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Mujeres de todo el mundo, reuníos

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El pasado 26 de abril, Gertrude Mongella, Secretaria general de la IV Conferencia de la ONU sobre la Mujer, junto con la ministra de Asuntos Sociales española, Cristina Alberdi, presentaron a los medios de comunicación en Madrid esta conferencia internacional.

La señora Mongella adelantó que, según las previsiones actuales, en Pekín se reunirán unas 30.000 personas en la Conferencia internacional más populosa en la historia de la ONU.

Mongella, que es licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Dar-es-Salaam (Tanzania), ya fue vicepresidenta de la III Conferencia de la Mujer, en Nairobi, y presidió en aquel entonces el grupo africano. Ha ejercido como profesora y, hasta 1991, ha ocupado diversos puestos ministeriales en dos gabinetes, en buenas relaciones con el gobierno chino. Actualmente es Alta comisionada de las Naciones Unidas en la India.

En el curso de la conferencia de prensa, la señora Mongella recalcó que se trata de construir a partir de los puntos que son comunes a todas las mujeres del mundo, y que hay que dejar a un lado lo que las separa. Su opinión es que «los problemas de las mujeres no son muy diferentes de un país a otro, y lo que varía es la intensidad de esos problemas». Pero basta una comparación entre las discriminaciones contra las mujeres en la India y en China -de las que la señora Mongella llevará buena cuenta- con las de cualquier país industrializado de Occidente, para corroborar que los problemas no son más o menos intensos, sino dispares.

En otra ocasión, Mongella ya señaló que no existe una agenda única mundial. «Hay sólo una agenda mundial y una nacional. Pero las mujeres pondrán énfasis y darán prioridad a las cuestiones de manera diferente, dependiendo de su lugar de origen y de sus objetivos».

Probablemente, lo más controvertido del documento Plataforma de Acción -texto básico que se discutirá y aprobará en Pekín- se referirá al apartado de Salud. En Pekín se volverá a discutir el significado de términos que no fueron establecidos, por falta de acuerdo, en la pasada conferencia sobre Población y Desarrollo, en El Cairo. Tales como «género», u otros que quieren acuñarse como «salud reproductiva» o «derechos de la reproducción».

Mejoras en la educación

Aunque la Conferencia se dedicará sobre todo a proyectar el futuro, mirará también al pasado, para recordar las metas de las «Estrategias de Nairobi», que debían aplicarse antes del año 2000. En la esfera jurídica incluyen la igualdad de derechos para las mujeres, la abolición de la esclavitud y la prostitución, el establecimiento de una edad legal mínima para el matrimonio y el castigo del infanticidio femenino. En materia social, se reclama que todas las mujeres tengan acceso al permiso por maternidad, y se pide mejor atención a la salud materna, la planificación familiar, la nutrición y la educación, y el aumento de los presupuestos nacionales dedicados a la salud.

La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer, de 1979, ha sido aceptada hasta ahora por 133 países, muchos de ellos con reservas, por contradecir las pautas culturales mayoritarias.

El borrador de la Plataforma de Acción dice que, desafortunadamente, las estadísticas desglosadas por sexo todavía no abarcan todos los campos -lo que facilitarían la mejora de las condiciones de la mujer- y propone su desarrollo. No obstante, con los datos disponibles se observan tendencias alentadoras. Por ejemplo, en la esfera educativa, el porcentaje de mujeres analfabetas ha disminuido en el mundo del 46,5% en 1970 al 33,6% en 1990. Además, cada vez hay más mujeres y niñas en escuelas y universidades. En casi todos los países occidentales desarrollados, hay más niñas que niños en la enseñanza secundaria. Esto sucede también en casi toda Latinoamérica y en los países de Europa del Este. También en la Universidad las mujeres son mayoría en muchos países, aunque no en áreas de ciencias.

Las regiones con disparidades educativas más fuertes en desventaja de las mujeres son Oriente Medio, Asia meridional, y África. Sólo en algunos países estudian enseñanza secundaria más niñas que niños: Emiratos Árabes Unidos y Qatar (en Oriente Medio); Sri Lanka, Malasia, Nueva Zelanda, Hong Kong y Singapur (en Asia); y Bostwana, Lesotho o Namibia (en África), según estadísticas (con datos de 1990) del informe de la UNICEF sobre la infancia de 1994.

Retos económicos

En el ámbito enconómico, también aumenta el número de mujeres que trabajan fuera de casa. Las mujeres ocupan el 41% de los empleos en los países desarrollados y el 34% en todo el mundo. Ha mejorado la igualdad salarial entre hombre y mujer, pero las Naciones Unidas estiman que todavía las mujeres ganan entre el 30 y el 40% menos de sueldo que un hombre por trabajos comparables.

Una meta económica planteada por las Naciones Unidas de cara a Pekín es conseguir una nueva definición de «personas económicamente activas», a fin de incluir a muchas mujeres que realizan tareas productivas no remuneradas en países en desarrollo, especialmente en el sector primario. (En caso de llevar esta propuesta a sus conclusiones últimas, ¿se incluirá a las amas de casa?).

Otro propuesta de las NU -con intención de facilitar que la mujer trabaje fuera del hogar- es incentivar a los empresarios para ofrecer servicios de atención a los niños de padres que trabajan.

La lucha por alcanzar la paridad de mujeres y hombres en cargos políticos parece que no se resolverá a corto plazo, mientras sea una profesión poco seguida por ellas. Le Monde estima que, si el gobierno lleva adelante sus promesas, en Francia la paridad se alcanzará en torno al año 2010. Por ahora, la media de mujeres parlamentarias en los países de la Unión Europea es del 17%. Sólo Luxemburgo, Holanda y Dinamarca están por encima. Y precisamente Francia es el país con menos mujeres diputadas o senadoras (5%), en 1994. En la conferencia de prensa, la señora Mongella bromeó con la ministra española de Asuntos sociales, Cristina Alberdi, porque, apesar de las apariencias, el porcentaje de mujeres en el gobierno tanzanés es poco inferior al español.

José María Garrido

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