “Bio”, de la ciencia de la biología, y “Logos”, el Verbo o Palabra de Dios.

La fundación ofrece en su web artículos, vídeos, podcasts (con invitados de renombre y especialistas en la relación entre ciencia y religión) y material variado. Inicialmente, su labor estuvo más centrada en un aspecto concreto: mostrar la compatibilidad entre la explicación darwinista de la evolución y el relato revelado de la creación, dirigiéndose especialmente a los protestantes que se atienen a una lectura literal de la Biblia para negar la evolución (conocidos habitualmente como creacionistas).

Se trata de un tema que predomina todavía en el material que divulga. No obstante, posteriormente, ha ampliado su campo de interés para abordar temas como la creación, la interpretación de la Sagrada Escritura o el origen del hombre. Esto ha abierto su público, que ahora abarca a ateos o no creyentes con inquietudes espirituales.

De científico ateo a cristiano

Pero Collins no siempre ha tenido esta preocupación por la relación ciencia-fe. Durante su juventud, fue, según su propia confesión, un “ateo desagradable”. A raíz de un encuentro con un paciente, leyó Mero cristianismo, de C.S. Lewis. Su conversión, sin embargo, fue fruto de una experiencia espiritual que derribó sus últimos reparos contra la fe cristiana y le proporcionó una profunda paz interior.

Según Collins, el hombre tiene a su alcance el libro de la palabra de Dios (la Biblia) y el libro de las obras de Dios (la Naturaleza), que ofrecen un mensaje divino, cada uno a su manera

Collins ha pasado por las iglesias metodista, presbiteriana, baptista y episcopaliana, pero no se adscribe formalmente a ninguna. Señala que es un “buen cristiano” (serious Christian), en el sentido de que se toma su fe en serio. Su coherencia cristiana se refleja en muchas de sus afirmaciones, en su comprensión doctrinal de la fe y en la práctica de la oración.

Una vez convertido, su preocupación por las conexiones entre ciencia y religión en buena medida tiene su origen en el peculiar ambiente cultural estadounidense con respecto a la teoría de la evolución, bastante distinto del nuestro. Allí el protestantismo fundamentalista (el nombre con el que se denominan a sí mismos quienes se atienen de modo literal a la Biblia) tiene mucha influencia y considera un error la explicación neodarwinista de la evolución biológica. Cree que la creación de las especies sucedió en pocos días y que el mundo no tiene más que unos pocos miles de años, por ejemplo.

Ni creacionista ni partidario del Diseño Inteligente

Para un buen genetista como Collins, pensar que lo que enseña la biología y la genética resulta equivocado es claramente un error. El creacionismo, además, imposibilita un diálogo constructivo entre científicos y creyentes. A su juicio, es necesario interpretar los relatos bíblicos, ya que la fe ha de ser coherente con los datos procedentes de la observación. De ahí su interés por dirigirse a los creacionistas con el fin de mostrarles la compatibilidad entre ciencia y religión.

Tampoco es partidario de otra concepción actualmente en boga en EE. UU.: el Diseño Inteligente, pues el Dios tapa-agujeros que postula tendrá que desaparecer en el momento en que el avance de la ciencia haga posible explicar dimensiones del mundo que nos resultan hoy desconocidas.

Para Collins, la ciencia y la fe no constituyen magisterios no superpuestos, como pretendía Stephen Jay Gould. En su opinión, el hombre tiene a su alcance dos libros distintos, el libro de la palabra de Dios (la Biblia) y el libro de las obras de Dios (la naturaleza). Ambos nos comunican verdades y, cada uno a su manera, nos ofrecen un mensaje divino. Esta postura no descarta de entrada la existencia de temas comunes en los que ciencia y fe se puedan iluminar recíprocamente.

Por su formación exclusivamente científica, no cabe esperar en sus obras e intervenciones una reflexión filosófica muy detallada sobre estos asuntos. Lo mismo cabe decir de su aproximación a la bioética. Pero sus planteamientos básicos sobre la compatibilidad entre ciencia y religión quedan muy claros y perfectamente razonados. Esas pequeñas debilidades no restan méritos a su contribución para acercar ciencia y religión, labor muy justamente galardonada con el Premio Templeton.

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