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Retrocede la pena de muerte en el mundo

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Se celebra estos días en la sede de la ONU en Ginebra, capital diplomática de los derechos humanos, el IV Congreso Internacional contra la Pena de Muerte, promovido por la asociación francesa Ensemble contre la peine de mort (ECPM). Se trata de seguir caminando en la dirección de la moratoria planteada a la ONU por Italia, en buena medida como consecuencia del gran trabajo hecho por la comunidad de san Egidio.

José Luis R. Zapatero estuvo en la ciudad suiza como presidente semestral de la Unión Europea. Afirmó que intentará que los países miembros de la ONU se pronuncien a favor de la moratoria antes de fin de año. La información difundida resulta confusa, pues la asamblea general aprobó ya una resolución por la moratoria universal de la pena de muerte el 18 de diciembre de 2007.

A la vez, de acuerdo con un rasgo característico del jefe de gobierno español, anunció la creación de una Comisión Internacional contra la Pena de Muerte, formada por «personalidades de alta autoridad moral y reconocido prestigio internacional de todas las regiones del mundo».

Actualmente, de los 197 Estados que forman parte de la ONU, 58 siguen aplicando la pena capital: se les conoce como “retencionistas”, frente a los “abolicionistas”, que son ya mayoría, con un crecimiento sostenido en los últimas décadas. Basta pensar, por ejemplo, que es un requisito de admisión para el ingreso en el Consejo de Europa.

A la cabeza de la retención están países asiáticos, comenzando por China. En Irak se ha producido también un incremento reciente, como consecuencia de la lucha contra el terrorismo. Con Irán, Arabia Saudita y Pakistán alcanzan el 93% de las ejecuciones anuales. Pero se ha creado ya una Anti-Death Penalty Asia Network; Filipinas y Mongolia han entrado en vía abolicionista; en Taiwán no ha habido ejecuciones los últimos años; como tampoco en Japón en 2009. Y prosiguen los debates en la India y en Pakistán, con 7.000 sentencias capitales suspendidas. Se estima que en el mundo se realizan diez mil penas de muerte.

En Estados Unidos, aunque la cifra es alta, las ejecuciones no cesan de descender: primero, gracias a la moratoria de hecho determinada por la suspensión cautelar del Tribunal Supremo, mientras dilucidaba la constitucionalidad de las inyecciones letales; luego, como consecuencia de los excesivos costes económicos que supone para los 37 Estados que la restablecieron, a raíz de la sentencia del Tribunal Supremo de 1976. Recientemente la han suprimido New Jersey y Nuevo México. Por otra parte, la sociedad es cada vez más sensible al riesgo de privar de la vida a inocentes. Hace muy poco recuperaba la libertad un ciudadano inocente que había vivido en los corredores de la muerte de Carolina del Norte la friolera de seis mil ciento cuarenta y nueve días, según sintetizaba en Le Monde ( 25-2-2010), Mario Marazziti, portavoz de San Egidio, y coordinador de la campaña por la moratoria universal.

Lo importante es que, desde el comienzo de los años setenta, se detecta un importante cambio de opinión. Entonces solo 23 países habían abolido la pena capital. Hoy 103 la han abolido en toda circunstancia, 38 la han abolido en tiempo de paz o han dejado de aplicarla de hecho desde hace diez años.

No puede olvidarse que, durante siglos, la pena de muerte fue aceptada pacíficamente también por los grandes pensadores, como Aristóteles, san Agustín, Kant o Hegel. Fue incluida, incluso, para supuestos de extrema gravedad, en la primera redacción del actual Catecismo de la Iglesia Católica, luego revisada a la luz de la Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II.

Sin duda, en el cambio están influyendo los congresos contra la pena de muerte, así como la coalición mundial creada en Roma, sede de San Egidio, por iniciativa de Ensemble contre la peine de mort y otras doce organizaciones internacionales. A la vez, reciben cada vez más adhesiones la jornada mundial contra la pena capital, el 10 de octubre, y las luces y campanas de “Ciudades por la vida, ciudades contra la pena de muerte”, el 30 de noviembre.

Como afirma Mario Marazziti, el mundo sigue esperando un cambio en la América de Obama, para que se ponga en línea con otros países. Pero los sondeos de opinión siguen siendo mayoritarios a favor de la pena de muerte. El portavoz de san Egidio se contentaría con que en otoño, Estados Unidos, Japón y la India se abstengan ante la próxima resolución de la ONU, y aumente el número de países que den su voto favorable.

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