El auge de la “heredocracia”: ¿y si heredar importa tanto como trabajar (o más)?

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Heredocracia
thodonal88/Shutterstock

Desde mediados del siglo XX, la meritocracia se ha presentado como la gran narrativa de las sociedades occidentales modernas: si te esfuerzas, si desarrollas tu talento, si estudias y trabajas con ahínco, acabarás alcanzando una vida próspera. De fondo, se encontraba la convicción de que el éxito estaba vinculado al esfuerzo y mérito individual, y no al origen social. Sin embargo, puede que esa promesa esté en crisis: con cada vez más frecuencia, el progreso vital depende, no tanto de lo que uno consigue con el propio trabajo, como de lo que uno hereda.

En un artículo de principios de año sobre cómo hacerse rico en 2025, The Economist lo dejó claro: “Olvídate de tu carrera profesional. Hoy lo que importa es la herencia”. Aunque se trate de una afirmación provocativa, los datos apuntan en esta dirección. Al menos, parcialmente. Debido a que las oficinas de estadística gubernamentales casi no publican datos sobre herencias, The Economist recopiló estimaciones académicas sobre el flujo de herencias anual y estimó que, si a mediados del siglo XX, este flujo suponía aproximadamente el 5% del PIB, a finales de la década de 2010, las herencias representaban, en promedio, el 10% del PIB. En 2025, en particular, las herencias sumarán en conjunto alrededor de 6 billones de dólares.

El repunte del peso de las herencias es una tendencia consistente en gran parte de los países occidentales. En Francia y Alemania, las herencias anuales se han duplicado y triplicado respectivamente en comparación con la década de 1960. En Gran Bretaña, la herencia percibida por los millennials es el doble de importante, en relación con los ingresos, que para la generación anterior, y las herencias en Italia representan ahora más del 15% del PIB. Otro gran ejemplo es Estados Unidos, donde por cada 100 dólares que los empleadores pagan al año en salarios, los fallecidos dejan 20 dólares en herencia. Según los datos estimados por The Economist, parece que solo Irlanda se resiste a la tendencia de convertirse en una “heredocracia”. ¿Pero en qué consiste exactamente este modelo?

Los baby boomers: el banco ‘mamá y papá’

Según la historiadora Eliza Filby, autora del libro Inheritocracy: It’s Time to Talk About the Bank of Mum and Dad, la “heredocracia” es una sociedad en la que el peso de la herencia familiar se vuelve más decisivo a la hora de determinar las oportunidades vitales de una persona que el propio progreso laboral. Como explica Filby en un artículo en The Guardian, “si has crecido en el siglo XXI, tus oportunidades dependen cada vez más de tu acceso al ‘banco de mamá y papá’, en lugar de lo que ganas o aprendes”.

La “heredocracia” es una sociedad en la que el peso de la herencia familiar se vuelve más decisivo para determinar las oportunidades vitales de una persona que el propio progreso laboral —Eliza Filby, historiadora

Esta tendencia se gestó en la década de 1980, pero se aceleró con la crisis económica de 2008. Con la entrada y consolidación de los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964) en el mercado laboral, en un contexto de expansión económica y acceso asequible a la vivienda, con créditos hipotecarios baratos en un mercado laboral en crecimiento, la acumulación de patrimonio resultó mucho más fácil que para las generaciones futuras. Tanto así, que hoy los baby boomers sostienen buena parte de la riqueza mundial. En Estados Unidos, por ejemplo, los baby boomers representan un quinto de la población y poseen alrededor de la mitad del patrimonio del país; en Alemania, los mayores de 65 años también constituyen una quinta parte de la población, pero poseen un tercio de la riqueza.

La gestación de la “heredocracia” se aceleró con la crisis financiera de 2008 porque abrió una brecha generacional que, en la actualidad, aún persiste. Considerando los datos agregados de las Encuestas Financieras de las Familias, realizadas por el Banco de España, entre 2001 y 2021, la renta mediana de los hogares mayores de 74 años aumentó en un 40,5%, mientras que la de los menores de 35 cayó un 19,8%. Además, entre 2002 y 2022 la riqueza total neta de los hogares mayores de 74 años aumentó un 98,7%, en gran medida, por tener vivienda en propiedad. Para los menores de 35, sin embargo, cayó un 72,7%.

La brecha generacional no solo implica un contraste patrimonial, sino también sociológico y cultural. Para los baby boomers, la estabilidad económica y la consiguiente propiedad representaban un horizonte viable, al alcance de la mano con trabajo y esfuerzo. Para los millennials y centennials, sin embargo, ese mismo horizonte se vislumbra difuminado y cada vez más dependiente, en vez del progreso profesional y salarial, de la transmisión de riqueza. Por ejemplo, mediante una vivienda.

La generación “inquilina”

En la actualidad, hablar de juventud implica hablar de vivienda, y según las encuestas del Banco de España antes mencionadas, el porcentaje de jóvenes que compraron una vivienda entre 2011 y 2022 cayó del 69,3% al 31,8%. Según el último Informe Juventud España 2024, entre las personas jóvenes que pasaron su infancia y adolescencia en una vivienda en propiedad, el 52,8% viven de alquiler entre los 25 y 34 años; la cifra aumenta al 65,7% si en su infancia también vivían del alquiler.

En España la herencia de viviendas y propiedades ha aumentado un 53% en los últimos 15 años

Con una oferta mermada y unos precios disparados, acceder a una vivienda en propiedad se ha convertido en un desafío estructural sin pronta solución, más allá de que se herede: conforme a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España la herencia de viviendas y propiedades ha aumentado un 53% en los últimos 15 años.

Heredar, sobre todo propiedades, se está convirtiendo en el balón de oxígeno para una generación condenada a ser la “generación inquilina”, pero el panorama que plantea también conlleva consecuencias tanto sociales como económicas. Por una parte, está la erosión de la meritocracia y el descreimiento en el progreso personal sin ayuda externa, desplazando al trabajo y la educación como motores de ascenso social. Según The Economist, el auge del valor de la herencia puede suponer el declive del emprendimiento y la innovación, al crear una clase rentista. Además, también provoca una aún más persistente desigualdad intrageneracional entre quienes pueden acceder, por ejemplo, a una vivienda en propiedad a través de la riqueza familiar, y quienes tienen que dedicar más del 30% de su salario a pagar un alquiler (como es el caso de la mayoría de millennials y centennials que viven de alquiler).

La “heredocracia” no solo refleja el éxito económico de décadas pasadas. También muestra un bajo crecimiento económico, salarios estancados y precios de la vivienda disparados, factores que limitan la movilidad social y acentúan la desigualdad, tanto entre generaciones, como en una misma generación.

Las principales soluciones que se plantean para mitigar la expansión de una “heredocracia” pasan por reforzar los –muy impopulares– impuestos sucesorios (abolidos en países como Australia, Canadá, India, Noruega o Rusia). Pero la solución no son solo impuestos. También son medidas que impulsen el crecimiento económico y que incrementen los rendimientos del trabajo. Pero, ante todo, son legislaciones que permitan y faciliten la construcción de suficientes viviendas, para contener los precios y restablecer el vínculo entre trabajo y prosperidad. Porque lo que hace falta, teniendo en cuenta las circunstancias de las generaciones más jóvenes, es un modelo económico y social en el que el acceso a la vivienda no suponga un escollo vital ni un perpetrador de la desigualdad.

2 Comentarios

  1. Interesantísimo artículo, llevo tiempo dando vueltas a estos datos de la Encuesta Financiera de las Familias en clase con mis alumnos y sí, la acumulación generacional (y social) de la riqueza ha revertido la meritocracia. Cómo millenial también lo ratifico, muchos conseguimos buenos trabajos, con niveles de estudios altos y sin embargo, quienes tienen pisos en el centro y van de viaje no son los que terminaron la carrera, ni los que tienen mejores trabajos, sino los que han heredado.

  2. Interesante artículo de un tema que da para mucho. Por ejemplo la esperanza de vida. Paradójicamente la mayoría de herederos son ya personas mayores, a veces padres e hijos están ya jubilados, aunque con retraso de edad tener hijos esto puede suavizarse. Entre esto y desequilibrio de pensiones más tensión para «dejarse eutanasiar» por el bien de los hijos. Otra tensión aquí va a ser con la inmigración. El mayor conflicto es con hijos inmigrantes y diferencias de oportunidades con hijos únicos nativos q a veces heredan foso más viviendas. Finalmente otro tema es la forzosidad de la herencia en un gran porcentaje (un hijo único la mayoría) salvo en autonomías como País Vasco

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