Las #tradwives, las novias que se quedan en casa y su propuesta postiza

publicado
DURACIÓN LECTURA: 8min.
Las #tradwives, las novias que se quedan en casa y su propuesta postiza
Alyson McPhee/Unsplash

En 2013, un artículo del New York Magazine hizo la ronda entre los comentaristas culturales y sociales, y también en varios foros online. El texto en cuestión se titulaba “The Retro Wife”. En él, Lisa Miller seguía a un ama de casa que, habiéndose graduado cum laude en Trabajo Social, decidió en un momento dado dejar de trabajar para poder cuidar de sus hijas y del hogar. En este reportaje, contaba lo feliz que era cocinando la receta preferida de su marido o atendiendo los deberes de sus hijas, y lo segura que estaba de su elección. La realización personal que sentía. Pero se trataba de un ama de casa que, además, se definía como feminista.

Las reacciones, como es de esperar, fueron variopintas. Sin embargo, el reportaje sirvió para llamar la atención sobre un fenómeno incipiente, la llamada “nueva domesticidad”: cada vez más mujeres y hombres con estudios superiores reivindicaban una “vuelta al hogar”, lo que suponía un cambio tangible en la forma de abordar las cuestiones del feminismo, el trabajo y las tareas domésticas. Según un estudio del Pew Research Center, en 2012 un 29% de madres estadounidenses decidían quedarse en casa, seis puntos más que en 1999, año en el que se alcanzó el porcentaje más bajo. Según un artículo escrito entonces por Emily Matchar en The Atlantic, este aumento demostraba “el declive de la ambición profesional y la creciente importancia de la familia entre los jóvenes”.

El fenómeno, señalaba Matchar, “trata del oficinista despedido que abre una boutique en Etsy para vender ropa de ganchillo para bebés en lugar de lanzarse a la búsqueda de empleo en plena recesión. Trata del hijo adulto de los Baby Boomers que, habiendo visto a sus padres trabajar 60 horas semanales para ascender en la escala empresarial, decide llevar una vida más lenta y centrada en el hogar. (…) Este fenómeno va mucho más allá de la decisión de las mujeres privilegiadas de quedarse en casa con sus hijos”.

En 2023, diez años después de que se publicara el reportaje sobre las “retro wives”, la vida doméstica ha vuelto a la actualidad por la viralización en redes sociales de dos nuevas tendencias: la #tradwife y la #stayathomegirlfriend. La primera, sin cualquier rastro de feminismo; la segunda, sin hijos.

El lugar de la mujer está en el hogar

Empecemos por las #tradwives, también llamadas esposas tradicionales. En estos vídeos, populares en Instagram y TikTok, suele aparecer una mujer joven, habitualmente en la veintena, guapa, con una estética parecida a la de Betty Draper de Mad Men, ataviada con un vestido floral y envuelta en un delantal de volantes, dando forma a un pan o removiendo un bol de masa para un bizcocho casero. Con una mirada de paz absoluta, con una sonrisa de reconciliación vital y una música de fondo casi beatífica, dice: el lugar de la mujer está en el hogar.

Este contenido no ha sido sacado de los años cincuenta ni de una película de época. Se trata de vídeos actuales de chicas actuales, en su mayoría estadounidenses y británicas, que repiten desde sus cocinas siempre impolutas –o al menos eso es lo que muestran sus vídeos–, que la función y vocación de la esposa tradicional consiste únicamente en quedarse en casa y someterse a su marido.

Esta subcultura digital empezó a despuntar a finales de 2019 en foros de internet, pero ha sido en este último año cuando la presencia de este fenómeno se ha intensificado hasta alcanzar una considerable notoriedad online: el hashtag #tradwife cuenta en TikTok con casi 300 millones de visualizaciones. Tal y como explica en un vídeo una de las tradwives más conocidas, Estée C. Williams, que parece más una reencarnación de Marilyn Monroe que un ama de casa de los años cincuenta salida de un suburbio de Arkansas, ellas creen en la vuelta a “los roles de género ultratradicionales de mediados del siglo pasado”, a que el hombre salga de casa para ganarse el pan y la mujer se quede en casa amasándolo.

Ambas tendencias esgrimen la misma justificación: el feminismo es una cuestión de tener libertad de elección y ellas eligen vivir así

Pero ni siquiera esta subcultura tradicionalista se ha visto libre de las influencias de la modernidad. La mezcla entre la vuelta al hogar y la renuncia a casarse y tener hijos, habitual en nuestra época, ha dado luz a una nueva especie: las #stayathomegirlfriends (SAHG), las novias que se quedan en casa. Es decir, estar casada o ser madre ya no son requisitos imprescindibles para que un hombre se haga cargo de tu economía. Mientras que el trabajo de las tradwives consiste en cuidar del hogar y de su familia, el quehacer de la novia que se queda en casa es cuidar de su novio y, principalmente, cuidarse a sí misma mediante rutinas faciales de incontables pasos y clases de yoga a media mañana.

Esto es… ¿feminismo?

Las diferencias entre las tradwives y stayathomegirlfriends son claras, pero frente a las críticas que las califican de antifeministas, ambas esgrimen la misma justificación: tal y como lo entendemos, el feminismo es una cuestión de tener libertad de elección y nosotras elegimos vivir así. En el fondo, es una elección feminista.

Sin embargo, según escribe Meagan Tyler, investigadora del Royal Melbourne Institute of Technology, los argumentos del llamado choice feminism –feminismo de elección– son fundamentalmente defectuosos, porque suponen un nivel de libertad absoluta que no existe. “Tomamos decisiones, pero estas están determinadas y limitadas por las condiciones desiguales en las que vivimos.” Además, añade, “la idea de que más opciones equivalen automáticamente a más libertad es falsa. Esto no es más que vender el neoliberalismo con un toque feminista.  Por ejemplo, las mujeres ahora pueden trabajar o quedarse en casa si tienen hijos, pero esta ‘elección’ es inexistente cuando la crianza de los hijos sigue siendo considerada como un “trabajo de mujeres” o no hay suficiente apoyo estatal para el cuidado de los niños.”

Una respuesta al desencanto millennial

En este punto podemos enlazar con uno de los principales causantes de la “nueva domesticidad” de hace diez años, que posiblemente explica también la intensificación –y desviación– del fenómeno en la última década: el desencanto de los jóvenes con el entorno laboral y cultural que les rodea, caracterizado por la inestabilidad y la fluidez.

Primero, lo económico. No es casualidad que las tradwives y las #SAHG sean tan jóvenes. Estas chicas, pertenecientes a las generaciones late millennials y Z en su mayoría, crecieron con la (falsa) promesa de seguridad económica y con la (falsa) creencia de que, si trabajaban lo suficiente y estudiaban lo suficiente y, en definitiva, se esforzaban lo suficiente, tendrían éxito, les iría bien. Serían felices.

Reafirmar unos roles concretos para la feminidad y masculinidad puede ser una forma de poner un aparente orden frente al caos moderno

En cambio, lo que se encontraron fue una gran incertidumbre económica, con una mayor dificultad para encontrar trabajo, con horarios y ritmos frenéticos y un coste de vivienda inasumible. Mucho riesgo, estrés y volatilidad; poca felicidad. Pero entonces rememoran los años cincuenta, época que probablemente ni sus padres vivieron, pero que, por lo engañoso de la nostalgia, les ofrece un mundo más seguro, más fácil y feliz, y muestra el camino para la resolución de sus problemas: para una mujer, convertirse en ama de casa; para un hombre, encontrar a una mujer que quiera serlo.

Y luego, lo cultural. En un tiempo en el que la sexualidad adquiere definiciones fluidas y aquello que se entiende por hombre o mujer está en constante cambio y evolución, reafirmar una versión concreta de feminidad y masculinidad, con sus consiguientes roles, puede ser una manera de adquirir una sensación de control sobre sus vidas, de poner un aparente orden frente al caos moderno.

Un producto más de las redes sociales

Comparado con lo extenuante que puede resultar trabajar como si no se tuviesen hijos, y cuidar de los hijos y del hogar como si no se tuviese trabajo, el anhelo por aquellos tiempos en los que las mujeres se dedicaban exclusivamente al hogar puede resultar atractivo. Pero no solo para quienes hacen los vídeos, sino también para quienes los consumen. “Tengo 26 años y definitivamente quiero este estilo de vida”; “Quiero hacer eso, suena increíble” o “Bueno, en este caso creo que quiero ser una tradwife” son algunos de los mensajes que se pueden leer en la sección de comentarios de los vídeos. Para cualquier persona que los vea entre clases de la universidad, reuniones de trabajo o mientras hace la compra a altas horas de la noche porque no ha tenido otro hueco libre, esta forma de vida puede ser muy seductora.

Sin embargo, no hay que olvidar que estas tendencias, aunque parezcan oponerse a la modernidad, el capitalismo neoliberal o el feminismo, en realidad se nutren de todos ellos. En un artículo escrito para Newsweek titulado “Soy una novia que se queda en casa. Y feminista”, Kendal Kay, una de las SAHG más conocidas en TikTok, explicaba que aunque su novio lo pague todo y ella se dedique a estar en casa y cuidar de su piel, sus ingresos mensuales siguen rondando los dos mil dólares por creación de contenido y publicidad encubierta.

Las SAHG y tradwives acaban resultando ser figuras hechas por y para las redes sociales, productos digitales que no sirven para una defensa atinada de la familia y la vida doméstica “real”: su atractivo reside menos en lo que dicen y más en el aspecto que tienen mientras lo dicen. A diferencia de la propuesta de vida planteada por la “nueva domesticidad” de 2013, estas dos tendencias se parecen más a un juego de roles de una fantasía de dominación y sumisión que a un planteamiento vital serio y duradero, caricaturizando por el camino a las verdaderas amas de casa.

3 Comentarios

  1. Muy interesante! Una vez más, el poder de creación/apariencia/invención de la RRSS frente a una realidad en la que nos encontramos la mayoría. Aquí el peligro, de nuevo, vuelve a estar en caer en la comparación con algo que no es verdad. De ahí vienen las ansiedades, depresiones…

    A parte… ¿estás stayathomegirlsfriends se han planteado que esa relación, sin compromiso, tiene un porcentaje alto de acabar en ruptura?? En USA es fácil encontrar trabajo después de haber estado en casa por años. Pero hay países en los que la tasa de paro impide este final feliz.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.