Chip Espinoza explota el éxito de la factoría Franklin Covey con este libro sobre los millennials y el éxito laboral. Me asomo a él con expectación por el eco que aún resuena de aquellos 7 hábitos de la gente altamente efectiva y su 8º hábito, pero Espinoza no es Stephen Covey y yo tampoco soy una millennial, aunque no estoy tan lejos de su mentalidad y su forma de actuar. Como tantos, pertenezco a la Generación X, mi adolescencia estuvo pegada a una tecla, Internet llegó a mi vida en los últimos años de Universidad y –aun siendo migrante digital– me he integrado en las redes sociales y he adquirido un estilo de vida multitask. No entiendo a qué tanta condescendencia con las nuevas generaciones que sacan la cabeza del cascarón. Siempre han existido las diferencias generacionales.
Espinoza indica en el libro que se dirige tanto a los millennials como a los empresarios que se plantean incorporarlos a sus plantillas, pero vuelca el plato hacia los jóvenes y les ofrece un prontuario para entenderse con sus jefes. El autor dirige el programa de Psicología Organizacional de la Universidad de Concordia en Irvine (California). Es coautor de El management de los millennials: Descubre las competencias fundamentales para gestionar a los trabajadores de hoy, así como de numerosos artículos sobre liderazgo. Es uno de los mayores expertos en diversidad generacional en el mundo del trabajo y asesora a numerosas empresas públicas y privadas, entre ellas, Boeing, Microsoft y la Fundación Special Olympics, así como a diversos medios de comunicación, como las cadenas de televisión CNN y Fox y la cadena de radio CBS. La revista Time lo considera uno de los principales ideólogos actuales sobre el futuro del mundo laboral.
El libro tiene un tono empático y algo protector, lenguaje despreocupado y directo y estilo gráfico, repleto de diagramas, esquemas, carteles y códigos QR con los que busca aproximarse a su público. La idea y el propósito son buenos, pero no logro desprenderme de cierta sensación de superficialidad, seguramente porque no soy millennial y esta obra tiene el propósito concreto de favorecer que las generaciones se entiendan.
Pienso que, con diferencias y matices, a las jóvenes generaciones siempre les vienen bien estos consejos para incorporarse sin sobresaltos a un entorno profesional… cada vez más incierto, dicho sea de paso. Pero, aunque la brecha intergeneracional sea ahora más ancha –nuestros jóvenes no se atienen a horarios, no preguntan sus dudas, se sienten poco seguidos o excesivamente vigilados, dan la sensación de estar en otro mundo, etc.–, no son ellos quienes han cambiado radicalmente sino el ecosistema, ahora globalizado, inmediato, maleable, colaborativo. Y ese mundo no lo han creado ellos, lo hemos hecho nosotros.
Nuestro problema más grave, el de nuestras empresas, estriba en que los millennials se han adaptado al medio con la flexibilidad y connaturalidad del nativo mientras la Generación X y la del Baby Boom lo hacemos más lentamente, aunque dudo que hasta el punto que expone el libro. No es a los jóvenes a quienes hay que temer sino a la propia falta de flexibilidad para protagonizar eso que los expertos denominan innovación disruptiva, sacando partido al activo más valioso de la empresa: la colaboración entre la sabiduría y pericia de las generaciones maduras y el potencial y la creatividad de la juventud, siempre mirando hacia el futuro.