Primera novela del escritor francés Jean-Claude Lalumière (Burdeos, 1970), que ha tenido en Francia un gran éxito. En ella, el joven protagonista, que empieza a trabajar en el Ministerio de Exteriores francés, cuenta su desternillante y fracasada experiencia en el departamento al que es destinado: “Países en vías de creación. Sección Europa del Este y Siberia”.
La novela es una entretenida parodia del mundo de los funcionarios. El protagonista se ha preparado con pasión para desempeñar un puesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores con la ilusión de abandonar la casa familiar e iniciar así una vida llena de viajes y aventuras. Pero, tras aprobar la oposición con una modesta nota, el destino que le asignan nada tiene que ver con lo que había soñado. Varios incidentes, además, le hacen entrar con mal pie en su nuevo trabajo. A la vez que describe el microcosmos de su mundo laboral, se cuenta también la distante relación con unos padres poco afectivos, sobre todo el padre, y algunas de sus aventuras amorosas con compañeras del trabajo.
Lo mejor de la novela, con diferencia, es el relato de las vicisitudes en su puesto de trabajo. Algunas anécdotas, como la de la paloma muerta en el alféizar de su ventana y el lío burocrático que se organiza, son hilarantes; también son muy divertidas las descripciones de sus compañeros de trabajo, sus manías y habilidades, y el funcionamiento desde dentro de la absurda y paralizante burocracia ministerial.
Si el autor hubiese cargado la mano en estos asuntos, la novela podría haber dado mucho más de sí, pues cuando se centra en estos aspectos desprende un original y refrescante sentido del humor. Sin embargo, le cuesta al autor mantener el ritmo de la novela en esta dirección –la calidad de las anécdotas va decayendo– y quizás por eso introduce más escenas de las que hacían falta sobre su vida familiar y su vida personal. Esto provoca que El frente ruso pierda fuelle a medida que se avanza en la lectura.
