Lo de insultar al prójimo es tan viejo como el mundo. Pero se suponía que la escolarización universal, la convivencia democrática y otros factores civilizadores habrían hecho disminuir el fenómeno. Pues no. En algunas manifestaciones se llama al contrario ¡asesino! con la mayor facilidad. Al Príncipe le gritaron el otro día en la Universidad Autónoma. A un torero le mentaron de mala manera a su madre, ya muerta. Por no hablar de lo que se ha dicho en algunas concentraciones
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