El Premio Nadal 2011 lo ha conseguido esta novela de la ya experimentada escritora Alicia Giménez Bartlett (Albacete, 1951), conocida sobre todo por sus novelas policiacas protagonizadas por la detective Petra Delicado. Pero, además, Giménez Bartlett es autora también de una serie de novelas con más ambición literaria que no han tenido mucha repercusión salvo, quizás, Una habitación ajena, con la que obtuvo en 1997 el premio Femenino Singular.
Donde nadie te encuentre se encuentra en esta última línea, aunque en su elaboración incluye también ingredientes propios de la novela de intriga. Un psiquiatra francés, Lucien Nourissier, especializado en el estudio de las personalidades psicopatológicas con tendencia al delito, lee en 1956 en un periódico español un reportaje escrito por el periodista Carlos Infante sobre la vida de un maquis muy singular conocido como la Pastora que vive escondido en Cataluña en los montes de Els Ports y el Maestrazgo. Nourissier, fascinado con el personaje, decide investigar sobre él. Se traslada a Barcelona, se pone en contacto con el periodista y éste acepta dedicar tres meses a rastrear juntos esa zona para intentar encontrar el paradero de la Pastora.
Infante y Nourissier inician una aventura insólita llena de dudas, interrogantes y peligros. Los dos personajes, además, son muy distintos. Nourissier, casado y con dos hijas, es también profesor universitario y ha llevado una vida plácida y tranquila. Infante vive pegado a la realidad y asiste a los hechos desplegando un cinismo que le evita implicarse en lo que ve.
La Pastora es un personaje enigmático que participa en numerosas actividades de los maquis, acusada de varios asesinatos y con un estigma que la persigue, pues según se cuenta, la Pastora es hermafrodita y cuando ingresa en el maquis transforma su vestimenta, hábitos y hasta su nombre -ahora se llama Florencio-, pues se siente un hombre. La novela es, por un lado, la investigación para dar con el paradero de uno de los últimos maquis y, por otro, la descripción de la relación y de los cambios interiores que se dan en el psiquiatra francés y el periodista español.
En capítulos alternos se cuentan estas peripecias y el testimonio personal de la Pastora, que hace un pormenorizado repaso de su vida hasta el momento presente. En el epílogo, “Ficción y realidad”, la autora explica que la novela está inspirada en hechos reales, pues la Pastora existió, fue capturada en 1960 y condenada a pena de muerte, que se conmutó por 30 años de prisión, aunque salió en 1977 y murió en 2004.
La autora aprovecha estos mimbres para trazar un panorama desolador de la posguerra franquista, donde la ignorancia y la pobreza son el caldo de cultivo de unas relaciones humanas y sociales deprimentes y donde la Guardia Civil se dedica a imponer con mano férrea su autoridad, ayudada por la labor de la Iglesia, a la que no se ahorran calculados y punzantes dardos. Quizás sea el retrato sociológico uno de los puntos más débiles de la novela, pues la narración no se sale ni un ápice de lo que, en estos casos, se considera políticamente correcto.
La novela es lenta, prolija, demasiado extensa. No añade nada la inclusión del relato autobiográfico de la Pastora, pues detiene la intriga y la acción. Además, estos pasajes bajan el nivel literario. Algunos encuentros de los personajes inflan en exceso e innecesariamente la trama. También resulta redundante el desmedido interés del psiquiatra por la maquis, que debería convertirse en más acción y menos reflexión, y el peso de su ambigüedad sexual en su vida al margen de la ley. La relación entre el psiquiatra y el periodista es lo mejor de la novela, aunque la autora, sobre todo en su parte final, no le saca el partido que se esperaba, con una resolución un tanto inverosímil.
Novela, pues, de ambición sobre todo comercial (como está siendo habitual en las últimas ediciones del Premio Nadal… y de la mayoría de los premios literarios), de escasos vuelos literarios, con mucho tópico, que se sustenta sobre todo en el morbo que puede despertar un personaje tan extraño y marginal, uno de los últimos restos de la oposición guerrillera al régimen de Franco.