La buena reputación

Seix Barral.

Barcelona (2014).

640 págs.

21,90 € (papel) / 12,99 € (digital).

GÉNERO


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 39/14

Libro a libro, la trayectoria literaria de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) ha ido creciendo en calidad y por merecimientos propios es ya una de las voces literarias españolas más sólidas, prestigio que avalan sus novelas El tiempo de las mujeres (2003), Dientes de leche y, entre otras, El día de mañana, a las que hay que sumar libros de relatos y Enterrar a los muertos, un singular libro de investigación literaria sobre la guerra civil que muchos consideran su mejor libro.

Martínez de Pisón ha ido ambientando sus novelas en el tardofranquismo, especialmente en las décadas de los 60 y 70. La buena reputación abarca desde la década de los 50 hasta comienzos de los 80, y está concebida como una saga familiar que parte del matrimonio entre Mercedes y Samuel en la Melilla.

La primera parte de la novela, la dedicada a Samuel y Mercedes, es la más viva e intensa, y también la más original. Samuel es judío, se dedica a los negocios, está muy bien relacionado con las autoridades españolas del Protectorado de Marruecos y es uno de los judíos más influyentes de Melilla y todo el norte de África. El autor reconstruye bien una realidad poco conocida, la vida de los judíos en Melilla, algunas de sus tradiciones y su entramado social. Para la comunidad judía las cosas cambian con la creación del estado de Israel en1948, adonde emigran muchos judíos melillenses Pero las cosas ya no son tan fáciles en Melilla y deciden regresar ala península. Yaantes, las relaciones de Mercedes y Samuel con sus hijas no son fáciles, sobre todo con Sara, la pequeña, una joven impulsiva que les creará numerosos problemas. En Zaragoza reconstruyen sus vidas. Sus hijas se casan, los años pasan y el interés de la novela se traslada poco a poco a Miriam y Sara y, después, a los hijos de Miriam, Daniel y Elías.

Martínez de Pisón centra todo su interés en los sucesos familiares, en las relaciones entre sus miembros, en sus constantes conflictos y roces. No es la intención del autor hacer en esta ocasión un retrato sociológico de aquellos años, aunque de manera tangencial los cambios que se dan en la sociedad española conforman las vidas de estos personajes, especialmente de Elías y Daniel, jóvenes educados ya en las costumbres y los valores morales de la transición.

El modelo elegido por Martínez de Pisón son las familias desdichadas, pues, siguiendo a Tolstói, ahí es más fácil encontrar el drama y la literatura. Ningúnpersonaje tiene fuertes convicciones morales, ni sociales, ni políticas, ni religiosas. Todos se adaptan a la escala de valores que marcan el presente y sus caprichos y necesidades. Samuel intensifica al final de su vida su fe en el judaísmo, pero más como un acontecimiento social.

La evolución del argumento, sobre todo en lo que se refiere a Miriam, indaga en el peso de la memoria y en la necesidad de encontrar un sitio seguro en el mundo. Para Miriam, ese sitio es Melilla, como para su madre lo fue Zaragoza. Su padre, siguiendo la tradición judía, no dejó de ser a su manera un nuevo desterrado.

Tanto el estilo como la propia concepción de la novela son muy realistas. De manera concisa pero morosa, se describen multitud de pasajes cotidianos con los que el autor quiere reproducir con fidelidad la vida de aquella España. Sin embargo, la obsesión por este realismo intrascendente ahoga en muchos momentos el interés y el pulso narrativo, pues pocos son los sucesos que destaquen de manera más continuada e intensa, salvo algunos esporádicos, como la ajetreada vida de Samuel, algunas infidelidades, el famoso incendio del hotel Corona de Zaragoza, el devenir de los negocios familiares y la inestabilidad emocional de Miriam.

De hecho, la novela pierde fuelle cuando la familia abandona Melilla y también cuando desaparece de la escena Samuel, el personaje con diferencia más sobresaliente. La novela está bien escrita y estructurada, es ambiciosa en su planteamiento, si bien en su desarrollo adolece de un fácil pesimismo y de un escaso ritmo narrativo.

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