Esta es la segunda novela de Yoram Kaniuk (Tel Aviv, 1930) que publica Libros del Asteroide, tras El hombre perro.
En 1948 introduce a los lectores en la primera guerra árabe-israelí o, como se conoce en Israel, la Guerra de Independencia, declarada el 15 de mayo de 1948 a consecuencia de la aprobación por la ONU de la partición de Palestina.
Kaniuk es un sabra, es decir, un judío nacido en Israel que formó parte del Palmaj, una fuerza paramilitar de choque fundada en 1920 durante el mandato británico. Hay un grupo de escritores que por haber luchado todos en ese grupo, tomaron el nombre de “Generación Palmaj” o “Generación 48”. Kaniuk, sin embargo, no se considera de este grupo, sino que se califica como escritor independiente. Durante muchos años ha sido incomprendido en su país, aunque ha comenzado a ser reconocido por las jóvenes generaciones.
La novela adopta la forma de las memorias de un joven que luchó en esa guerra con 17 años y que escribe sobre ella sesenta años más tarde. Por eso, dice el mismo narrador, se describen hechos reales y, también, detalles que pueden ser inventados, ya que la memoria y la imaginación se entremezclan con el paso del tiempo. El protagonista da una visión bastante exacta de él mismo, de su familia y su educación refinada, pero también de un heroísmo del que nunca hace ostentación: “Yo era un mentecato que se convirtió en un valiente y golpeó al enemigo”. Pero él no quiere ser el único protagonista y en su relato da entrada a otros muchos personajes, compañeros en el ejército pero muy distintos de él, con otra visión de la vida, provenientes la mayoría del mundo rural, algunos educados en los kibbutzs, otros supervivientes del Holocausto que acaban muriendo en esta guerra.
Los temas que aparecen están muy relacionados con la marcha de la guerra: las injusticias y la crueldad de los combatientes, la cobardía tanto de árabes (“gritaban, asesinaban y huían al primer disparo”) como de los mandos judíos, pero también se habla de la heroicidad de muchos jefes, del incomprensible fanatismo de los judios ultraortodoxos, del durísimo asedio de Jerusalén… Todo contado con escenas llenas de sentimiento, como la celebración del sabath o de su cumpleaños en medio de la guerra, mostrando la indiferencia ante los cadáveres que hay por todos los sitios y su salvación milagrosa.
1948 es un libro que desmonta los tópicos que generan conflictos de este tipo. También expone la injusticia hecha a los árabes que poblaban aquellas tierras pacíficamente y el relato ayuda a entender las raíces de un conflicto que llega hasta nuestros días. El propio Kaniuk hace un espeluznante resumen de la guerra: “Solo después de la guerra se descubrió, y no siempre con agrado, que fundamos un Estado para unos muertos que no vivirían en él”.