Nacimientos en la India y en China: entre la coerción y los incentivos

publicado
DURACIÓN LECTURA: 4min.

Este verano China se convirtió oficialmente en la segunda potencia económica mundial, superando por su PIB a Japón. No es algo sorprendente, habida cuenta de las tasas de crecimiento de la economía china y del volumen de su población, que supone la quinta parte del total mundial. Pero el dinamismo chino se enfrenta a un problema demográfico: el creciente peso de las personas de edad avanzada, cuyo sostenimiento recaerá sobre una población mermada por la política del hijo único.

El otro gigante asiático emergente, la India, cuenta con una población de 1.200 millones, de la que el 32% tiene menos de 15 años. Según las proyecciones de la ONU, en 2050 China tendrá 100 millones menos de trabajadores que ahora, mientras que la India habrá sumado otros 300 millones a su población en edad de trabajar. Por eso algunos economistas piensan que la posibilidad de contar con una vasta fuerza laboral joven puede dar a la India una ventaja para competir en crecimiento económico con China.

Pero, tanto en China como en India, a los gobiernos les ha preocupado más la abundancia de población que su posible escasez. En China, el control demográfico se ha impuesto con medidas draconianas, como la política del “hijo único”, exigida con multas e incluso abortos forzosos. En la India, sin llegar a tales métodos draconianos, también ha habido medidas coercitivas. En los años 70 hubo campañas de esterilización forzada con métodos engañosos, que luego provocaron muchas críticas. Durante los 90, en el estado de Andhra Pradesh se favoreció la esterilización de la mujer que ya había tenido dos hijos. En otros estadios se descalifican a las parejas con más de dos hijos para disfrutar de ciertas prestaciones sociales o para ocupar puestos como funcionarios.

Por esperar dos años

Ahora algunos programas van en la línea de la persuasión, ofreciendo incentivos a las parejas que se comprometen a retrasar la llegada de los hijos.

Entre las mujeres del campo es bastante corriente el matrimonio temprano, en bodas a menudo convenidas por las familias, y esas jóvenes pronto empiezan a tener hijos. Sin duda, el mejor modo de retrasar la edad del matrimonio y de la maternidad es que las mujeres dediquen más años a su educación. Por eso en algunos sitios se han desarrollado campañas para que los padres se comprometan por escrito a que sus hijas no se casará antes de los 18 años.

Otros programas, como el que se desarrolla en Satara desde agosto de 2009, descrito en International Herald Tribune (23-08-10), se ofrece dinero a las parejas que van a casarse, para que se comprometan a retrasar dos años el nacimiento del primer hijo. La cantidad no es elevada (5.000 rupias, equivalente a 107 dólares), pero lo que se considera más importante es que con el aplazamiento la joven podrá completar su escolaridad o ahorrar dinero.

Resistencias a la política del “hijo único”

En China, la política del hijo único, impuesta hace ahora treinta años, provoca cada vez más resistencias. Ha despertado bastante eco en distinto periódicos el caso del profesor universitario Yang Zhizhu, que en marzo de este año perdió su puesto en la Universidad de Pekín por tener un segundo hijo. Yang sabía a qué se exponía, pero ha declarado que considera a su segundo hijo como “un don de Dios” y que no hizo caso de los funcionarios que le animaban a que el feto fuera abortado.

La política del “hijo único” se aplica con flexibilidad a ciertos grupos. Las minorías étnicas pueden tener más de uno. En el campo se suele permitir que los matrimonios tengan un segundo hijo, si el primero fue una niña. En otros sitios, se empieza a tolerar que los padres que no han tenido hermanos, tengan dos hijos. También es posible legalizar al bebé no autorizado pagando una fuerte multa. Y en otros casos los padres ocultan el nacimiento del niño, con los peligros que supone quedar fuera del registro oficial.

Estas prácticas proyectan sombras de sospecha sobre las estadísticas oficiales, que mantienen que la tasa de fertilidad ha ido bajando desde que se instauró la política del hijo único hasta un 1,8 hijos por mujer en la actualidad. Sin embargo, un informe de la Academia China de Ciencias Sociales, citado en The Economist (21-08-2010), mantiene que esa tasa está inflada. Si las mujeres tuvieran solo los hijos autorizados, la tasa estaría en torno a 1,47. Si el gobierno da oficialmente una tasa de 1,8, es porque sobrestima el número de nacimientos no declarados. A juicio de la Academia, habría que cambiar de política demográfica, para que la tasa de fecundidad alcanzase el nivel de 2,1 necesario para asegurar la sustitución de generaciones.

Lo que nadie discute es que tanto en la India como en China las políticas demográficas están provocando un notable desequilibrio entre los nacimientos de niños y de niñas. La preferencia por el hijo varón y el problema de la dote en la India lleva a menudo al aborto de fetos femeninos. En China ocurre lo mismo, por culpa de la política del hijo único.

Dejar comentario

Conectado como Aceprensa. Edita tu perfil. ¿Salir? Los campos obligatorios están marcados con *

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.