Las mejores palabras

Las mejores palabras. De la libre expresión

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓN05-06-2019

Nº PÁGINAS199 págs.

PRECIO PAPEL16.90 €

PRECIO DIGITAL 9,99 €

GÉNERO

Cuando el debate público se convierte en un cenagal ideológico, la palabra es la que acaba perdiendo y, con ella, la posibilidad del diálogo. También el caos mediático ahoga el potencial político del lenguaje, del mismo modo que el sentimentalismo cortocircuita su vínculo con la razón. Estos y otros son los síntomas que aparecen en Las mejores palabras, premio Anagrama de Ensayo 2019, una obra impresionista, compuesta de capítulos breves y certeros, que detecta las amenazas que hoy se ciernen sobre la libertad de expresión.

La democracia se halla expuesta al ruido del extremismo visceral, un virus para la vida cívica que, en lugar de hacer posible el encuentro con el otro, nos encara con él. Junto a ello, cuando la palabra se resiente, también lo hace la libertad de expresión. De hecho, según Daniel Gamper, debería suscitar preocupación la acusada indiferencia ante la devaluación de los términos o la condescendencia con la que cada día se imponen –y la candidez con que se aceptan– nuevas restricciones a este derecho.

Pero el autor, que es profesor de filosofía política y conoce a fondo los problemas de la democracia contemporánea, sabe que para la vida en común resulta esencial la protección de la libertad en todas sus formas. También que el vigor democrático de una sociedad depende del equilibrio que logre entre libertad y coacción. Lo importante es recordar que la democracia no se asienta en el principio que exige renunciar a la verdad, sino en la convicción de que esta se avista solo cooperativamente, de modo que cuando se condiciona la libertad de expresión más allá de lo razonable o se extirpa la disidencia, se usurpa al ciudadano su principal derecho epistémico.

La obra revela los riesgos para la libre expresión de los regímenes iliberales, con su desmedida obsesión por encarcelar a periodistas o ciudadanos comprometidos. Pero se refiere poco a ese menoscabo más sutil que sufre el credo liberal bajo otros marchamos, como el de los polémicos delitos de odio que, según Paul Coleman, condenan en ocasiones a quien se atreve a distanciarse de lo políticamente correcto.

Puede que el lector no esté de acuerdo en todo lo que afirma Gamper, que confía demasiado en el poder de las palabras como ariete para la transformación política. Pero es necesario tener en cuenta su diagnóstico sobre el estado de la libertad de expresión y partir de su amor por la palabra antes de proponer remedios.

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