Publicada en 1969 y desconocida para muchos, se trata de la primera novela negra mexicana. Su autor, el mexicano Rafael Bernal (1915-1972), fue escritor y diplomático. Su producción literaria es relativamente extensa y en ella destaca esta novela, redonda en su género.
Filiberto García, el protagonista, es un sicario y un policía sin escrúpulos. A pesar de ello, se gana el aprecio de los lectores. Junto a una buena capacidad de intuición de los hechos y de las personas, posee sensibilidad para lo bello y sentido del humor. Los habituales elementos sensuales, casi siempre presentes en el género de la novela negra, están aquí tratados dignamente.
La trama es original, y se desarrolla lentamente, dosificando los hechos. Filiberto García, junto con un agente del FBI y otro del KGB, investiga el posible atentado al presidente de EE.UU. en viaje a México. Los tres tienen escasamente setenta y dos horas para desbaratarlo y descubrir el supuesto complot chino que se esconde tras el intento de asesinato. El contacto con los habitantes del pequeño barrio donde se desarrolla buena parte de la acción y con los matones de turno desentraña una situación poco clara que se complica cada vez más hasta llegar a un desenlace lógico, aunque el lector ni por asomo lo pueda descubrir.
Si en lo referente al aspecto policiaco la novela es impecable, también hay que destacar su trasfondo sociológico y político, pues Bernal examina y crítica la sociedad mexicana, los políticos y la policía de los años 60 del siglo pasado: la corrupción y la impunidad con la actúan los poderosos, la falta de moral y el extendido cinismo. Aquí no hay nadie justo y esto hace explotar finalmente a Filiberto.
