Explica José Julio Cabanillas en el prólogo que este libro quiere continuar una antología del mismo título que publicó Ernestina de Champourcin, poeta de la generación del 27, al volver de su exilio mexicano. Indica también que el lector se encontrará con poemas de autores actuales, vivos (menos Mario Mínguez), nacidos a partir de 1950, excepto Miguel d’Ors y Eloy Sánchez Rosillo, de las tres generaciones de poetas españoles de nuestra democracia. Y que no son poetas confesionales, ni tienen intención de escribir poesía religiosa o convencer a alguien, sino hombres y mujeres de edades, profesiones y estilos diferentes que, en algún momento, han hablado de Dios y se han hecho preguntas. Es una inquietud universal que atraviesa la literatura de todas las épocas.
Junto a algunos que han recibido el reconocimiento de premios de prestigio, hay otros menos conocidos. Sus voces y tonos también son muy diversos. Como lo son sus formas de enfrentarse al misterio de Dios y las respuestas que ofrecen.
Los hay que, desde una íntima cercanía, convierten sus versos en oración y así incluso titulan sus poemas, o recrean algunos pasajes bíblicos. Dialogan en alabanza, en queja, en asombro, o desvalidos ante un Dios al que a veces sienten próximo y al que, aun en su silencio, celebran en la elocuencia de la naturaleza (“la creación nos dice que nos amas”) y en la multitud de milagros de la vida cotidiana, “en una catedral y en un supermercado”.
Muestran otros autores su vivencia desde perspectivas diferentes, quizás con menos intimidad y cercanía al hecho religioso, pero igualmente sinceras en sus dudas, sus reflexiones, su humor o su evocación del pasado.
Muy aconsejable, en suma, esta antología para todo tipo de lectores. Ofrece tanto que será raro no encontrar versos que conmuevan a quienes se acerquen a estas páginas con la misma honestidad de sus autores. Y, como ejemplo, la invitación del poema Cuando miras despacio, de Eloy Sánchez Rosillo: “Si te quedas mirando largamente / cualquier cosa del mundo / (…) / verás y sentirás que cuando miras / tú eres mundo también, / que en ti la vida se entrecruza y canta, / y que todo es sagrado”.