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Un pequeño hombre contra la corrupción

publicado
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La lucha de Anna Hazare contra la corrupción ha inspirado a millones de indios

Bombay. Parecía que India se había acostumbrado a saber que se encuentra en el puesto número 87 del índice de corrupción en el mundo, justo a la mitad de la tabla. Pero entonces el fantasma de la “revolución” resucitó por obra de un pequeño hombre que se ha convertido en un icono para el país: Anna Hazare se ha enfrentado al gobierno de la India sin otras armas que su valor y determinación. Este es el hombre que se ha convertido en una marca para millones de indios que ahora llevan camisetas con la inscripción “Soy Anna”; es el David que con una huelga de hambre de doce días, que casi le costó la vida el pasado agosto, humilló al gobierno, obligándole a que cediera ante las aspiraciones de la nación.

A pesar de que los proyectos de ley anti-corrupción en la India se remontan a 1969, nunca han llegado a término, pues los políticos con miedo a que se les investigue han estado más de cuarenta años dando largas y perdiendo el tiempo. Así hasta que este año, un movimiento popular a favor del Jan Lokpal Bill, una propuesta de ley para crear un organismo anti-corrupción, puso al gobierno contra las cuerdas.

Anna y el país contra la clase política

“Lokpal” (“protector del pueblo” en sánscrito) se ha convertido en la palabra de moda, y los indios intentan aclararse con las sutiles diferencias entre el proyecto del gobierno, el Lokpal Bill, y el Jan Lokpal, la propuesta del Team Anna (el grupo de activistas que apoya con Anna Hazare). Muchos no saben en qué se diferencian las dos versiones ni las competencias que tendría la institución según cada una. Pero la gente está convencida de que “Anna Hazare está librando al país de la corrupción, ha agarrado el toro por los cuernos, y nosotros lo apoyamos”.

En la próxima sesión de invierno el Parlamento debatirá un proyecto de ley que recoge las propuestas que ha defendido el movimiento anticorrupción

El austero gandhiano Anna Hazare comenzó su batalla cuando el país estaba envuelto en fraudes y malversaciones de dinero público: en la asignación de frecuencias para telefonía móvil, en concesiones mineras, en los Juegos de la Commonwealth, en la Premier League de cricket, en promociones inmobiliarias… Algunos activistas de la sociedad civil eligieron a su mejor hombre y movilizaron a la gente para que saliera a las calles día tras día para protestar contra la corrupción. Era Anna y el país contra la clase política.

Con el proyecto de ley Jan Lokpal se trata de crear una institución que actúe de defensor del pueblo, un organismo de vigilancia que investigue, acuse y lleve a juicio a los burócratas corruptos. Todo el proceso no deberá llevar más de dos años, y el culpable tendrá que resarcir íntegramente al perjudicado por los daños causados. Este proyecto se presenta como un gran paso hacia una nueva era democrática: la sociedad civil que dirige su artillería contra los representantes democráticamente elegidos que entran a saco en las arcas públicas y aprovechan sus cargos para enriquecerse, lo cual ha sido algo típico en el sistema político de la India desde la independencia.

Dos proyectos enfrentados

El proyecto Lokpal del gobierno fue objeto de sonoras críticas por parte del Team Anna, que lo calificó como una vil parodia. Este grupo preparó, con ayuda de los Bhushans –un dúo padre-hijo de abogados activistas–, el proyecto Jan Lokpal, o proyecto Lokpal de los ciudadanos. Se vio que el Lokpal propuesto por el gobierno era muy insatisfactorio, pues sus poderes estaban diluidos y no tenía competencias sobre todos los funcionarios públicos y judiciales. Además, el gobierno nombraría el consejo del Lokpal. En cambio, el proyecto de los ciudadanos autoriza escuchas telefónicas para investigar a los sospechosos, castiga a los corruptos con la destitución y aun la cárcel, protege a los denunciantes y extiende la competencia del Lokpal hasta al primer ministro.

En la India, el círculo vicioso de justicia lenta y no aplicada, con casos que duran tanto tiempo que a veces el querellante muere antes de obtener justicia, es tan atroz que un proyecto como el Jan Lokpal, que daría poder a la gente para exigir responsabilidad a los políticos y otros funcionarios, parece ser demasiado ambicioso. Si el Sistema de Distribución Pública desvía la porción de arroz y azúcar que te corresponde, o te exigen una propina para obtener una licencia de negocio o una conexión a la red eléctrica, o para registrar un terreno o hacer cualquier trámite, ¿a quién vas a llamar? ¡Al Jan Lokpal!

Muchos factores han contribuido a mantener viva la campaña contra la corrupción. Un primer ayuno, durante dos días, de Anna Hazare en abril pasado logró que se creara un comité con representantes de los ciudadanos y del gobierno para elaborar el proyecto. Después, el gurú Baba Ram Dev, convocó una dharna (huelga de hambre con sentada en la calle) contra la corrupción en Delhi, donde se reunieron miles de sus seguidores.

El gobierno central intentó negociar un acuerdo con el gurú, pero al final tuvo que dispersar a sus seguidores y hasta arrestarlo. Unas semanas más tarde, una ONG elitista del país, India contra la Corrupción, reanudó la lucha donde Baba Ram Dev la había dejado, y Anna Hazare se comprometió a iniciar una huelga de hambre en Delhi, pero de forma legal y pacífica, hasta que el Parlamento aprobara el proyecto Jan Lokpal. Lo que comenzó como una protesta se convirtió en una campaña contra la corrupción dirigida por los medios de comunicación y muy bien organizada, que provocó una oleada de críticas contra el gobierno de coalición encabezado por el Partido del Congreso. Esto vino muy bien a la oposición, que ya había iniciado la batalla y estaba dando duros golpes al gobierno siguiendo el rastro de los fraudes: la campaña de Anna Hazare fue el golpe de gracia.

Gran atención de la prensa

Ningún otro asunto provocó más atención de los medios que la cruzada del Jan Lokpal. La cadena nacional de noticias hizo campaña a favor del Team Anna y hacía gala de haberlo llevado a los hogares. Se dice que gran parte del éxito del movimiento Jan Lokpal fue obra los medios de comunicación, mientras que muchos de sus seguidores ni siquiera conocen sus ideas básicas.

Una parte de la sociedad se muestra escéptica ante la idea de crear un nuevo organismo que podría resultar no menos corrupto y burocrático, servir a sus propios intereses y acosar a personas aprovechando sus enormes poderes. Otros grupos se preguntan por qué estos activistas que rodean a Hazare no concurren a las elecciones para representar democráticamente al pueblo, en lugar de denunciar los fallos y sembrar desconfianza hacia los representantes elegidos.

La ONG que organiza la campaña ha sido acusada de estar apoyada por grupos elitistas de la derecha hinduista como el RSS, que no representan a otros sectores de la sociedad.

Tiempo de espera

Anna Hazare, ya muy debilitado, terminó su ayuno cuando el gobierno accedió a sus demandas. El gobierno aprobó una resolución para debatir y elaborar un proyecto con participación ciudadana, y aceptó crear instituciones de este tipo en cada estado del país.

Tras su éxito, Anna Hazare prometió que comenzaría una campaña en favor de una reforma electoral, que incluiría el derecho a destituir a un representante elegido por mal desempeño del cargo. El país espera con mucho interés mientras Anna vive retirado por un tiempo en su pueblo natal, en Maharashtra. No hay más protestas, ya no se ven los movimientos de multitudes y bloqueos de calles; parece que el país ha vuelto a sus problemas y sus trabajos cotidianos, mientras siguen apareciendo un fraude tras otro, el último –por nombrar uno– el de la mina ilegal en Goa.

Es posible que dentro de unos meses, cuando comience la sesión de invierno del Parlamento y el gobierno retome el proyecto de Jan Lokpal, vuelva a fraguarse un movimiento.

Pero lo que es claro es que la India, que funciona con servicios públicos que frecuentemente han institucionalizado la corrupción, necesita desesperadamente un organismo con fuertes poderes para castigar los desmanes. El Jan Lokpal parece ser eso, una respuesta a la corrupción que causaría una fuerte convulsión en el sistema de gobierno y en los servicios del país. La lucha no ha hecho más que empezar. La ley tardará todavía un año o dos en llegar, pero sus frutos pueden ser muy significativos en un país donde hay que sobornar a un policía para obtener el pasaporte o el permiso de conducir.

Anna Hazare puede ser o no ser un santo vestido de dhoti que vive detrás de un templo en una casa de una sola habitación, pero sí parece haber sido quien ayudó a la India a obtener su cita con la providencia.

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