Un manifiesto a favor de la diversidad en la unidad

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The Communitarian Network es una plataforma fundada y dirigida por Amitai Etzioni, uno de los principales representantes del comunitarismo (ver servicio 39/95). Esta organización ha promovido un manifiesto titulado «Diversidad en la unidad» (DEU), que sugiere soluciones a los problemas planteados por la inmigración y la convivencia entre personas de distintas culturas. Aunque algunas propuestas parezcan demasiado genéricas y otras discutibles, el documento tiene planteamientos interesantes. Seleccionamos algunos fragmentos (el texto completo está disponible, en inglés, alemán y español).

DEU comienza señalando «la creciente preocupación en amplios sectores de las sociedades democráticas y libres por la inmigración en masa que reciben y por las minorías que se van formando dentro de sus fronteras». Esto provoca a veces hostilidad a los inmigrantes. «Estas reacciones, aunque censurables, responden en algunos a un sentimiento de amenaza a su identidad y cultura, y se basan en las preocupaciones suscitadas por la globalización, las nuevas tecnologías de la comunicación y una gradual pérdida de la soberanía nacional. Reprochar esos sentimientos a millones de personas llamándolas discriminadoras, excluyentes o hipócritas es una política fácil que no resuelve un problema que va a más. Las ansiedades y preocupaciones de la gente no deben dejar de ser tenidas en cuenta ni pueden ser tratadas con eficacia etiquetándolas simplemente de racistas o xenófobas. Diciendo a la gente que necesitan a los inmigrantes por razones económicas o demográficas tampoco conseguiremos un debate útil y válido, y mucho menos podremos atajar sus profundas dudas para facilitar la acogida».

El manifiesto desaconseja dos posturas opuestas frente a los problemas que genera la inmigración. «La asimilación (que exige el abandono por parte de las minorías de sus diversas instituciones, culturas, valores, hábitos y lazos con sus sociedades para adaptarse a la cultura de acogida) es sociológicamente difícil de alcanzar e implica una aspiración innecesaria. Está, además, moralmente injustificada debido al respeto que profesamos por algunas diferencias legítimas». «Un multiculturalismo sin límites (que exige dejar de lado el concepto de valores compartidos, lealtades e identidades para privilegiar diferencias étnicas y religiosas, dando por hecho que las naciones pueden ser sustituidas por un gran número de minorías diversas) es también innecesariamente extremista. Lo más probable es que el multiculturalismo dé lugar a contragolpes antidemocráticos y amplíe los apoyos a grupos extremistas».

El manifiesto propone otro modelo. «El enfoque que defendemos es el de la diversidad en la unidad. Este principio se resume en que todos los miembros de una determinada sociedad respetarán y se adherirán completamente a los valores básicos e instituciones que se consideran parte del marco compartido de la sociedad. A la vez, cada grupo social es libre para conservar su distinta subcultura (políticas, hábitos e instituciones que no entren en conflicto con la parte esencial de aquello que comparten con otros) y un fuerte sentido de lealtad a su país de origen, en tanto que esto no interfiera en la lealtad hacia el país en el que se vive y no entrañe un conflicto de lealtades».

¿Cómo se define el núcleo básico de valores? «En cada sociedad la esencia compartida de la identidad y la cultura ha cambiado a lo largo del tiempo y continuará cambiando. Por lo tanto, las minorías que sostienen que esta esencia común no refleja sus valores pueden actuar para intentar cambiarlos a través de la vía democrática y social disponible en las sociedades libres. La unidad de la que hablamos no está impuesta por leyes o regulaciones gubernamentales, ni tampoco por los agentes de policía, sino que es una unidad que nace de la educación cívica, de la construcción del bien común, de la historia de la nación, de los valores compartidos, de las experiencias comunes, de las instituciones públicas, y de los requisitos de buena vecindad que deben cumplir las personas que conviven y se enfrentan a los mismos retos en el mismo rincón del mundo». Así, DEU propone distinguir entre «aquellas leyes que todos debemos respetar y aquellas que han de aparecer provistas de excepciones y variantes a la vista de los grupos minoritarios». Lo exigible a todos, añade, está constituido por «los derechos humanos fundamentales, definidos por las constituciones de los países en sus leyes básicas, las leyes de comunidades supranacionales como la Unión Europea y la Declaración Universal de Derechos Humanos».

El manifiesto incluye propuestas concretas para algunos ámbitos. Uno de ellos es la escuela. «Una proporción importante del plan de estudios, quizá el 85% o más, debe seguir siendo universal (es decir, parte de los procesos que fomentan la unidad). Las ventajas de compartir un 85% del plan de estudios consisten no solo en asegurar que todos los miembros de la generación siguiente aprenderán en buena medida con los mismos materiales didácticos y narrativas, sino también que se mezclarán socialmente. La enseñanza del mismo material, pero en escuelas separadas según grupos étnicos, es incompatible con nuestro planteamiento. Aunque se debe dar la bienvenida a profesores de todas las procedencias, hay que insistir en que los niños no deben ser educados solo por profesores de su mismo grupo».

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