Quiero una playa «yankee»

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18 de julio, un calor horroroso tanto a un lado como a otro del Atlántico. Tras una mañana de trabajo en Nueva York me invitan a ir a una playa en Nueva Jersey y acepto encantada. Es sólo una hora de coche, nada para las distancias de EE.UU. Cuando llego no doy crédito a lo que veo. Yo quiero una playa «yankee», pero aquí, en España.

Ir a la playa es algo relativamente moderno, ligado -según dicen- a las vacaciones pagadas de los trabajadores (un avance de mediados del siglo pasado), así como al hecho de que hoy tener «buen color» es algo considerado agradable para uno y para los demás (especialmente si eres mujer). Dicen que hasta fue Coco Chanel la que puso de moda el bronceado tras un crucero, cualquiera sabe. El caso es que hoy las vacaciones con buen tiempo están unidas a la idea de ir a la playa en la mayoría de los países que gozan de ese binomio «sol y playa» que dicen en el argot turístico.

Sin embargo, las playas españolas en su mayoría -especialmente las del Mediterráneo-, así como muchas otras se han convertido en un lugar que muchos prefiere evitar, porque el «medioambiente» -en el más completo sentido de la palabra- está gravemente deteriorado. Y no sólo por los plásticos, que también.

En mi caso los últimos veranos los pasé en Irlanda, donde hay que bañarse generalmente con traje de neopreno, a no ser que seas de la cornisa cantábrica, hombre o menor de 18 años (como era el caso de la mayoría de mis sobrinos). Pero incluso los (especialmente «las») que no se bañan van con traje de baño o biquini, y el comportamiento en la playa es de lo más educado. Y eso que. para ruidosos, irlandeses y españoles vamos de la mano.

Ética y estética

Me encuentro en junio con una vecina y le pregunto por su hijo y su nuera, padres de familia: «¿Dónde se van José Miguel y Lola de vacaciones este año?». Me contesta: «El año pasado se fueron a Galicia, pero este año no vuelven, pues el «top less» está a la orden del día y han decidido que irán a otro sitio, todavía no han decidido dónde. Creo que irán al Escorial».

La verdad es que siempre me ha parecido que Lola y José Miguel eran unos tipos nada puritanos y que si ellos han decidido no ir, será porque verdaderamente no se puede. Prometo que ninguno de los dos son menonitas, sino personas normales. Lola, además, fue campeona de gimnasia rítmica, asumo que tiene su cuerpo y el de los demás asumidísimo. O sea que no es un tema de «decencia» o puritanismo en plan chato, su decisión debe de ser meditada, muy meditada. «Vaya narices quedarse sin playa por un tema de principios», pienso.

Me los encuentro unos días después y comentamos los tres que más allá del tema moral es también estético -no en vano ambos son arquitectos-, de tono y ambiente general, difícil no solo para padres con niños… sino para cualquier persona con cierto sentido de la belleza.

Y es que no es sólo el «top less», es todo el panorama de genuina horterada nacional (europea diría yo), en que se han convertido muchas playas y piscinas, donde el grito convive con la radio a todo volumen, los restos de comida y la visión de señoras medio en cueros: o sea en plan Omaita como los Morancos parodian, exactamente igual.

Francamente, no es que en una playa escondida y paradisíaca una señora estupenda a la vista de su marido se bañe sin la parte de arriba del biquini, es que tengo que tragarme y convivir quiera o no quiera con una marea humana de mala educación semidesnuda y gritona. Yo y todos. Porque sí.

Una playa en Nueva Yersey

De ahí que mi visita a Nueva Jersey por esas casualidades del destino haya sido reveladora. Pues si en Irlanda parecía que los 16 grados de temperatura ambiental podían facilitar la labor moral y desde luego que estética, los 40 grados de calor con 70% de humedad de Nueva Jersey pintan un panorama más similar al español. No tenemos por qué aguantarnos. No quiero aguantarme. No. Otras playas son posibles.

Yo quiero una playa yankee, para mi y para los demás, pero aquí, en España. Una playa donde no se hace «top less» y, si Vd. quiere hacerlo, hay playas nudistas, pero aquí no. Donde no hay gritos ni radios (para eso están las modernas tecnologías, no tengo porqué escuchar nada que yo no haya elegido). Donde no hay restos de comida ni cascos de botellas ni bebidas alcohólicas. Donde no hay colillas. Todo esto no porque paguemos a los barrenderos, sino porque nadie ensucia. Donde no hay parejas a las que te gustaría decir «¿por qué no os buscáis una habitación?». Donde los adolescentes se comportan como adolescentes pero educados.

No es la América de los años 50. Ni tampoco esa visión de los EE.UU. pregonada mil veces por los progres como si los ciudadanos yankees fueran todos puritanos y constreñidos. Es mitad de Nueve Jersey, a un paso del hotel de Bruce Springsteen, donde muchos ciudadanos de Nueva York vienen a pasar un día. Pero se puede respirar. Es la América que vota demócrata o republicano o no vota, da igual. Pero hay un consenso social y sí, unas leyes, qué le vamos a hacer, pero sobre todo personas que no dejan que les atropellen.

Family oriented

Vuelvo de la tarde de playa y me conecto a internet en casa de mi amiga. Lo que acabo de ver tiene que ser una excepción, o en España (y en algunos otros países europeos) somos unos mantas. «Estoy en la costa este, en California será distinto, a lo mejor mi amiga me ha llevado a la «crème de la crème» de las playas», me digo.

Entro en un foro de amigos estadounidenses y dejo caer la pregunta… «¿Son todas las playas así, como la que acabo de ver?» Me contesta Richard desde Santa Cruz «Venta pa’ca, que aquí también son así». Paul replica desde Oregón (uno de los estados progre-progre, para su información) «Aquí hay alguna nudista, pero las ‘playas para todos’ son como las que describes tú». Deborah, Susan y otros más me explican sus playas en Carolina, Connecticut y otros lugares que imagino paradisíacos, y no por la geografía (que la nuestra nada tiene que envidiar) sino por lo demás. Alguien desde Florida me explica que una cosa es lo que vemos en las películas y series americanas en plan «playa decadente» con adolescentes borrachos o vigilantes de la playa … que son la excepción en EEUU y otra la «norma»… pues en este país la playa es «mayoritariamente» (la palabra mágica): «family oriented».

Y da igual que seas católico, judío, agnóstico, ateo o pases de religión, no es una cuestión religiosa sino de pura humanidad y sentido común, de saber lo qué es una democracia, que no es el imperio de la minoría sobre la mayoría. Y los yankees -denostados, ridiculizados, minimizados- así lo entienden. ¿Por qué no nosotros?

Aurora Pimentel

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