Camillo Boito nació en Roma en 1836, fue arquitecto, pionero de los estudios sobre la historia de la arquitectura italiana y experto restaurador arqueológico. Culturalmente formó parte de la Scapigliatura, un grupo neorromántico y bohemio, y destacó por los relatos cortos, algunos llevados al cine. En este libro se ofrecen cuatro, escritos entre 1876 y 1891 y publicados en este último año. El primero, el segundo y el cuarto están ambientados en Venecia, y el tercero, en un palacete y un pueblo cerca de Brescia. Boito falleció en 1914.
En El color en Venecia se nos ofrece una mirada sobre la ciudad a través de los colores, las sensaciones, la fascinación que despierta en tantos artistas y escritores. El maestro de setticlavio es uno de los mejores relatos del autor y el último que publicó. Aquí los protagonistas son Venecia y la música en el siglo XIX y, al parecer, uno de los personajes está inspirado en el profesor de música que Camillo y sus hermanos tuvieron en esa ciudad. Ambiente festivo, una trama amorosa y, sobre todo, las diferencias entre dos modos distintos de entender la música, uno más tradicional y otro más vanguardista.
El Diablo mudo es otro relato magnífico –aquí también la música tiene un papel destacado–, con un tono más romántico que los restantes. La historia de una herencia, con suspense, bastantes toques irónicos y cierta melancolía por la caducidad del presente, simbolizada por el viejo palacete y sus moradores. Cuatro horas en el Lido, el más breve, se relaciona con el primer relato; aquí tampoco hay ficción sino un canto a Venecia, escrito con una precisión y armonía realmente fascinantes, una auténtica joya. La capacidad de observación y de captación de la belleza se exprimen al máximo en poco más de diez páginas: toda una lección de buena literatura.
