Se aleja el fantasma de la superpoblación mundial

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Tras hablar durante décadas del peligro de la «superpoblación», los datos de los últimos años confirman que el crecimiento demográfico ha perdido fuerza y que la temida «explosión» no tendrá lugar. La tendencia es tan clara que ya la reconoce incluso el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP), organismo que tradicionalmente se ha caracterizado por sus previsiones catastrofistas para impulsar el control de la natalidad. En su informe de 1998 sobre El estado de la población mundial, que acaba de ser presentado, el FNUAP prefiere destacar las implicaciones que tendrá el mayor número de jóvenes y el envejecimiento de la población.

El informe del FNUAP confirma que el crecimiento demográfico está perdiendo fuerza. Según los datos de la División de Población de la ONU, entre 1960 y 1997 la tasa de crecimiento demográfico mundial ha pasado del 2 al 1,4 % anual. También ha disminuido -de 6 a 3- el número de hijos por pareja. La ralentización del ritmo de crecimiento seguirá produciéndose además en los próximos decenios. Según las últimas revisiones, la población mundial, que actualmente está en casi 6.000 millones, se estabilizaría en torno a 8.000 ó 9.000 millones a mediados del próximo siglo, o incluso antes (cfr. servicio 1/98).

Una potente generación joven

Junto al menor aumento de población, el FNUAP señala «dos fenómenos inéditos» en la evolución demográfica. Por un lado, se observa una potente generación de jóvenes -en todos los continentes, salvo en Europa- como resultado de las altas tasas de fecundidad anteriores: en 1997 los jóvenes de entre 15 y 24 años eran más de mil millones. La otra novedad es la fuerte proporción de mayores de 65 años como consecuencia del aumento de la esperanza de vida por la extensión de los avances médicos. Este envejecimiento, ya anunciado, exigirá la puesta en marcha de medidas de apoyo desde las familias e instituciones.

Respecto al primer fenómeno, el informe del FNUAP sugiere que una juventud numerosa puede ser una oportunidad para los países en desarrollo. El capital humano que se incorporará a la población activa en los próximos años permitirá «aliviar la carga de una creciente población de ancianos», siempre que se les facilite una educación y una protección de la salud adecuadas desde ahora. El denominado «dividendo demográfico» -aumento de la población activa en relación con los ancianos y niños dependientes- es una palanca para el despegue económico, que ya ha funcionado con éxito en países asiáticos, como la República de Corea. Pero este efecto positivo depende, claro está, de que los jóvenes encuentren empleo y puedan generar riqueza con su producción y sus ahorros.

A pesar de todo, las orientaciones que el Fondo dirige a los gobiernos -muy determinadas por la Conferencia de Población de El Cairo- van dirigidas sobre todo a proporcionar a los jóvenes servicios de «salud reproductiva», centrados, como de costumbre, en el control de natalidad.

Trabajar más años o más inmigración

Un problema no menor para los Estados será el creciente envejecimiento de la población. En Europa, América del Norte, Japón y Australia los mayores de 65 años representan ya el 15% de la población, y se espera que el número de ancianos siga creciendo de año en año. La atención de estas personas exigirá un esfuerzo del sector público, en especial de los sistemas de salud y de seguridad social, cuyo sostenimiento recaerá sobre los bolsillos de los contribuyentes.

En este conocido debate, el Fondo revisa diversas propuestas. Una es elevar la edad de jubilación, un concepto variable según el nivel de desarrollo, que incluso no existe en los países menos adelantados. Para las zonas que registran un mayor envejecimiento, que precisamente coinciden con las de menor natalidad, mantener el equilibrio de recursos entre personas retiradas y en activo requeriría «aumentos en la edad de jubilación que parecen impracticables», ya que en Alemania o España, por ejemplo, habría que elevarla más allá de los 67 años, y en Finlandia y en Japón se superarían los 70. En la misma línea, se haría necesario un ajuste en las pensiones, algo que genera rechazo en las sociedades avanzadas.

El FNUAP, siempre reacio a todo lo que sea fomentar la natalidad, descarta la idea de una política que favorezca la fecundidad en los países industrializados para compensar el envejecimiento. El informe asegura que las ayudas a la natalidad sólo serían eficaces 20 ó 25 años después de los nacimientos -el tiempo que esas personas tarden en incorporarse al mercado laboral- y, en cambio, se muestra más proclive a «reforzar la fuerza laboral con trabajadores jóvenes de países en desarrollo» o, lo que es lo mismo, con una política migratoria más abierta. Así, tras haber perdido el reemplazo de generaciones jóvenes suficientemente numerosas, los países industrializados se ven en la tesitura de elegir entre aumentar la edad de jubilación o contar cada vez más con los inmigrantes.

Grandes millonarios financian al FNUAP

El FNUAP ha manifestado su satisfacción por haber recibido 8 millones de dólares del famoso millonario norteamericano Ted Turner, fundador del canal de Televisión CNN y copresidente de Time-Warner. Turner había anunciado que donaría 1.000 millones de dólares a la ONU. Pero el dinero no lo entrega directamente a la ONU, sino a través de la «Fundación para las Naciones Unidas», que él mismo preside, y que concede financiación a agencias de la ONU para proyectos concretos. Por ahora Turner ha desembolsado 22,2 millones de dólares, de los cuales 8 millones -el donativo más importante- se han destinado al FNUAP. Esta agencia lleva a cabo programas orientados principalmente a servicios de «salud reproductiva». Con esos términos se designa todo tipo de actividades que facilitan la distribución de anticonceptivos y el acceso al aborto.

Como ejemplo de a qué se destinará el donativo de Turner, el FNUAP mencionó un programa de alfabetización de mujeres indígenas en zonas rurales de Bolivia, que incluye «educación sobre sus derechos sexuales y reproductivos».

La Fundación de Turner es dirigida por el ex senador Timothy Wirth, que fue secretario adjunto para cuestiones globales en la anterior Administración Clinton y director de la delegación estadounidense en la Conferencia de El Cairo sobre Población. Wirth destacó entonces por su radicalismo en defender la anticoncepción y el aborto libre.

También Bill Gates ha donado 1,7 millones de dólares a la ONU «para actividades de control de la población y desarrollo económico». No son casos aislados: otros millonarios, como George Soros o Warren Buffet, dan fuertes sumas a fundaciones que promueven el control de la natalidad.

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