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Los obispos de África, contra los planes de control demográfico de la ONU

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La Iglesia africana apoya plenamente a Juan Pablo II en sus denuncias de los planes de control demográfico de la ONU y pide al mundo que «el Año Internacional de la Familia no se convierta en el año contra la familia».

El fuerte llamamiento de los obispos africanos está contenido en el Mensaje final del Sínodo para África, que se clausuró en el Vaticano el 8 de mayo. El Sínodo elaboró también un elenco de «proposiciones», que no se hace público sino que se entrega al Papa para que lo pueda utilizar en la redacción del documento post-sinodal.

El «Mensaje del Sínodo» consta de 71 puntos en los que se abordan numerosas cuestiones relacionadas con la vida de la Iglesia y del continente. Uno de los parágrafos más extensos se refiere a los planes de control demográficos contenidos en el borrador del documento final de la Conferencia sobre Población y Desarrollo, convocada por la ONU en El Cairo el próximo septiembre.

Esos proyectos, afirma el mensaje, «muestran la voluntad deliberada de imponer a las naciones, con la ayuda de grandes medios financieros, la liberalización del aborto, la promoción de un estilo de vida sin referencias morales, la destrucción de la familia tal como Dios la ha querido». Todos nosotros, afirma, «condenamos esta cultura individualista y permisiva que hace de la muerte del niño el objeto de una simple decisión de la madre. Condenamos la esclavitud de los hombres al nuevo dios ‘dinero’, por medio del cual se hace presión sobre las naciones pobres para empujarlas a tomar en El Cairo decisiones contra la vida y la moralidad».

Los participantes en el Sínodo africano se dirigen a todos los hombres de buena voluntad «para que se movilicen con el fin de que fracase este plan contra la vida, e invitan a todos los creyentes a unirse a nosotros en una oración más ininterrumpida para que este plan no vea la luz del día».

El Sínodo hace un llamamiento a las 53 naciones africanas y a todos los países que estarán presentes en la conferencia de El Cairo: «No permitáis que la familia africana sea ridiculizada en su propia tierra. No permitáis que el Año Internacional de la Familia se convierta en el año contra la familia».

Junto a esto, los obispos solicitan a la ONU que intervenga en África para restablecer la paz y ayudar a los doce millones de refugiados a causa de las guerras.

Las relaciones Norte-Sur son mencionadas en varios parágrafos. Se pide a los países ricos que cesen el tráfico y comercio de armas con países africanos, y cancelen, o al menos reduzcan sustancialmente, la deuda externa.

Los obispos no esconden tampoco su responsabilidad por no haber sabido formar a los laicos en el sentido cristiano de la política y de la economía. De ahí que los alienten ahora con nuevo impulso para que actúen en la vida pública, eduquen para la democracia y construyan un Estado de Derecho. En cuanto a los sacerdotes, dicen que deben tener un estilo de vida «transparente y sencillo» y no deben comportarse como «funcionarios».

El documento final del Sínodo pide a los 95 millones de católicos del continente que intensifiquen el diálogo con otras confesiones cristianas, con el islam y con las religiones tradicionales. Descalifican «la idolatría de las etnias, que conduce a las guerras fratricidas», y piden la igualdad de oportunidades para la mujer. Los obispos rinden un homenaje a los misioneros, y subrayan la importancia de la inculturación y de los medios de comunicación, dos temas de los que se trató ampliamente durante las sesiones.

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