El pensador alemán Eric Voegelin (1901-1985) es uno de los principales del siglo XX y su obra no deja de leerse. Nacido en Colonia, estudió en Viena y emigró a Estados Unidos cuando el régimen nazi se anexionó Austria, en 1938. Desde entonces vivió y enseñó en América hasta su muerte.
Las religiones políticas recoge dos ensayos breves y sustanciosos, el titulado así y “Ciencia política y gnosticismo”. Ambos están intrínsecamente unidos porque el gnosticismo lleva al rechazo de la trascendencia, por lo que la religión se hace política o, mejor, la política religión.
Ese rechazo de la trascendencia y, por tanto, de Dios (de Dios trascendente, creador del mundo y del hombre y su benefactor) es una de las marcas del gnosticismo, algo que ha tenido muchas encarnaciones a lo largo de sus dos mil años de historia. Voegelin se detiene en la gnosis más reciente: Hegel, Marx, Nietzsche, el fascismo, el nazismo.
El gnóstico se encuentra insatisfecho con su situación en el mundo (cosa que se puede compartir), pero lo atribuye a que el mundo está intrínsecamente mal hecho. Si lo hizo Dios y está tan mal hecho, hay que prescindir de Dios. Queda en pie la titánica tarea de arreglar el mundo desde dentro. Así se cree que “la acción humana es capaz de modificar el orden del ser y que ese acto redentor es posible gracias al esfuerzo del propio hombre”, eliminando del todo a Dios. El gnóstico sabe (de “gnosis”, saber) cómo hacerlo. “Sabe” sin más.
Hasta la llegada de la Modernidad, los grupos gnósticos tenían aún cierto contacto con el cristianismo, porque ese era el ambiente general. Después se hicieron deístas y finalmente ateos, como en el marxismo, en Nietzsche o en el nacionalsocialismo. En todos los casos se presentan pretendidas soluciones globales y definitivas: la sociedad sin clases, el superhombre, la raza superior..
Hay que leer este libro. Tienen que leerlo quienes se interesen por el pensamiento político de altura (y claridad) y lo comparen con la anemia actual en esta cuestión crucial.
Una presentación de Guillermo Graíño Ferrer y Josemaría Carabante nos introduce en la figura y la obra de Voegelin.